sábado, 4 de diciembre de 2010

ESTUDIO CRÍTICO DE PLENILUNIO DE Antonio Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina, Úbeda (Jaén) , 1956

Antonio Muñoz Molina publicó su novela “Plenilunio” en 1997 en la editorial Alfaguara de Madrid. La novela se presenta con tapas duras y en la portada aparece “El Coloso” de Francisco de Goya y la luna llena en el lomo. Lleva una dedicatoria: “Para Elvira , que tenía tantas ganas de leer este libro”; para la también escritora Elvira Lindo, su mujer, suponemos, que va dedicada la novela. A partir de ahí comienza la narración: “De día y de noche por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más para esa tarea “.
En cuanto a la génesis de “Plenilunio”, según una entrevista realizada por Justo Serna publicada en WWW.ojosdepapel.com, el novelista manifiesta: “Las primeras pistas sobre (…) “Plenilunio” las tuve en 1987. Muñoz Molina ha declarado que reparó en una fotografía publicada en un periódico americano de un individuo de rostro bondadoso acusado de un crimen horrible cuando estaba con “El jinete polaco”, a raíz de una noticia concreta que me impresionó”. Esto le llevó a cuestionarse si los rasgos del rostro y muy especialmente de la mirada, delatan la conciencia del mal.

Pero veamos cuál es su argumento: Un innominado inspector de policía que ha estado destinado muchos años en el País Vasco (Bilbao) en la época de más asesinatos de la banda terrorista ETA con la consiguiente vida angustiosa marcada por el miedo y las amenazas, obtiene destino en la ciudad donde pasó su adolescencia en un internado de los jesuitas. El inspector busca la tranquilidad y la seguridad que no había tenido en Bilbao. El contacto con el dolor y la muerte provocados por el terrorismo y la relación distante con su mujer le han convertido en un individuo infeliz y escéptico.
En su nuevo destino vuelve a encontrar otro tipo de violencia irracional, la que protagoniza un asesino y violador de menores, un hombre de aparente vida normal, pero perturbado, que se dedica a violar o asesinar niñas en las noches de luna llena (Plenilunio).
Alrededor de las investigaciones policiales se describe la vida de los personajes que mantienen relación estrecha con el inspector: su mujer (innominada), la maestra Susana Grey, el padre Orduña, el médico forense Ferreras y el propio asesino. El eje de la novela no es la acción, secundaria y dosificada, sino la reflexión sobre las vidas de estos personajes, condenados a la derrota y al fracaso.
El inspector dedica todo su tiempo a la búsqueda del criminal, que esperaba conocer por la mirada y que logra detener gracias a la constancia y a la perspicacia policial. Como contrapunto a esta historia criminal el inspector vuelve a encontrar el amor con una maestra 20 años más joven que él, que le devuelve la ilusión de vivir.
De fondo la sombra del terrorismo que padeció en el Norte planea de nuevo sobre él. Al final es víctima de un atentado de ETA, del que sale mal parado.

Los personajes de “Plenilunio” son individuos desilusionados que ya no esperan nada importante de la vida. El inspector ha llevado una vida dura en Bilbao, que ha provocado la enfermedad mental de su mujer. El asesino muestra su frustración familiar y vital. El padre Orduña acusa el fracaso de sus ideales y el olvido a que está sometido. Susana Grey, la maestra, lleva una vida solitaria provocada por el fracaso matrimonial y por el abandono de su hijo en la adolescencia. Susana es el único personaje que lucha contra su vida gris. Ella lleva la iniciativa en la relación amorosa con el inspector y además toma la determinación de abandonarlo todo para un cambio de vida en Madrid.
Sólo el final de la novela abre un camino a una vida más halagüeña, que la relación de Susana y el inspector se consolide, que la fe religiosa del asesino sea sincera y que el forense Ferreras consiga la felicidad.
Veamos ahora las características de los personajes:
El inspector: Lo primero que se nos hurta es el nombre y de su aspecto físico sólo nos dice que tiene el pelo gris, mediana edad y ropa más bien del norte que de su nuevo destino. Es un policía normal, con problemas amorosos, que hasta hace poco abusaba del alcohol, del tabaco y visitaba los prostíbulos. Ha llegado a esta situación por la vida traumática ( atentados, amenazas, llamadas telefónicas) que ha llevado en el País Vasco, que ha destrozado psíquicamente a su mujer. En el nuevo destino intenta rehacer su vida y entabla relaciones con Susana Grey, con quien va a descubrir la pasión y el amor; pero siente culpabilidad por la enfermedad de su mujer y esto le impide romper con el pasado.
El inspector tiene un pasado de espía, de policía social durante la dictadura. Aunque era hijo de un preso político, cuando era joven se ganaba la vida en la universidad pasando informes sobre los estudiantes politizados: “me han contado que este cabrón empezó de social, cuando Franco, denunciando gente” (pág. 174), escribe el terrorista que vigila al inspector, lo que nos da idea de la amenaza de atentado.
En el aspecto profesional es un policía concienciado y entregado a su trabajo. Él es el que lleva el peso de la investigación del crimen con obsesión. El inspector tiene elementos de la novela negra: una vida difícil, un sentimiento de desarraigo y la búsqueda de la verdad en un contexto violento.
El asesino,también innominado. Se puede considerar el antagonista del inspector. Al principio el narrador va dosificando la información sobre el sospechoso, algo habitual en las novelas policíacas. Reitera que el asesino debe llevar el mal impreso en la mirada. Después nos va dando los primeros datos: es un joven moreno, con una mano herida y con una profesión manual.
Luego nos va revelando la identidad del asesino a través de sus actos y pensamientos. Se trata de un personaje atormentado, frustrado y acomplejado por el diminuto tamaño de sus órganos sexuales , por su impotencia, por su oficio de pescadero y por su origen humilde. De su aspecto físico destaca el gran tamaño de sus manos, sus uñas sucias y rotas y sobre todo el olor a pescado que impregna toda su ropa.
En el aspecto moral desprecia a sus padres, consume películas pornográficas y es un reprimido a nivel social, sexual y profesional. Como no es capaz de tener relaciones con chicas normales busca su desahogo atacando a prostitutas o abusando de menores.
Susana Grey es la maestra de la niña asesinada, Fátima, pero su papel es singular, porque va a ser el centro de la trama amorosa con el inspector. Su vida insatisfactoria procede de un fracaso matrimonial con un hombre con el que nunca fue feliz y por la frustración que supone el hecho de que su hijo decida irse a vivir con su padre cuando llega a la adolescencia. Susana es una mujer decidida que lucha por conseguir la felicidad. Ella es la que lleva la iniciativa en la relación amorosa con el inspector. Estamos ante una mujer culta, amante de la literatura y de la música. Frente a los demás personajes, Susana se muestra sensible, culta e inteligente. Ella es el nexo de unión que une a todos los personajes, pues es amante del inspector, amiga del forense Ferreras, profesora de la niña asesinada y cliente del asesino.
El ex marido de Susana muestra el fracaso de unos ideales progresistas mal asimilados y peor llevados. Sólo Susana abandonada por el marido y por el hijo muestra una capacidad efectiva para sobreponerse al fracaso y al miedo a la soledad.
El Padre Orduña, este personaje, viejo sacerdote jesuita y ex profesor del inspector, sirve para poner de manifiesto el contraste entre el franquismo y la transición democrática. Aparece caracterizado como un cura obrero empeñado en conjugar el cristianismo con el comunismo. Es una figura arquetípica de los últimos años de la dictadura. Se trata de un hombre de otra época, la realidad le ha desbordado y no encuentra su sitio en la nueva sociedad.
Su papel en la novela consiste en explicar la infancia del inspector, hijo de un represaliado en la guerra civil al que, como profesor, no ha conseguido transmitir sus ideales. También cumple la función de escuchar al inspector en una confesión laica mediante la que conocemos sus frustraciones y debilidades.
El forense Ferreras tiene dos funciones en la novela, la primera la propia de su profesión: el informe sobre la muerte y la violación de las niñas. Es un profesional cuidadoso y riguroso con su trabajo. La segunda función es la de informarnos del pasado de Susana recién llegada a la ciudad, pues era amigo de su marido hasta que se fuga con su novia.
En cuanto a su carácter se muestra jovial, impulsivo y charlatán.
La mujer del inspector: Este personaje ayuda a comprender la soledad del inspector. Su matrimonio no ha sido feliz y se agrava con los problemas psiquiátricos como consecuencia de la violencia sufrida en el País Vasco. Esto hace que el inspector se sienta responsable de su estado y no se decida a terminar su relación con ella. Ella es el principal escollo para que el inspector sea feliz con Susana Grey. Al final sólo sabemos que los médicos le van a dar el alta.
Fátima es la niña asesinada que el inspector conoce después de muerta por el testimonio de la maestra y por las fotos y vídeos domésticos. Procede de una familia obrera y es la mejor alumna de la clase.
Paula es la segunda niña atacada que sobrevive milagrosamente. Se muestra valiente y con la ayuda del inspector será capaz de afrontar la situación con entereza. El inspector va a establecer una relación muy cercana con ella, que choca un poco con la imagen dura y problemática que tenemos de él. Esto es un síntoma del cambio que se está produciendo en el inspector a raíz de su relación con Susana Grey.

En cuanto al tiempo, en “Plenilunio”, no hay ninguna referencia al año en que suceden los acontecimientos; sin embargo la novela se publica en 1997, por lo tanto los hechos que se narran serán anteriores a esta fecha y posteriores a 1975, porque todas las referencias al franquismo son en pasado. Hay algunos indicios que nos aproximan a la fecha de la acción, por ejemplo el asesino manifiesta que ha visto varias veces la película “El silencio de los corderos”, estrenada en 1990. También Susana Grey compara la muerte de la niña, Fátima, con las violaciones y asesinatos realizados por los militares servios en la guerra de Bosnia. Esta guerra tuvo lugar entre los años 1991 y 1995. Así pues los hechos que se narran sucederán en los cinco primeros años de la década de los 90.
Por lo que se refiere al tiempo interno de la novela, la acción se desarrolla a lo largo de un año. El narrador aporta algunas referencias temporales: el inspector ha llegado a la ciudad “sólo unos meses antes, a principios de verano”; el crimen de Fátima sucede a finales del otoño o a principios del invierno; la violación de Paula se produce cuando faltaban dos semanas para las vacaciones de Navidad; el inspector (acostumbrado al Norte) dice que añora el frío y la lluvia del lejano invierno y el narrador dice que han pasado siete meses desde la muerte de Fátima. Con todos estos datos podemos afirmar que la novela se desarrolla siguiendo un orden lineal entre la primavera y el otoño de un año entre 1990 y 1995.
La mayor parte de la novela se desarrolla en un ambiente nocturno. Tanto el asesinato de la niña como la relación de Susana con el inspector suceden por la noche. Sólo los tres últimos capítulos se desarrollan a la luz del día, que simboliza la superación del temor tras la detención del asesino.

No se nombra la ciudad donde transcurre la acción de la novela, sólo se dice que es una ciudad “alta e interior”. Cuando la acción sucede fuera de la ciudad se describe el paisaje con elementos de ciudades andaluzas: olivares, cortijos, el color pardo o rojizo de la tierra, y además hay varias referencias al río Guadiana. Todo ello nos hace suponer que la ciudad donde suceden los hechos es Mágina, designación literaria de su Úbeda natal; pues encontramos el parque de la Cava, las plaza con la estatua del general, el hospital de Santiago y la parte antigua renacentista.
Los espacios exteriores tienen su importancia en la novela, ya que tanto el inspector como el asesino pasean a menudo por la noche por las calles de la ciudad. El inspector para detener al criminal y el asesino para gozar de la sensación de impunidad.
Los espacios interiores sirven para conocer mejor a los personajes, pues reflejan su personalidad y su modo de vida. La casa del inspector se describe como un piso vacío y este vacío físico no es más que una proyección de su estado de ánimo. El antiguo colegio donde vive el Padre Orduña nos ayuda a comprender mejor al personaje, pues se define como anticuado y decrépito. Las casas de las víctimas se caracterizan por la modestia propia de una familia trabajadora y por las abundantes fotografías de las niñas.
La decoración de la casa de Susana Grey refuerza su imagen de mujer culta e independiente.
La casa del asesino da una sensación de vulgaridad y opresión. Vive con sus padres, pero se encierra en su desordenada habitación, donde pasa las horas viendo películas pornográficas.
La cafetería de la plaza, el Monterrey, se describe desde la perspectiva del inspector. Su instinto de protección le hace sentarse en una mesa frente al ventanal que da a la plaza.
Estas precauciones hacen que sintamos el peligro de sufrir un atentado.

En “Plenilunio” nos encontramos con un narrador omnisciente en 3ª persona, que nos transmite con objetividad lo que ve, pero también lo que piensan o recuerdan los personajes. No los juzga, simplemente transmite lo que hacen o piensan.
Pero a pesar de que la tercera persona es el punto de vista predominante, aparece la confesión personal en 1ª persona inserta dentro de un diálogo. Por ejemplo cuando Susana cena por primera vez con el inspector le cuenta las vicisitudes de su fracaso matrimonial o cuando el inspector habla con el Padre Orduña sobre la búsqueda del asesino y sobre su vida en el colegio.
En cuanto a las técnicas narrativas tenemos varios hilos narrativos: el primero y primordial, la trama policial; el segundo las vivencias del inspector en el País Vasco y el temor a un atentado terrorista y el tercero, en contrapunto ante tanta desolación, la historia de amor entre el inspector y Susana.
En el desarrollo de la trama cada capítulo suele estar dedicado a un personaje. A veces en un mismo capítulo, de forma alterna, a personajes o acontecimientos distintos. Esta forma de narrar parece que tiene influencia del cine o de las series de televisión.
También utiliza la técnica del suspense para despertar el interés del lector. Se interrumpe el relato en momentos de máxima tensión dejando al lector con la intriga de lo que sucederá. Así en el capítulo 20 el asesino ha seguido a la 2ª niña, Paula, hasta el ascensor de su casa y una vez dentro, la narración se para de forma abrupta cuando golpea con fuerza el botón de stop. Tendremos que esperar hasta el capítulo 22 para saber qué ha pasado.
El suspense en la novela se construye sobre la oposición entre el avance de la investigación del crimen sexual y la planificación silenciosa del atentado de ETA contra el inspector. Sabemos que el asesino de la niña está libre y puede volver a actuar y sabemos, también, que un asesino acecha al policía, porque ha visto su imagen en televisión y sabe dónde encontrarlo. Pero estas dos líneas de suspense culminan al final de la novela, el asesino es puesto a disposición judicial y el terrorista conseguirá su objetivo: atentar contra el inspector.
Desde el propio título (Plenilunio) la luna está presente en casi todos los capítulos de la novela y en los momentos de clímax como luna llena. La luna actuaría a modo de elemento cohesinador. Veamos algunos ejemplos:
El inspector busca la mirada del asesino de noche, bajo la luz de la luna; los ataques se producen siempre con la luna en fase de luna llena; la luna es el único testigo del primer encuentro íntimo del inspector y Susana; la luna llena será la clave para la resolución del crimen. El inspector intuye que el asesino volverá al lugar del crimen esa noche.
Todo este protagonismo de la luna se basa en la creencia que la luna llena incita a las personas al mal.
Dentro del estilo podemos destacar el uso del polisíndeton y la abundancia de verbos para aumentar la tensión: “tropieza , cae entre dos coches y no llega a tiempo a adelantar las manos y su cara golpea contra las losas”.
En la presentación de los personajes aparecen la anáfora y el paralelismo para reforzar los rasgos que nos quiere transmitir: “las manos limpias, las manos blandas de tanta humedad, las manos rojas del trabajo y del frío, las manos con dedos grandes, con uñas cuarteadas de filos ásperos y córneos, las uñas siempre con un borde negro”.

SIGNIFICACIÓN:
Además del crimen y su investigación, “Plenilunio”, es una novela en la que el autor reflexiona sobre temas de actualidad como la violencia, el terrorismo, el mal, el amor, la insolidaridad de la sociedad actual y sobre el sensacionalismo de los medios de comunicación.
La violencia se manifiesta en los abusos sexuales a menores y en el asesinato de Fátima. También tenemos otro episodio, que recuerda el padre Orduña, sobre el abuso y asesinato de uno de los niños del internado a manos de un fraile perturbado. En ningún momento el narrador se muestra moralista, sino que se limita a contarnos los acontecimientos de forma objetiva. Pero el lector rechaza el mal y toma partido por las víctimas.
La otra violencia que planea por la novela es el terrorismo de ETA, que no sólo asesina con tiros en la nuca o coches bomba, sino que extiende su violencia al ámbito privado (policías y sus familias o empresarios extorsionados) con amenazas verbales, llamadas telefónicas a altas horas o con las pancartas en la calle. La mujer del inspector es víctima de esa otra violencia, que ha deteriorado su matrimonio y la ha llevado a un hospital psiquiátrico. La misma actitud desolada y escéptica del inspector es fruto de la amenaza del terrorismo.
Todos los personajes muestran su extrañeza sobre la existencia del mal y no son capaces de comprender los motivos que llevan al asesino a cometer los abusos sexuales y el crimen.
La insolidaridad de la sociedad se manifiesta en la impunidad con que actúan los asesinos. El secuestro de las niñas, el traslado hasta el parque, los restos de sangre no despiertan la sospecha de ningún ciudadano. Tanto los terroristas de ETA como el asesino pescadero logran cometer sus delitos ante la indiferencia, cuando no inhibición de los ciudadanos.
Otro tema presente es el del amor en una doble vertiente. Por un lado, el amor conyugal del inspector hacia su esposa, que es un amor roto, desgastado por el paso de los años y en el que no hay pasión. Pero el inspector no es capaz de romper el vínculo con su esposa, porque él se siente responsable de sus problemas psíquicos. La situación vivida en Bilbao, la presión y el acoso de ETA, son las causas de su internamiento en un psiquiátrico. Esto le impide iniciar una nueva vida con Susana Grey, que queda en adulterio.
La otra vertiente del amor la encontramos en la historia de amor del inspector con Susana Grey. La maestra aparece como la salvadora que le hace descubrir la auténtica pasión. Susana es el único personaje positivo de la novela. Se muestra como una mujer culta, aficionada a la literatura y a la música. Mujer divorciada, que ha tenido que criar a su hijo sola, que luego se va con su padre. Es una mujer independiente, que con 40 años, decide rehacer su vida tomando la iniciativa, algo impensable en décadas anteriores. Susana, la maestra, representa a la mujer moderna y liberada de las ataduras de la época de la dictadura.
También cabe destacar el sensacionalismo de los medios de comunicación, tan presentes en nuestra vida diaria. En efecto cuando se da la noticia del asesinato de Fátima, la plaza se llena de cámaras y de antenas móviles para transmitir al minuto, llegando incluso a los telediarios. En esta actitud de los medios parece que pesa más el morbo para lograr audiencia que la información. Prueba de ello es el abandono de todos los medios cuando pasa el momento y la investigación no avanza. Consciente de ello el inspector quiere evitar que la noticia del ataque de Paula llegue a la prensa. Este hecho va a ser fundamental para detener al asesino. También asombra la aceptación silenciosa de la violencia y del terror suministrados a diario por los medios de comunicación.
Muñoz Molina muestra al asesino como una figura despreciable sin que quepa ninguna coartada estética ni relativista y vuelca toda su piedad solidaria con el dolor de las víctimas y de su entorno.
En “Plenilunio” se hace un claro homenaje a las víctimas, frecuentemente abandonadas en el sistema jurídico español, si bien los asesinos tienen todo tipo de garantías procesales.
El autor parece buscar una reacción extrema de rechazo a la violencia. Como si la escritura tuviera una función catártica. Enfrenta al lector con detalles de unas descripciones que pueden herir su sensibilidad y su conciencia moral: “Los muertos hablan, decía Ferreras (…), muestran sin palabras todo lo que fueron (…), el hígado hinchado por el alcohol, las caries, el alquitrán en los pulmones (…), la irritación en los esfínteres por falta de higiene, los efectos del trabajo en las manos, las huellas de la nicotina”. (págs. 163-164).
La novela fue bien recibida por la crítica (Juan A. Masoliver en “La Vanguardia”, Ricardo Senabre en el “ABC Cultural” y García-Posada en “El País”) y por el público lector y recibió varios premios nacionales e internacionales: Premio Euskadi de Plata (19979; Premio Femina Etranger a la mejor novela extranjera publicad en Francia; Premio de la revista “Elle” y Premio “Crisol” en 1998.
En el año 2000 Imanol Uribe estrenó la adaptación al cine de “Plenilunio”. Colaboró en la adaptación Elvira Lindo en calidad de coguionista. Interpretó al policía Miguel Ángel Solá, al Padre Orduña Fernando Fernán-Goméz y al asesino y violador Juan Diego Botto.

Ediciones de “Plenilunio”:
Alfaguara, 1997 (1ª edición);Círculo de Lectores, 1997; Suma de Letras, 2000;Punto de Lectura, 2008.

Novelas de Antonio Muñoz Molina:
Beatus ille (1986), El invierno en Lisboa (1987), Beltenebros (1989) El jinete polaco (1991), Ardor guerrero (1995), PLENILUNIO (1997), Carlota Fainberg (1999), En ausencia de Blanca (1999), Separad. Una novela de novelas (2001), Ventanas de Maniatan (2004), El viento de la luna (2006) y La noche de los tiempos (2010)

BIBLIOGRAFÍA:
. Alarcos Llorach, Emilio. “Antonio Muñoz Molina: la invención de la memoria” en Historia y crítica de la L. E. Vol. 9. “Los nuevos nombres”, 1975-1990.
. Andrés-Suárez Irene y Casas Ana (coods.). “Cuadernos de narrativa Antonio Molina”. Grans Seminaire de Neuchâtel. Coloquio intenacional Muñoz Molina, 5-6 de junio de 1997. Edit Arco/Libros S. L. Madrid, 2009.
. Bejines Hormigo, José Manuel. “El tratamiento de la víctima en “Plenilunio y Sefarad” en “Guerra y Literatura”. Actas de XIII Simposio internacional sobre narrativa contemporánea. El Puerto de Santa María (Cádiz), 2006.
. Díaz Castro, Francisco. “Novela española de fin de siglo”. Lleonard Muntaner Editor. Palma de Mallorca, 2001.
. Soria Olmedo Andrés. “Una indagación sobre la obra de AMM.” Alfaguara. Madrid, 1998.

Revistas:
- “Clarín, nº 9, 1997. “Plenilunio de Antonio Muñoz Molina” de Ana Rodríguez Fisher
- “Letras de Deusto”,Vol. XXXI, nº 92. Bilbao, 2001: “La narrativa de Antonio Muñoz Molina: de Beltenebros a Plenilunio” de Marta Beatriz Ferrari.
- “Taller de Letras, nº 31, 2002: “Plenilunio de Antonio Muñoz Molina: trasfondo político-literario de un crimen sexual” de H. Neira.




jueves, 6 de mayo de 2010

REALIDAD DE LA FICCIÓN EN LA ORILLA OSCURA DE JOSÉ Mª MERINO

José M” Merino, La Coruña, 1941

José Mª Merino publicó “La orilla oscura” en 1985 , y es su tercera novela, después de “Novela de Andrés Choz” (1976) y “El caldero de oro” (1981). En esta novela metafictiva reflexiona sobre los límites entre la realidad y la ficción; esto dice Gonzalo Sobejano a propósito de la novela: “la culminación española de la novela que reflexiona sobre su propia textura, sobre su ir haciéndose y deshaciéndose y sobre los confines de lo real con lo ficticio, logrando un complejo y sutil “reencantamiento” de la realidad” (Metaficción en “Ínsula, 512-513, 1989).
“La orilla oscura” plantea el drama del ser humano cuando intenta afirmar su identidad y su espacio vital teniendo que vencer la imagen engañosa de lo que contempla. Se trata de un ser humano que se halla en la “orilla oscura” de su conciencia.
Antonio Martínez Menchén, compañero de Merino en el Ministerio de Educación, cuenta que el Ministerio organizó una comisión para un viaje de trabajo a Centroamérica y Merino participó en esa comisión. Volvió impresionado de ese viaje, de la arquitectura colonial, de la injusticia social, de la violencia de la policía etc; pero lo que le dejó mayor impresión fue un río por el que hizo un viaje y un museo, que al recorrer las salas se detuvo ante un retrato que parecía el de su padre vestido con ropas del siglo XVIII, y cuando estaba contando esta experiencia, Merino estaba construyendo “La orilla oscura” (“Otro lunes” nº 11, enero 2010).

Pero veamos cuál es su argumento: Un protagonista anónimo, profesor en Estados Unidos de América, se encuentra impartiendo un seminario sobre el realismo decimonónico español en una universidad centroamericana, tras lo cual planea pasar sus vacaciones en León, su lugar de origen. Pronto todo se confunde: “quizás estás soñando aunque ves que estás despierto” . El profesor cree identificar en el museo de la ciudad, donde está impartiendo el seminario, objetos que le son familiares. Todo termina cuando descubre las facciones de su padre en el retrato de un independentista, un posible antepasado suyo emigrado a América. Las premoniciones se cumplen al visitar al único descendiente del independentista, sus identidades se cambian. El profesor toma la identidad del lejano pariente americano y decide con su mujer hacer un viaje en lancha.
Durante el viaje por el río se inserta la historia del piloto lanchero, que es de León y cuenta su época de estudiante en León y su posterior trabajo como fotógrafo de prensa en Madrid, así como su emigración posterior a Centroamérica, donde tenía un familiar representante de licores.
La vida del piloto en España tiene como personaje principal a PEDRO PALAZ, el innominado profesor en Estados Unidos. Y junto a él, su primo Anastasio Marzán Lobato, Nonia, la novia de juventud del piloto y Susana, la peregrina francesa que se instala en León durante un tiempo. La historia rememorada por el piloto está situada en León.
El núcleo narrativo básico es la historia de Pedro Palaz. Su obra y sus teorías en torno a la identificación entre vida y literatura fascinan al piloto, que es su ferviente admirador, que , a su vez, es un escritor novel de novela. Trata, entonces, de ponerse en contacto con Pedro Palaz, tarea casi imposible. Conoce a su primo y representante, Marzán, quien le manifiesta que Palaz (falaz) no existe. Es un apócrifo que él se ha inventado, una broma literaria. Pedro Palaz sería un remedo de Sabino Ordás, el sabio de Ardón, profesor exiliado en América después de la guerra. Pero todo esto toma un giro muy unamuniano: el propio Pedro Palaz se presenta en León, en casa del joven estudiante, ahora lanchero, y le muestra la obra que ha publicado: “Escribo, luego existo”, afirma Palaz y desparece de forma tan sorprendente como había aparecido. A partir de aquí, ni su creador Marzán, ni su admirador y lector, el joven piloto, pueden afirmar su realidad con la misma convicción.
Terminado el relato del piloto, la excursión por el canal llega a su fin. En el hotel se renuevan los sueños del dios lagarto y de la iguana inmóvil, que se convierten en un ser único. Los dos reptiles y las dos personas (el profesor y el cafetalero) se insertan en la realidad única del dios lagarto. Se trata de una pesadilla en la que replantea el tema del dormido despierto: “En el viejo tema del dormido despierto, la propia creencia en que lo vivido había sido soñado dejaba aquello inocua y sin sustancia”.
En sueño, el protagonista abandonó el hotel y voló de regreso a la capital del país centroamericano, con recuerdos del personaje que había soñado ser, volvió al museo y ante el retrato se vio junto al lejano pariente ultramarino .
Termina el seminario y regresa a España. Viajará en tren a su tierra, donde se renuevan las ensoñaciones de la novela, de forma circular, porque la casa se transforma en selva, museo y galería de entrada al templo del dios lagarto.
Recibe una carta de un joven admirador al que busca en Trobajo. El muchacho le abre la puerta y ambos se quedan inmóviles durante el tiempo que se tarda en cruzar las fronteras de los sueños y las vigilias. El muchacho dirá algo. Y tú cuando respondas, sabrás que estás a punto de despertar. Pues así termina, así comienza verdaderamente todo; con lo cual se renueva la historia de Pedro Palaz, el apócrifo y la novela podría recomenzar, de modo que estaríamos ante una novela sin fin.
ESTRUCTURA:
José Mª Merino dedica irónicamente su novela, “La orilla oscura”, a Sabino Ordás: “Para Sabino Ordás, maestro y amigo”, como si se tratara de una persona real. Sabino Ordás es un apócrifo total con obra publicada como “Las cenizas del fénix”, atribuido a Sabino Ordás.
A partir de aquí la novela se abre en nueve capítulos numerados en romanos y con títulos: I. “En el museo” y el último IX. “El regreso”. A su vez cada capítulo se divide en varias secuencias separadas con blanco pasando a la página siguiente.
Dentro de esta estructura tenemos dos niveles narrativos que tienen un mayor desarrollo: la historia del protagonista-profesor y la historia inserta que relata oralmente el piloto.
La historia del profesor universitario abre las puertas del laberinto narrativo deambulando desorientado por las calles de la ciudad, donde está impartiendo el seminario, que le conducirá al Museo-fortaleza, lugar donde tiempos y espacios diferentes se superponen. En seguida reconoce los rasgos de su padre en el retrato del independentista, esto le produce un desasosiego que termina en la transmutación (metamorfosis) en su paralelo americano, descendiente de un antepasado común. La suplantación se produce de manera efectiva: el profesor es ahora un empresario cafetalero hispanoamericano, que habla con el acento de su país y ocupa el lugar de su familia, sin que nadie lo advierta, salvo el propio profesor, que tiene la sensación de estar representando un papel que no le corresponde.
El protagonista, ahora empresario cafetalero, recuerda sus vivencias de la infancia, como seguro de su propia identidad. Recuerda la historia del dios lagarto contada por la tía Marcelina en su infancia. Este relato integra mitos indígenas: un soldado que sobrevive a todo tipo de dificultades, llega al templo del dios lagarto, donde se para a descansar. Este dios de piedra, abandonado por su fieles, decide metamorfosear su naturaleza por la del soldado y ocupa su lugar. El dios regresa con la familia del soldado y vive con la esposa, hasta que ésta lo descubre gracias a la magia de una bruja. Esta historia actúa como plantilla, como texto-espejo que se reconoce en la narración principal, mediante la reiteración de las metamorfosis.
El protagonista-empresario con su mujer decide hacer un viaje fluvial por los canales y esto dará lugar a la inserción del relato del piloto. La narración oral del piloto ocupa 4 de los nueve capítulos de la novela- del IV al VII. El piloto-lanchero narra los momentos de su vida en España: su época de estudiante en León y su trabajo como fotógrafo de prensa en Madrid.
El piloto era un admirador de Pedro Palaz, escritor y profesor leonés afincado en Estados Unidos, que es primo de Anastasio Marzán; aparece también Nonia, su novia de juventud y Susana, la peregrina francesa que se instala en León durante algún tiempo. La historia rememorada por el piloto incorpora en la novela el espacio leonés, nombrando lugares, barrios y calles como el paseo de Papalaguinda, la fuente de Neptuno en el jardín de San Francisco y los barrios del Crucero y Trobajo. Este conato de realismo se integra, no obstante, en una historia donde los límites de lo real se confunden con los sueños.
Del desorden de la memoria del piloto surgen una serie de núcleos narrativos entremezclados, así tenemos el núcleo narrativo principal constituido por la historia de Pedro Palaz. El piloto, entonces estudiante y escritor novel, es un admirador de las obras y de las teorías literarias en torno a la confusión entre vida y literatura y también sobre la importancia de la tradición oral como génesis de la novela. Trata, entonces, de ponerse en contacto con Palaz, y en la editorial le dan la dirección de su primo y representante literario, Anastasio Marzán, que le dice que Palaz no existe, que él lo ha inventado, que es un apócrifo. Sin embargo será el propio Palaz, ente de ficción, al modo de Augusto Pérez de “Niebla” de Unamuno, quien se presente en León, en casa del joven estudiante y le muestre las obras que ha publicado y luego desparece.
El piloto lee la novela de Pedro Palaz, que trata de un hombre emigrado a América, que vive junto a una colina exacta a otra de su casa materna, que actúa como barrera que nunca se atreve a traspasar por miedo a perder su ilusión de que detrás está su tierra añorada.
También nos dice el piloto que la peripecia imaginada por Palaz “se enredaba de modo circular” y que, aunque la trama se cerraba, “dejaba la posibilidad de que ambas cosas, el sueño y la vigilia, tuviesen la misma consistencia”(pag.141). Así pues la comprensión de este desenlace es común para la ficción principal y para la narración del piloto. Al final de la novela cuando el protagonista-profesor recupera confusamente su identidad, regresa a su tierra leonesa y encuentra la nota de un admirador de su obra al que se apresura a visitar en Trobajo; en ese momento está repitiendo el gesto de Pedro Palaz visitando al joven piloto, que a su vez le ha dejado una nota admirativa con su dirección en Trobajo. Seguimos en el laberinto, donde sueño y vigilia tienen la misma consistencia; pero vamos viendo que el protagonista-profesor puede ser Palaz, apócrifo de Marzán.
El piloto en su juventud escribe una novela en la que reflexiona en cierta medida sobre el contenido de la macronovela: “La orilla oscura”. Así cuando explica el argumento como tres historias diferentes teniendo un ángulo de coincidencia, está aludiendo a la obra de Merino. O cuando reflexiona sobre la ambigüedad desde la que se narran las metamorfosis de sus personajes está caracterizando la ficción de José Mª Merino.
Hay otro núcleo narrativo narrado por el piloto que es la historia de la peregrina, que tiene su origen en una leyenda del siglo XII, en la que se cuenta el amor sacrílego de dos peregrinos condenados a recorrer el Camino de Santiago sin encontrarse hasta el fin de los tiempos; pero esta historia se desarrolla en dos versiones, paralelas en espacio y personajes. Una primera versión vivida y relatada por el piloto, cuando éste conoce a una peregrina francesa Susana, que conduce un carro de mulas (inusual en la época actual), quien decide instalarse en León, en una casa de Trobajo. Allí inicia una relación amorosa con el joven estudiante, y allí es donde recibe la visita de Pedro Palaz, que desparece misteriosamente junto con Susana.
Una segunda versión, contada por Nonia en un encuentro posterior con el piloto, que éste relata y ahora la peregrina es la señorita Sisan, que es profesora de francés y piano de Nonia. Sisán es una mujer piadosa y angustiada por un secreto que al fin confiesa a su alumna: sus amores sacrílegos con un fraile con el que recorría el Camino de Santiago y que fueron castigados por ello con la separación. Nonia descubre que ambos están vivos, ante lo que huyen despavoridos. Esta historia vivida por Nonia tiene su calco en la leyenda medieval referida, cuyo testimonio escrito busca Nonia infructuosamente.
Pero además, el paralelismo con lo vivido por el piloto pone de manifiesto la doble naturaleza de los personajes: Susana, amante del piloto de joven, y la señorita Sisán, la profesora son la misma persona. Del mismo modo el fraile que Nonia conoce como el amante peregrino separado viene a identificarse con Pedro Palaz, que desparece misteriosamente con la peregrina.
Esta confusión de historias desemboca en el núcleo narrativo principal, cuando el piloto reconoce a Marzán en un hombre barbudo y silencioso que viaja con el protagonista-empresario cafetalero y su esposa. El piloto parece identificar en el protagonista-empresario a Pedro Palaz, cuyo destino se cumplirá cuando recupere su identidad como profesor y regrese a León y visite al joven admirador de su obra.
Las constantes metamorfosis de los personajes propiciadas por el sueño, la leyenda o el mito producen como resultado esta confusión de la realidad ficcional que no persigue la verosimilitud.
El tema básico de la novela, como hemos venido repitiendo es el de la indeterminación de lo real y de la identidad del yo: la incapacidad del individuo para aprehender la realidad. Y a pesar de la localización de los espacios novelescos en León, Madrid y un país indeterminado de Hispanoamérica, y aunque la historia ordena los hechos, todo se sume en una pesadilla, donde vigilia, sueño y mito se confunden.

Los personajes van apareciendo ante el lector, pero sin llegar a cobrar una fisonomía definitiva, así el protagonista, más bien pasivo carece hasta de nombre y el piloto también. El protagonista de “La orilla oscura” es el anónimo profesor, el empresario cafetalero, el guerrero metamorfoseado en lagarto de la historia antigua, la memoria de un niño en el instante en que contempla una iguana, el peregrino de una leyenda del siglo XII, y por fin el escritor exiliado Pedro Palaz, que asume todas las demás identidades. Pero, claro, esta identidad definitiva, con nombre propio, corresponde a un apócrifo literario creado por Marzán y sin embargo se subleva contra su creador y afirma su existencia remedando a Descartes: “Escribo, luego existo” (pag.182).
Sus (Susana) tuvo una relación con el protagonista y luego se casó con un argentino, Susana es la peregrina, definida con breves rasgos como pintora, amante del piloto, o Sisán profesora de música de Nonia, de origen francés.

La novela está narrada en 3ª persona, pero la focalización corresponde al protagonista. Este narrador es un mero verbalizador que en ningún momento llega a dar nombre al protagonista. La voz interpreta los pensamientos y las elucubraciones del personaje y con él se pierde por lo derroteros del sueño.
En cuanto a la narración del piloto está contada en 1ª persona y tiene al protagonista como narratario. Sin embargo el piloto al recrear la historia de Nonia, adopta una posición distanciada desde la 3ª persona y en tiempo presente.
En ambos discursos, el principal y el inserto se producen dislocaciones en la ordenación de los hechos de la historia. La narración del piloto salta adelante y atrás en el tiempo. Cuando el protagonista, entonces empresario cafetalero, recuerda la historia del dios lagarto, ésta se incorpora se incorpora en la voz de la tía Marcelina (en su niñez) en 3ª persona.
Sin embargo, la verdadera comprensión de esta novela se alcanza en un tiempo subjetivo, no sujeto a una ley de ordenación lógica, donde el espacio y el tiempo se superponen en las conciencias y memorias de los personajes. El museo de la ciudad simboliza la unión de pasado y presente, unión que culmina en la identificación de los rasgos paternos en el retrato de un antepasado. Esta indeterminación espacio-temporal que se da al principio de la novela y que produce la primera metamorfosis marcará toda la novela.
En cuanto al tiempo los personajes lo sienten, no como un fluir temporal, sino como un instante infinito en el que se pueden encontrar todos los espacios. La imagen recreada en el pasado del protagonista niño encarándose a la iguana tiene relación con el tiempo infinito:” La iguana y él se miraban. En la infinita luminosidad sólo existían ambos (…), en esta ciudad desconocida donde latía (…) una vibración antigua. Este lugar podría, pues, ser el único lugar: envuelto en una burbuja de penumbra, atravesaba el universo” (pag.113).
Al final, la concepción de un tiempo circular en el que se superponen espacios e identidades distintas en un mismo instante infinito, tiene su mejor expresión al final de la novela, en el momento en que el protagonista confluye con el pasado de la memoria del piloto. El protagonista, asumiendo la personalidad de Palaz, visita al joven admirador de su obra: “Ambos os quedaréis inmóviles, contemplándoos con detenida curiosidad. No será un instante, pero tú sabrás que es un tiempo inmenso, al margen de los relojes y los latidos. El tiempo que se tarda en cruzar las fronteras de los sueños y las vigilias. El muchacho dirá algo. Y tú, cuando respondas, sabrás que estás a punto de despertar. Pues así termina, así comienza verdaderamente todo” (pag.347).
Así termina la novela y esta concepción de la temporalidad se acomoda al fluir caótico del sueño que traspasa toda la narración.
SIGNIFICACIÓN:
El personaje Pedro Palaz reflexiona sobre las interferencias entre vida y literatura, y señala que toda su vida real está impregnada por las vidas leídas y que los mundos que él ha conocido en la ficción son una mezcla tan íntima de lo vivido y de lo leído, que no es capaz de distinguir entre lo real y lo ficticio.
Pero no sólo Pedro Palaz confunde en su pensamiento lo vivido y lo leído, sino que el mismo personaje es un apócrifo dentro de la ficción novelesca; lo cual conduce a considerar la novela como un continuo desdoblamiento de perspectivas, muy lejos de la estructura plana de otras novelas.
Merino en “La orilla oscura” nos presenta a un personaje, Palaz, que escribe una novela dentro de la macronovela y a personajes que se convierten en narradores de otras tramas e historias distintas de la del protagonista (la narración del piloto o la historia de Nonia). Pero el autor desdobla aún más los puntos de vista, ya que el narrador coloca al protagonista en el límite, en el final de un proceso donde la realidad y la ensoñación se funden hasta el extremo de no saber si está soñando, aunque crea que esté despierto. Y en ese estado todas las metamorfosis son posibles. Es entonces cuando el protagonista se coloca en el límite de la vigilia y el sueño, para llegar a la realidad ficcional mediante el apócrifo; de manera que siempre quedará la duda, si dentro de la ficción el personaje verdadero es Marzán, que ha creado a Palaz y sus escritos, o si es Palaz, o si uno es el doble del otro.
“La orilla oscura” representa la realidad de lo pensado y escrito, de lo soñado despierto y de lo contemplado en la experiencia de los sueños. El protagonista vive una situación intermedia entre la vigilia y el sueño y duda si todo ha sido real o producto de un sueño como Segismundo en “La vida es sueño” de Calderón. La única certeza llega al final, cuando todo encaja, todo vuelve a su punto de partida, como un eterno retorno y el protagonista regresa al territorio de su infancia, al encuentro consigo mismo.
La novela fue publicada por la editorial Alfaguara en 1985 y fue muy recibida por la crítica, de tal manera que al año siguiente recibió el Premio nacional de la Crítica como mejor novela. También fue traducida al portugués: “A margen obscura”.
En el año 2000 José Mª Merino publica en un tomo con una trilogía: “El caldero de oro, La orilla oscura y El centro del aire” y esto afirma el autor en el prólogo: “La identidad es el tema central de las tres novelas que se reúnen en este libro, agrupadas bajo la denominación genérica de “Novelas del mito”.
José Mª Merino fue elegido académico de la RAE en marzo de 2008 y leyó el discurso de ingreso el 19 de abril de 2009 con el sugestivo título: “Ficción de verdad”, y así termina dicho discurso: “”Servidora de eso tan escurridizo que llamamos realidad, la ficción construye una forma exclusiva de verdad”.

Novelas de José Mª Merino:
"Novela de Andrés Choz(1976), El caldero de oro (1981), LA ORILLA OSCURA (1985), El oro de los sueños (1986), La tierra del tiempo perdido (1987), Las lágrimas del sol (1989), El centro del aire (1991), Las visiones de Lucrecia (1996), Los invisibles (2000), El heredero (2003), El lugar sin culpa (2006), La sima (2009).

BIBLIOGRAFÍA:
-Candau Antonio. “La obra narrativa de José Mª Merino”. Diputación de León, 1992
-Castro Díez Mª Asunción.”La narrativa del grupo leonés. Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y José Mª Merino”. Secretariado de Publicaciones. U. de Valladolid, 1999
-Encinar Mª Ángeles y Glenn Kathleen.”Aproximaciones al mundo narrativo de José Mª Merino”. Edilesa. León ,2000.
-Encinar, Mª Ángeles. “La pluralidad narrativa: escritores españoles contemporáneos (1984-2004)”. Biblioteca Nueva, 2005.
-Lee, Cheng Chan. “Metaficción y mundos posibles en la narrativa de José Mª Merino”. Secretariado de Publicaciones. U. de Valladolid, 2005
Revistas:
.“Cuadernos Hispanoamericanos” nº 139. 1987. “La doble orilla de José M” Merino” de Antonio Martínez Menchén.
.“Ínsula”, 572-573 (Agosto-septiembre) 1994. “Narradores Leoneses”
.“Otro Lunes”, nº 11, enero, 2010 (Revista hispanoamericana de Cultura) en “otrolunes.com” (Número monográfico dedicado a la obra de José Mª Merino)

lunes, 8 de marzo de 2010

ANÁLISIS Y ESTRUCTURA DE "RETAHÍLAS" de Carrmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite, Salamanca, 1925- Madrid, 2000

Carmen Martín Gaite nos da noticia de la génesis de “Retahílas” en la última página de la novela: “Empecé a tomar los primeros apuntes para esta novela en junio de 1965, en un cuadernito al que llamo, para mi gobierno, “cuaderno-dragón” por un dibujo que me había hecho en la primera hoja un amigo que entonces solía decorar mis cuadernos.
Terminé su redacción definitiva la tarde del 31 de diciembre de 1963, en mi casa de Madrid” .
No obstante la referencia más explícita a la composición de “Retahílas” la da la autora en una entrevista de 1970, donde habla de un doble argumento:”El de la ruina y el de la búsqueda de interlocutor. Nunca se escuchan historias mejor contadas que las que se cuentan a un interlocutor casual (…). Mi novela querría ser un diálogo muy difícil entre dos personas de distinta edad,(…) que se han visto obligadas a pasar juntas una noche con un pretexto casual. Poco a poco se van escuchando una a la otra (…), se van haciendo interlocutora la una de la otra” .
También el germen de esta novela estaría en un ensayo de la salmantina que da título a todo un libro:”La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas” de 1973. Así “Retahílas” sería una especie de aplicación novelesca de lo que allí se expone como un grave problema humano e intelectual y en ambos, artículo y novela, se usa la misma cita del P. Martín Sarmiento:”La elocuencia no está en el que habla, sino en el que oye; si no precede esa afición en el que oye, no hay retórica que alcance, y si precede, todo es retórica del que habla”(p.12).
Carmen Martín Gaite había publicado su última novela,”Ritmo lento” en 1962, así pues guardó silencio en lo que se refiere a la novela durante 12 años, renovada y mejor pertrechada para el oficio vuelve con “Retahílas”, que se publica por la Editorial Destino en la colección “Ancora y Delfín” en 1974.

Pero veamos cuál es su argumento: En el pazo familiar de Louredo, tía (Eulalia) y sobrino (Germán) coinciden cuando acompañan a la abuela y bisabuela respectivamente mientras agoniza. Conversan ambos durante una noche de agosto y se cuentan sus vidas y sus experiencias.
La novela está formada por seis capítulos centrales monologados alternativamente por cada uno de los dos protagonistas: Eulalia y Germán, a los que se añaden un preludio y un epílogo narrados en 3ª persona.
Cuenta el preludio la llegada de Germán al pazo familiar, donde no había estado desde los tres años, para acompañar a su bisabuela moribunda, Matilde, marquesa de Allariz. La anciana vivía en Madrid y su nieta Eulalia la ha trasladado a Galicia para que muera allí. Lleva siempre a su lado un baúl de recuerdos, su memoria. La hija de Matilde, Teresa, madre de Eulalia, tenía un carácter débil. Su marido la dominaba. Tuvieron dos hijos, Eulalia y Germán (padre). A la muerte de Teresa, el marido se despreocupó de sus hijos y se trasladó a América. Se casó de nuevo, pero mató a su mujer y se suicidó.
Eulalia tiene 45 años y está separada de su marido desde hace diez, pero lo recuerda constantemente. No tienen hijos. Germán, padre del sobrino, con quien habla, quedó viudo cuando sus hijos eran pequeños. Entonces se casó con la institutriz, Colette, con quien Eulalia no se llevaba bien y los hijos no la quieren.
A lo largo de la noche, en el salón del pazo, Eulalia cuenta a su sobrino los momentos más importantes de su vida. Le habla de las lecturas de su infancia, de la muerte de su madre, de la amistad con su cuñada Lucía, madre de Germán y de su hermano Germán. Sigue hablando del fracaso de su matrimonio con Andrés, de sus amigos y de su viaje a la India. Cansada por lo avanzado de la noche, se queda dormida sobre Germán.
En las retahílas de su sobrino conocemos cómo ha llegado a Galicia procedente de la costa catalana. Antes había estado en Londres, pero se aburría. Había pasado la noche anterior con su amigo Pablo y le llegó el telegrama de su tía Eulalia, tomó el avión para Madrid y después para Galicia. Habla de su madre, de su padre y de su madrastra, de su amigo, de su hermana Marga y de su novia Esther. Se siente feliz en la comunicación con su tía Eulalia.
Juana Failde, la criada, vive en el pazo desde los 7 años. La abuela pidió que la trataran como a uno más de la familia. Tiene la misma edad que Eulalia, pero está mucho más avejentada. Dispone de plenos poderes en la casa, pero no los usa. Cuando tía y sobrino se duermen después de sus retahílas alternadas, Juana entra para anunciar la muerte de Matilde . Son las cinco menos diez de la madrugada.
Este es el esquema de los componentes de la familia:

Ramón casado con Matilde (abuela-bisabuela), marquesa de Allariz
/
Teresa casada con marido innominado (difunto)
/
EULALIA (interlocutora) casada con Andrés (sin hijos)
Germán casado con Lucía (1ª mujer,difunta); 2ª mujer, Colette
/
GERMÁN (interlocutor)
Marga
Juana Failde, la criada.

ESTRUCTURA:En la novela hay un antetexto con una dedicatoria: “Para Marta y sus amigos”(…) y en la página siguiente se anotan las definiciones de la palabra “retahíla”, dadas por el diccionario de la RAE , por el de Joan Corominas y por la misma autora. “Yo debo añadir(…) el sentido figurado de “perorata, monserga o rollo” (…) con que he oído emplear esta palabra desde niña en Salamanca”. En la página siguiente vienen dos citas que hacen referencia a la comunicación, la primera de Fray Martín Sarmiento y la segunda en francés de Brice Parain.
A partir de ahí hallamos una disposición tripartita con un Preludio y un Epílogo que enmarcan el cuerpo central o diálogo de tía y sobrino. Este cuerpo central o cuadro consta de once retahílas pronunciadas por Eulalia (seis) y por Germán (cinco), ocupando el doble de extensión las de Eulalia. Ella es la que conduce el diálogo, porque tiene más que contar, más edad y por ende más madurez. Eulalia inicia y cierra el diálogo. La intervención de cada personaje se marca en el inicio de los capítulos con las iniciales del que habla: E y G, seguidas de un número en letra: E.Uno. G.Uno, de tal forma que llegan a G.Cinco y E.Seis, las once retahílas, la E.Seis muy breve.
Las retahílas empiezan con un guión en el párrafo inicial para marcar el cambio de interlocutor. Los capítulos (retahílas o parlamentos) están enlazados entre sí por una misma palabra, expresión o idea que se retoma como “hilo” que fuera hilvanando la historia, así termina E.Uno: (…) “arrugando la frente lo mismo que estrujamos un trapo” y así comienza G.Uno: –“Quítate la mano de la frente, anda no tienes arrugas”. Estos enlaces sirven para que un personaje dé entrada al otro, a la vez que encadenan los monólogos entreverados como fases de un diálogo .
En el Preludio se nos presenta a Germán, la causa de su viaje, el lugar al que llega y el momento del suceso. Interesa como fuente de información. Su estilo es decimonónico, costumbrista, parece como si estuviéramos leyendo una novela de doña Emilia Pardo Bazán: “Ya había atardecido completamente. Un resplandor rojizo daba cierto tinte irreal, de cuadro decimonónico a aquel paisaje” (p.16).
En el Epílogo, volvemos a la realidad conociendo la hora, los detalles del lugar y el aspecto de Eulalia. Con el cierre del baúl, Juana, la criada, cierra la novela. Entre ambos capítulos referenciales, el cuerpo central de las once retahílas será el ámbito de la memoria de Eulalia y Germán, tía y sobrino.
En el proceso narrativo de “Retahílas” hay tanto evocaciones como reflexiones de Eulalia y de Germán; así Eulalia reflexiona sobre el pasado, el tiempo y la muerte, sobre su soledad, sobre Juana, sobre su juventud junto a Lucía y sobre su vida matrimonial. Germán en sus retahílas habla de su soledad infantil y de Eulalia; de la comunicación ideal al evocar a su amigo pablo; de la amistad de Harry con su padre; del desamparo que sintió al perder a su madre y su necesidad de Eulalia.
Martín Gaite ha sabido crear dos personajes de carácter semejante pero con voces distintas, cuyas principales diferencias proceden de la edad. La madurez de Eulalia hace que sus reflexiones sean más numerosas y más profundas; pero lo más interesante es el cambio que se produce en el sobrino. Su discurso evoluciona, y lo que en las primeras retahílas son más bien, evocaciones de personas conocidas, en las últimas reflexiona sobre temas abstractos como el misterio de la vida, el poder de la palabra o la magia de la literatura.

ESPACIO: “Retahílas” se sitúa en una aldea gallega no identificada, aunque sabemos por la autora que es San Lorenzo de Prior, a cinco kilómetros de Orense, pueblo de la madre y donde Marín Gaite pasaba los veranos hasta los 25 años, que se vendió la casa. En la aldea se ubica el pazo familiar de Louredo, casi en ruinas, rodeado de un jardín y envuelto en un ambiente misterioso. Dentro de la casa, en el piso superior, al lado del dormitorio donde agoniza la abuela, está la sala que ocupan Eulalia y Germán en su vigilia. Estamos, pues, en un espacio interior propicio para el diálogo. Entre la alcoba y el salón hay una cortina de terciopelo en vez de una puerta. La habitación-salón no se describe hasta el final y los elementos que contiene son mínimos: un piano, libros por el suelo, un sofá y poca luz, para centrar la atención en lo que dicen los personajes: “aislados en su castillo inexpugnable de palabras” (p.190), en el cual permanecerán hasta que su conversación se apague.
Hay un espacio abierto en la novela el monte del Tangaraño (Endemoniado), donde se pierde Eulalia en su esfuerzo por huir de la muerte, que ronda la casa y la encuentra en el bosque en forma de jinete: “era un caballo negro,(…) y encima iba un jinete con un sombrero raro y unas ropas oscuras” (p.26). Su regreso precipitado al pazo nos indica que es imposible escapar del pasado.
También la alusión a la fuente del pueblo, construida por el abuelo Ramón, según en la inscripción:”A D. Ramón Sotero, la sociedad de agricultores de N…como gratitud. Año de 1898” (p.17), el lugar donde acaba la carretera se convierte en un símbolo de su destino.
La búsqueda de claves personales es la razón que lo empuja a regresar al paisaje de la infancia. Tras permanecer toda la noche en las sombras del pazo familiar, saldrán a la luz del nuevo día transformados con más conocimiento de sí mismos gracias a las retahílas pronunciadas.

TIEMPO: En “Retahílas”, la acción comienza un anochecer de agosto y termina al alba del día siguiente, unas seis horas (tiempo reducido, pues, como en “Cinco horas con Mario” o en “El Jarama”), con menciones precisas del paso del tiempo: “tuve que echarme al monte en plena tarde, a las seis” (22), “Es que es muy tarde está amaneciendo”(185), “sobre la mesilla el reloj marcaba las cinco menos diez”(188). Junto al tiempo objetivo que va avanzando, la cronología cobra un sentido metafísico de empujar hacia la muerte a la anciana, como anuncia su reloj: “la señora lo llevaba siempre consigo dondequiera que fuese (…) la esfera venía rematada en la parte superior por una figura de la muerte con manto y guadaña” (p.188).
Hay que considerar el marco temporal de la noche, porque la nocturnidad propicia la conversación más que el día, y además las horas pasan más lentas, no hay interrupciones y el plazo es más largo.
Además del marco temporal de una noche, tenemos que considerar el tiempo evocado, que se remonta hasta 1898, fecha de la inscripción de la fuente a la que llega Germán en el Preludio y en las retahílas el tiempo se expande hacia el pasado, de modo que tía y sobrino consiguen enhebrar una charla en la que el pasado les ayuda a interpretar el presente. Los recuerdos unas veces se remontan a tiempos lejanos y en otras a momentos más cercanos. Y si bien el tiempo presente que viven los protagonistas es muy reducido, el tiempo evocado se expande y así consiguen construir personajes reflexivos.

PERSONAJES: Tenemos, por una parte, los personajes secundarios que son: Doña Matilde, marquesa de Allariz, anciana centenaria que agoniza, casada con el indiano Ramón Sotero. Su hija Teresa se casó con un marido, que no se nombra y tuvieron dos hijos: Eulalia y Germán Orfila, que crecieron junto a una huérfana recogida en el pazo, Juana Failde, a la que luego abandonan como a la casa. El marido innominado de Teresa, al morir ésta, se largó a Venezuela con un dinero que no le correspondía, porque era de bienes gananciales, allí se casó, mató a su esposa y se suicidó. Eulalia se casa con Andrés y tras diez años de matrimonio sin hijos, se separan. Germán (padre) se casa con Lucía, tienen dos hijos Germán y Marga. Germán enviuda y se casa con la institutriz Colette.
Pero los dos personajes protagonistas de las novela son tía Eulalia y sobrino Germán.
Eulalia en el momento presente es una mujer madura de 45 años separada, que no encontró en su marido Andrés al interlocutor ideal. Germán con 20 años tampoco encontró a nadie con quien conversar, sobre todo desde que murió su madre y su padre se volvió a casar con Colette.
Ambos han regresado a la casona familiar, ella a enfrentarse con su pasado y él a recordar el lugar de sus veraneos infantiles; y mientras esperan la muerte inminente de su abuela y bisabuela, descubren que han encontrado el interlocutor ideal.
Eulalia es una intelectual, independiente, irresponsable, contraria a la maternidad, quería vivir libre; pero al hacer balance de su pasado reconoce sus errores y le confiesa a su sobrino: “llevo más de un año haciendo revisión de mis errores y aguantando a pie quieto la soledad; la tuya de esos años me duele como los hijos que me negué a tener y que ahora desearía, echo de menos todo lo que no he sido capaz de dar”(156).
A Germán le interesa escuchar, más que decir, y que alguien le cuente historias de su madre para llenar el vacío que le causó su muerte. Eulalia y Germán comparten la desorientación. En sus vidas ambos se han rebelado ante los patrones convencionales buscando ser auténticos, aunque el precio haya sido la soledad. Pretenden la salvación por la palabra, por el diálogo; y esta necesidad de comunicarse es lo les hace distintos a los demás: “Todo la noche en vela, (…) aislados en su castillo inexpugnable de palabras, un hilo de palabras fluyendo de Eulalia a Germán, volviendo de Germán a Eulalia, retahílas pertenecientes a un texto ardiente e indescifrable” (p.190).
Otro personaje que tiene cierta relevancia es la criada, Juana, por sus relaciones íntimas con Germán padre y por ser víctima del abandono de su familia de acogida. Lo que se destaca de ella es, sobre todo, los ojos: “son los ojos por donde se le sale todo lo que no dicho de veinte años acá, los ojos la traicionan y gritan por ella.”(85)

SIGNIFICACIÓN: “Retahílas” irrumpe en el panorama literario español cuando ya el movimiento realista estaba finiquitado por haberse politizado en exceso y por sus carencias estéticas. Luis Martín-Santos había dado el aldabonazo en 1962 con “Tiempo de silencio”: La misma Carmen Martín Gaite perteneció a aquel grupo de novelistas que dio un testimonio válido en su momento y aportó obras de evidente calidad: “Entre visillos”(1958) y “ Ritmo lento”(1963). La renovación formal de las técnicas narrativas presentadas por “Tiempo de silencio” se radicaliza y da lugar a una corriente experimentalista en la que los novelistas se centran en la novedad de la forma y olvidan la trama, el retrato de los personajes, el espacio y el tiempo concretos.. Fruto de ello surgió un tipo de novela poco atractiva para el lector medio, que no la entendía y que le aburría por el escaso hilo argumental de algunas novelas.
Pues bien, la autora consciente de la necesidad de nuevos modos de narrar presenta una historia que se entiende con relativa facilidad y que trata de asuntos de interés para los lectores. Aboga por una literatura que transmita reflexiones, emociones y placer estético de un modo claro, sin estridencias. En resumen la suya es una apuesta por recuperar a ese lector hastiado de los usos narrativos sociales y experimentalistas. La crítica es unánime al aceptar la calidad y la oportunidad de la novela y la buena acogida por el público lector.
“Retahílas” presenta una comedida renovación narrativa, adaptada a los tiempos y los temas que tratan son los que más preocupan al hombre: la vida, la muerte, la decadencia, el paso del tiempo, el amor, la soledad, las relaciones personales y la familia. Pero hay un tema clave que centra la novela: la comunicación, la búsqueda de interlocutor.
Ya el mismo título, “Retahílas”, que Martín Gaite glosa en el antetexto, es significativo, porque hace referencia a una comunicación insistente; así como las dos citas que le siguen: “La elocuencia no está en el que habla, sino en el que oye” de Martín Sarmiento y “Cada vez que estamos angustiados, es el lenguaje quien nos aporta la salvación necesaria” de Brice Parain. También hay que tener en cuenta el nombre de la principal protagonista, Eulalia, que significa bien hablar y Germán, cuyo significado hermano, será propicio para la confidencia; con todo esto Eulalia con más edad y más experiencia iniciará la conversación (las retahílas) para que su sobrino las continúe y complete.
La figura de Eulalia se erige como centro de la novela (protagonista principal). El contenido de su conversación versa sobre su pasado personal y el encuentro con Germán coincide con el fracaso de su matrimonio. Tiene 45 años y está en crisis.
Eulalia comienza la primera retahíla hablando de la ruina y compara su propia vida con las goteras, las grietas y la carcoma del pazo:”Son como las arrugas de la cara las grietas de una casa, que existen cuando empiezan a importar” (40). Las retahílas inciden en la decadencia de las cosas, de las personas, del lenguaje; sin embargo frente a esa decadencia la autora deja constancia de que es posible la comunicación interpersonal, la salvación por el lenguaje, y a pesar del tono melancólico de los diálogos, es una obra que transmite esperanza e ilusión.
Pero, ¿cuáles son los temas que Carmen martín Gaite va desgranado en la novela’ Pues principalmente el tiempo y la rememoración del pasado. Así Ricardo Gullón dice que el tema central de la novela “es el tiempo y su efecto sobre las personas” . Luis Suñén defiende que “toda la novela es indagación sobre la profunda necesidad de comunicarse” ; para Santos Sanz Villanueva el problema que late en el fondo”es el de la incomunicación, el aislamiento de la persona y la necesidad de realización fuera de sí mismo” .
En la novela Germán y Eulalia rememoran sus vivencias y el deseo de contarlas es tan elocuente, que casi llegan a volver a vivir sus antiguas frustraciones, sus sueños y sus desamores. “Retahílas” es una conversación sobre la familia, las relaciones humanas, el paso del tiempo y el amor. Ricardo Gullón dice: “El argumento de la obra pudiera resumirse en una breve frase: la vida como tema de conversación” (O.cit, p.83) y más adelante el mismo Gullón pronuncia su retahíla más brillante a “Retahílas, que dice así:”Fragmentación formal, disolución de la cronología en la continuidad del presente narrativo, clausura en el espacio verbal, consistencia del personaje (…), signos de modernidad (…).”Retahílas” es, sin duda, una novela de nuestro tiempo, inserta en la línea de cambio sin estridencias, de la alteración lograda con pasos de fieltro” (O.c.89).
Recapitulando la novela es una defensa del diálogo como medio de autodescubrimiento a partir de una conversación sobre las claves de la vida entre dos seres que anhelan una realización individual a través del conocimiento de sí mismos.
Eulalia y Germán buscan las claves que les ayuden a aclarar el estado en que están sumidos; y casi de modo inconsciente, uno y otro, “alter ego”, desdoblado de la propia Martín Gaite, convienen en establecer el método para conocerse a sí mismos y lo fijan en tres pilares. El primero el diálogo que es la base de cualquier entendimiento humano y ese diálogo debe producirse con el interlocutor adecuado y en condiciones óptimas. Segundo en ese diálogo se debe hacer una reflexión sobre los valores esenciales del ser humano: la comunicación, el amor, la maternidad, el tiempo, el olvido, la familia. Y tercero creen que toda persona es el resultado de su pasado, por lo tanto habrá que revisar y analizar el tiempo vivido.
Reflexiones y recuerdos próximos y remotos tienen su cierre en el simbolismo final. La llegada del caballo blanco en la retahíla “E.Seis”:”Quieto, ven, agacha la cabeza. Es el caballo. ¡Qué cerca se oye ahora” (p.187), el mismo que imaginó Eulalia en “E.Uno”: “era un caballo negro (…), y encima iba un jinete con un sombrero raro y ropas oscuras” (p.26), lo que concede a la novela una estructura circular donde todo queda hilvanado. Ese caballo de la muerte para la abuela centenaria será el ave Fénix para Eulalia y Germán. El tránsito de la abuela y bisabuela servirá para renovar la estirpe y orientar las vidas de tía y sobrino.
La novela fue muy bien recibida por la crítica y por el público lector, de tal forma que no ha dejado de editarse desde 1974.
La lectura 36 años, después de publicada, resulta gratificante y a mí me ha producido entusiasmo por la sinceridad de las reflexiones.

Ediciones de “Retahílas”:
Editorial Destino. Colección Áncora y Delfín, 1974 (1ª edición)
Destinolibro, 1979 (Prólogo de Emma Martinell)
Destino. Clásicos Contemporáneos Comentados (Comentado por Adolfo Sotelo), 1996
Círculo de Lectores, 1989 (Prólogo de Rafael Conte)
Editorial Planeta. Clásicos de nuestro tiempo) . Barcelana 1989
Bibliotex. Las 100 mejores novelas en castellano del siglo XX. (Prólogo de Paula Izquierdo). 2001
Editorial Siruela. ( prólogo de Manuel Rivas), 2009

Novelas de Carmen Martín Gaite:
El balneario (1955), Entre visillos (1958), Ritmo lento (1963), RETAHÍLAS (1974), Fragmentos de interior (1976), El cuarto de atrás (1978), Caperucita en Manhattan (1990), Nubosidad variable (199)9, Lo raro es vivir (1996), La reina de las nieves (1997), Irse de casa (1998) y Los parentescos (2001), inconclusa, editada por Belén Gopegui.

BIBLIOGRAFÍA:
Alemany Bay Carmen. “La novelística de C.M.G. Diputación de Salamanca, 1990
Jurado Morales José.”La trayectoria narrativa de Carmen Martín Gaite. Edit Gredos. Madrid, 2003
Martín Gaite Carmen. “Retahílas”. Bibliotex. Barcelona, 2001
“ “ Destino (Comentado por Adolfo Sotelo). Barcelona 1996
“ “ Crítica (Ed. De Montserrat Escartín). Barcelona, 2002
Martinell Emma. “Al encuentro de C. M. G. Homenajes y bibliografía”. U.de Barcelona, Facultad de Filología,1997


Madrid, 4 de marzo de 2010

Anastasio Serrano

ESTUDIO DESCRIPTIVO DE "CINCO HORAS CON MARIO de Miguel Delibes

Miguel Delibes, Valladolid, 1920

La primera noticia sobre la génesis de “Cinco horas con Mario” la tenemos en una carta del 2 de agosto de 1965 de Miguel Delibes a Joseph Vergés, su editor en Destino, esto dice Delibes:”He iniciado una novela (…) en la que una viuda joven ante el cadáver de su marido (…) evoca su vida de matrimonio, que abarca, más o menos, los “25 años de paz”. El monólogo de esta mujer y los reproches al marido darán por el gusto a los censores, pero, al propio tiempo, espero que quede bien claro que la conducta de éste es la honrada y la justa a despecho de tópicos e hipocresías” .
Después viene el envío del original al editor y el pase por la censura, que es aprobada en su integridad. La novela sale de imprenta el 3 de enero de 1967 y le son enviados varios ejemplares a su autor, aunque en la 1ª edición figure 1966.
En un principio Miguel Delibes pretendía convertir a Mario , trasunto imaginario de sí mismo, en el principal protagonista de la novela narrada en 3ª persona a la manera tradicional, que reflejara el enfrentamiento entre Mario y Carmen vivos en el seno del matrimonio. Proyecto que tuvo que abandonar al darse cuenta de que aplicaba al relato una fórmula equivocada, que afectaba a la autenticidad del carácter de Mario (intelectual progresista y católico posconciliar) y además impedía enmascarar sus opiniones y por tanto sortear la vigilancia de la censura. Esto dice Delibes: “En “Cinco horas con Mario” me paré a las cien cuartillas, porque aquello no funcionaba con Mario vivo. Afortunadamente esta vez vi la luz, ayudado por la censura, porque lo que decía Mario no lo iba a permitir la censura y en esta ocasión me sirvió para encontrar la solución: matar a Mario y verlo a través de su mujer, cuyos juicios eran oficialmente plausibles” .

Pero intentemos adentrarnos en la leve trama argumental:Estamos ante la biografía de Mario y Carmen, contada por esta última, la noche en que cumpliendo la tradición, vela su cadáver. Mario, catedrático de Instituto de una capital castellana, intelectual inconformista, liberal y católico posconciliar, acaba de morir a los 49 años, el 24 de marzo de 1966, según reza en la esquela. El primer capítulo describe el ambiente de los familiares, allegados y amigos que vienen a velar el cadáver a dar el pésame.
Después Carmen, su mujer y protagonista-narradora inicia una larga reflexión o diálogo mental a solas ante el cadáver de su marido, que no le puede responder. Y a lo largo de estas cinco horas y 27 capítulos con escasa continuidad de unos a otros, Menchu va reviviendo e hilvanando los recuerdos de su vida en común.
Carmen siempre defiende una mentalidad conservadora y tradicional. Por el contrario va desvelando la personalidad de Mario, un hombre sencillo, que se desplaza en bicicleta (nada de comprar un “Seiscientos”), que escribe novelas pacifistas y publica artículos en el periódico. Mario es un hombre íntegro, que desde su puesto de catedrático nunca quiso aprovecharse de recomendaciones, ni siquiera para conseguir un piso de protección para su numerosa prole (5 hijos). Mientras que Carmen mide la dignidad de las personas por lo que tienen. No soporta carecer de una cubertería de plata, ni tener un “Seiscientos”. Su antiguo pretendiente, Paco, nuevo rico, en cambio, tiene un “Tiburón” rojo. Un asunto de conflictividad conyugal la tiene preocupada y es su relación con Paco. Se encontraron, cuando ella estaba en la parada del autobús y la llevó a las afueras en el flamante coche , la besó y la abrazó, pero no pasó nada más.
El comportamiento de Mario con Carmen tiene también sus sombras, con la supuesta infidelidad con Encarna, y sobre todo la incapacidad de comunicación con su mujer, manifestada en la noche de bodas: “Pero tú te acostaste y “buenas noches”, como si te hubieras metido en la cama con un carabinero”.Pero en Carmen hay un anhelo de explicarse ante Mario por el no consumado adulterio con Paco y obtener el perdón de su esposo.
La novela llega a su fin cuando sacan el ataúd tras la noche de velatorio en un capítulo, a modo de epílogo, que se aleja de la perspectiva de Carmen y se narra ya en 3ª persona. Interviene el hijo mayor, Mario y con su nueva mentalidad aporta esperanzas para las nuevas generaciones.

ESTRUCTURA:
Miguel Delibes dedica “Cinco horas con Mario” a su amigo José Jiménez Lozano. Tras la dedicatoria la novela se abre con una esquela, como las que aparecen a diario en los periódicos. Así pues, este primer texto literario nos presenta a Mario muerto.
A partir de aquí la novela se divide en tres partes bien diferenciadas, la primera y la última escritas en 3ª persona, que actúan a modo de prólogo y epílogo y enmarcan la parte central, la más extensa, que constituye el largo monólogo de Carmen Sotillo ante el cadáver de su marido.
La esquela tiene una misión informativa: dar a conocer del fallecimiento de alguien. Sin embargo como primera página de una novela es un texto imprevisto, no literario, un “collage”, que Delibes ha sabido aprovechar con finalidad literaria y sorprender al lector. La esquela de Mario Díez Collado nos presenta a los personajes que irán apareciendo en la novela y también muestra el mundo lleno de convenciones en el que se mueven los protagonistas. También ofrece la esquela datos de interés social como el lugar y la hora de la misa de alma, la hora de la conducción del cadáver, la dirección de la casa mortuoria y hasta la imprenta que ha confeccionado la esquela:”Gráficas Tello”.
La primera parte, que actúa a modo de prólogo, constituye una descripción, tanto física como humana de la casa mortuoria y del mundo exterior que acompaña a Carmen. Esta parte está narrada en 3ª persona y la presencia del narrador es evidente, enjuicia, valora y hasta se permite una broma culta como llamar a los empleados de la funeraria “los muchachos de Carón” .
Las cinco horas con Mario, la parte central, son el núcleo de la novela y en ellas toma la palabra Carmen sin que se advierta ninguna interferencia del narrador.
Abandonan la sala Valen y Vicente y Carmen le dice a su hijo Mario: “-Mario(…) acuéstate (…) Quiero quedarme a solas con él. Cierra la puerta. Ha apagado todas las luces menos la lámpara de pie que inunda de luz el libro que ella acaba de abrir” (p-32).
El lector se sumerge durante cinco horas- un tiempo que puede coincidir con la duración de la lectura de la novela- en la conciencia del personaje-protagonista, que de modo desordenado, hace recuento de su vida. No se trata de un monólogo seguido, sino que las cinco horas aparecen distribuidas en 27 capítulos numerados con romanos, que cada uno de ellos se abre con una cita de la Biblia en cursiva. Se trata de textos subrayados por Mario, que luego releía: “Mario-dice Carmen a Valen-leía sobre leído, sobre lo señalado. Yo ahora cogeré el libro y será como volver a estar con él. Son sus últimas horas, ¿te das cuenta?” (p-30). Carmen, saltando de un libro a otro, va leyendo distintos pasajes y esa lectura será el desencadenante de su discurso mental. Por lo demás el discurso de la viuda repite una y otra vez los mismos motivos con leves variaciones de contenido.
Con las palabras finales (capit.XXVII), pronunciadas en voz alta y presa de una gran excitación, Carmen implora el perdón de su marido muerto por el conato de adulterio con Pedro en el “Tiburón” rojo.
El epílogo está formado por conversación entre Carmen y su hijo mayor, Mario, a quien había mandado a descansar cinco horas antes. La entrada en escena del hijo supone una tercera perspectiva superadora de las dos representadas por su padre y su madre. Edgar Pauk dice: “Esta parte es la más débil de la obra, por cuanto no es necesaria e interrumpe una perfecta estructura irónica” . Sin embargo Delibes concedía una importancia decisiva a esta parte: “A mí me interesaba particularmente el epílogo, para suavizar, con la intervención del hijo, el contenido pesimista de la novela” .
El mensaje antimaniqueo de la obra: “Todos somos buenos y malos, mamá” (p-251), dirá Mario Hijo, abre las puertas a la esperanza, a la reconciliación. De esta manera el fracaso de Mario padre en su intento de llevar a cabo sus ideales queda compensado por la esperanza de que su hijo siga luchando por ellos.

En cuanto al tiempo, “Cinco horas con Mario”, es una novela de tiempo reducido. Al principio la esquela sitúa la novela en un día concreto: el 24 de marzo de 1966, fecha de la muerte de Mario y la acción de la novela terminará a las diez de la mañana del día siguiente, cuando se produzca la conducción del cadáver. El tiempo del relato es muy reducido , entre doce y catorce horas (3 horas, el prólogo, 5 el monólogo y 4 el epílogo).
Otra cosa es el tiempo evocado en la parte central, que se ensancha hasta alcanzar los 23 años de matrimonio y más atrás, como la infancia de Menchu, su ambiente familiar, los años de noviazgo, toda la vida de Carmen Sotillo.
Referente al espacio también es limitado y se amplía en la evocación. La esquela sitúa en un lugar preciso la escasa acción de la novela: “Casa mortuoria: Alfareros,6, principal derecha”, de una ciudad de provincias. Este espacio real se reduce aún más las 5 horas del diálogo sin respuesta de Carmen, se trata de un cuarto cerrado, el despacho de Mario, convertido en capilla ardiente. La evocación de la viuda amplía el espacio de la casa a la ciudad, que no se nombra, pero se trata de Valladolid, ciudad natal de Delibes. Se habla en la novela de los soportales, la Acera, el Atrio, la fuente del Ángel, la Pajarera y el Pinar, lugares estos fácilmente identificables para quien conozca Valladolid; y dentro de la ciudad, el Instituto, lugar de trabajo de Mario, el periódico, donde escribe, casas de amigos, cines y cafés. Sólo Madrid y la Gran Vía aparecen como lugares evocados fuera de la ciudad provinciana.

PERSONAJES:
Carmen, hija de buena familia (“de clase media más bien alta”) con un padre monárquico convencido, ha asimilado los valores que le fueron inculcados en su ambiente familiar y su fidelidad a ellos es casi absoluta (clasismo, autoritarismo, individualismo y énfasis de las apariencias: “quiero y no puedo”). Tiene una mentalidad convencional, la que corresponde a las costumbres de la pequeña burguesía provinciana.
Para ella la religión es una convención más, una serie de ritos que hay que seguir por costumbre. Nuestra protagonista no busca la absolución de su conato de adulterio en la confesión, como sería normal para cualquier católica de la época, en vez de confesárselo a su marido; sin embargo ella necesita que Mario la perdone.
En cuanto a la sexualidad no se muestra como una reprimida, aunque tampoco lanza las campanas al vuelo: “de sobra sabes que a mí esas porquerías ni frío ni calor (XXIV-216). Carmen no es frígida, sino que se queja de la falta de delicadeza de Mario en las relaciones sexuales. En este terreno se muestra progresista, lamenta no haber podido usar las píldoras anticonceptivas: “las píldoras esas, ya ves, cuando una ya está deformada cargada de hijos” (XVII-163). Mario tiene una posición más conservadora y machista: el matrimonio utiliza el método Ogino, el único permitido por la iglesia católica. Mario no tiene en cuenta que ella no desea una familia numerosa: “No soy de tener muchos hijos”(XIII-132). Carmen le recrimina a Mario su indiferencia hacia ella como persona y como mujer, que es admirada por otros hombres. También le reprocha su falta de erotismo en las relaciones sexuales, en las que sólo busca su propio placer: “que en seguida se te pasa y a una la dejas con la miel en los labios, ni disfrutar” (XIV-141). No siente asco por el sexo, lo que reclama es que no sea un acto puramente mecánico-reproductor, sino que esté asociado a los sentimientos. El hombre que la atrae, Paco, es seductor y cariñoso, es el prototipo de una virilidad convencional asociada al triunfo social, simbolizado en el Citroën DS “Tiburón”(por la forma del morro).
Siendo así las cosas, ¿por qué se enamoró de Mario?, que ni era atractivo, ni varonil, ni rico. Carmen se sintió atraída por su aspecto desvalido: “Yo me decía: ese chico me necesita (…) Luego sí, lo reconozco, me colé de medio a medio, como una tonta” (III-49). Se casó con Mario por amor, un amor basado en su instinto maternal y protector.
Lo que no nos cuenta Carmen son los momentos de felicidad en la vida del matrimonio. La suya es una selección negativa. De la boda sólo recuerda que no pudo ir de blanco y la no consumación del amor la noche de bodas. Nada dice de las alegrías derivadas del nacimiento de los hijos. Carmen desea el perdón de su marido muerto y abandona la cantinela negativa y le confiesa su amor: “Sólo he sido para ti” (XXVII-245)
En lo que se refiere al conflicto ideológico, Mario y Carmen son muy distintos, pero no antagónicos. Los dos representan dos variantes de la mentalidad pequeño-burguesa provinciana en los años 60: una más avanzada y la otra más conservadora.
Las discrepancias entre Carmen y Mario son más de orden pragmático que ideológico. Ella le recrimina que sea tan idealista, ingenuo e intransigente con los poderes fácticos de la ciudad, lo que le ha impedido sacar provecho para su familia (el piso de protección y el cargo de concejal por el tercio cultural). Define a Mario con tres palabras: “testarudo, iluso y holgazán” (XXVI-235), frente a “perseverante, idealista y poco práctico, que había dicho la grafóloga de “El Correo”.

Todo lo que sabemos de Mario lo sabemos por una mujer que se siente hondamente frustrada e injustamente postergada por su marido.
Mario es un católico posconciliar, pero sin llegar a posiciones radicales. Defiende a los más humildes, pero sus ideales solidarios no se canalizan a través de asociaciones o grupos cristianos de base.
En cuanto a las ideas políticas, Mario no es un militante clandestino ni ostenta una ideología marxista (socialista o comunista). Pertenece al bando de los vencedores de la guerra civil, lo que pasa es que no se siente cómodo en él.
La familia de Mario es de ideas liberales. Sus dos hermanos, uno murió en el frente con los nacionales, y el otro fue fusilado por los franquistas por sus ideas republicanas. Esta tragedia familiar es un símbolo de conflicto fratricida en que se convirtió la guerra civil y Mario quiere acabar con la división entre vencedores y vencidos.
Las relaciones de Mario con el régimen son conflictivas: se rebela contra el fraude electoral y contra la censura. Pero, a pesar de ello, escribe en la prensa y publica libros. Es un disidente que actúa en solitario. Sus conflictos no son de índole política, sino que derivan de su filosofía inconformista de la vida, que le lleva a rechazar el incipiente consumismo: el SEAT 600 por el que suspira Carmen.. El conflicto entre Mario y la sociedad que lo rodea, cuyos valores defiende acríticamnete Carmen, es básicamente ético, de valores, que se agudiza por la falta de libertad.
Mario no es el hombre perfecto, sino que también tiene contradicciones entre sus ideales y sus actuaciones; y quizá esas imperfecciones hagan más creíble al personaje. Entre los defectos de Mario tendríamos la falta de afecto y la valoración de su mujer. Carmen queda reducida a las tradicionales funciones de la mujer en la sociedad patriarcal: objeto sexual, ama de casa y madre de sus hijos. Es cierto que su matrimonio no fue feliz, pero la culpa no es sólo de Carmen. Mario no colabora en las tareas domésticas, ni en el cuidado de los niños. La educación que les da no es autoritaria, y a Carmen le parece permisiva. En resumen las ideas avanzadas de Mario sobre la religión y la sociedad no son del todo consecuentes con su vida privada, que funciona con unos roles muy convencionales y con una carencia de afecto entre la pareja.
Resulta llamativa la escasa o nula información de su labor como profesor de instituto, su dedicación profesional principal. En su esquela no figura su profesión. Ni siquiera se menciona qué asignatura imparte. Ningún ex alumno acude a su velatorio. No sabemos cuál es su talante como profesor, cómo se relaciona con sus alumnos.
Mario aparece como una figura compleja y contradictoria sobre la no están de acuerdo los que le conocen: Bertrán, el bedel del Instituto, lo define como “un hombre cabal” y la nota necrológica de “El Correo” dice: “Descanse en paz un hombre bueno”. En el epílogo encontramos tres opiniones bien distintas: “ un revolucionario” (Arronde, el boticario), “un hombre íntegro” (Moyano), “un Tartufo, que no era íntegro por serlo, sino para echar en cara a los demás que no lo eran” (Oyarzum).
Mario enfrentado a una mujer dogmática, que se rige por unos pocos principios, porque nadie la educó para otra cosa, se muestra tolerante y abierto al diálogo, pero también intransigente con sus principios, muy distintos de los de su mujer; sensible a los problemas de los marginados y a la injusta distribución de la riqueza.
Mario Díez Collado-“callado” durante el monólogo- es una figura compleja: Catedrático, periodista, escritor de novelas de contenido pacifista y asiduo de una tertulia. Es un intelectual en un medio hostil. Católico posconciliar y enemigo de los convencionalismos, hombre de gustos sencillos, como ir a su trabajo en bicicleta y liarse sus propios cigarrillos de picadura.
En el aspecto humano, en la relación de pareja, Mario en los 23 años de matrimonio nada ha hecho por elevar el nivel cultural de su mujer y romper la incomunicación. Rodeado por sus libros ha aceptado como normal, que su mujer se dedicara a las tareas domésticas sin despertar en ella inquietudes religiosas o culturales. Y algo hay de contradictorio en quien se preocupa de los menos favorecidos-pobres, locos, presos, prostitutas- y no es capaz de ver la marginación en que vive su mujer.
Por tanto podemos concluir que desde un punto de vista ideológico puede ser para muchos un modelo de intelectual honesto e idealista, pero no podría decirse otro tanto frente a su esposa.
Entre los personajes secundarios tendríamos en primer lugar a familia de Carmen, el padre y la madre, a quienes admira y siente vergüenza de su hermana Julia, porque tuvo que marcharse a Madrid después de tener un hijo con un italiano, Galli Constantino.
De la familia de Mario no se salva nadie. El padre era prestamista, José Mª era rojo y Elviro un escuchimizado.
De los cinco hijos del matrimonio, destaca Mario, el hijo mayor, tan parecido al padre. Doro, la muchacha de la casa ,admira a su señorito.
Carmen admira a quines tienen un cargo importante o tienen buena posición social, así Antonio, el Director del Instituto; Higinio Oyarzum, un hombre de sociedad, pluriempleado con 5 ó 6 cargos y a Arronde, el boticario.
Sin embargo admiran a Carmen, Eliseo San Juan, el de la tintorería, con su eterna cantinela: “qué buena estás, qué buena estás” y Paco Álvarez. Paco , símbolo del ascenso social rápido, un nuevo rico, que deslumbra a Carmen con sus millones, su coche de lujo y sus viajes. Un hombre atractivo de frases lentas y pausadas, que fuma cigarrillos rubios y se perfuma con colonia cara. Podría decirse que es la contrafigura de Mario.
Valentina, Valen es su mejor amiga y quien mejor la comprende. Casada con Vicente Rojo, pertenece a una de las mejores familias de la ciudad. Esther es una amiga de toda la vida, pero no goza de las simpatías de Carmen. Es muy moderna, muy leída, se las da de intelectual, casada con Armando y admira a Mario.
Los amigos de Mario, sus contertulios son : Moyano,”el de las barbas”, don Nicolás, director de “El Correo”, un ser aborrecible, de la “cáscara amarga”; y Aróstegui que en el epílogo se refiere a Mario como un “Hombre íntegro”.
Otros personajes que aparecen fugazmente en el relato son Hernando de Miguel, a quien Mario rechazó un lechazo; Crescente, el de la tienda de ultramarinos, siempre al acecho con el motocarro y Maximino Conde, cuya vida amorosa hubiera resultado un excelente argumento para una novela comercial.

Todo el monólogo de Carmen se apoya en la ficción de que Mario puede oírla. De ahí la importancia de la función apelativa del lenguaje. Vocativos, a veces cariñosos, otras peyorativos o burlescos: “Cariño, hijo, borrico, adoquín, zoquete, pedazo de holgazán”. La llamadas de atención en imperativo son muy frecuentes:“oye, di, fíjate, entérate, toma ejemplo” y también la exclamaciones y preguntas retóricas: ¿eh?, ¿no lo sabías?, hala, qué horror”.
Pero donde Delibes se muestra maestro del idioma es en el lenguaje coloquial de Carmen. Delibes, mientras escribía la novela, realizó un proceso de inmersión lingüística para captar y reproducir los giros, los ritmos y las modulaciones de una mujer de la clase media provinciana. El discurso de Carmen fluye con naturalidad, con autenticidad, sólo comparable a los diálogos de “El Jarama” de R. Sánchez Ferlosio.
El habla de Carmen es convencional y reproduce tópicos, estereotipos y clichés lingüísticos. Buena parte de esos tópicos proceden de su madre: “Mamá siempre lo decía”. Se trata de ideas conservadoras, que defienden que las cosas son como son y siempre han sido así, por lo que es absurdo cambiarlas. Veamos algunos ejemplos: “Cada uno debe arreglárselas dentro de su clase con se hizo siempre” (V-66); “siempre hubo ricos y pobres, Mario” (VI-70); las cosas tienen que ser así porque así han sido siempre” (XV-146).
Para reforzar estos tópicos conservadores, Carmen recurre a las frases hechas: “no es oro todo lo que reluce”, “sin decir oste ni moste”, “sin ton ni son”; a comparaciones fosilizadas: “más visto que el TBO”, “más terco que una mula”, da más guerra que un hijo tonto”; a refranes: “el que tiene padrino se bautiza”, “cada oveja con su pareja”.
Y para dar más autenticidad al habla de Carmen, Delibes reproduce errores gramaticales, propios del habla de Castilla: laísmo, loísmo y leísmo: “la hice daño”, la agradasen las esquelas”, con qué cara voy a contestarlos”, “aún les hay”. También usa Carmen el artículo delante de los nombres propios: El don Nicolás, el Aróstegui, el Moyano”.



SIGNIFICACIÓN:
El título de la novela “Cinco horas con Mario” no se ajusta totalmente a la verdad, después de leída, esas cinco horas son ,en realidad para el lector “Cinco horas con Carmen”. Hecha esta observación Carmen y Mario ambos son coprotagonistas del relato, si bien el autor parece que quiere privilegiar a Mario, ya desde el título.
En lo que se refiere a los nombres tenemos por una parte a Carmen (nombre de mujer, verso latino y quinta con jardín del Albaicín granadino), pero sobre todo es un nombre muy común de la mujer española. También aparece en la novela con el diminutivo Menchu. El apellido Sotillo, diminutivo de soto, significa terreno algo elevado a la orilla de un río con árboles. Así pues de su nombre y de su apellido podemos deducir que nuestra protagonista es una mujer corriente y ramplona de la pequeña burguesía provinciana.
En cambio Mario Díez Collado, su nombre no es tan común ni castizo como el de Carmen; y el segundo apellido COLLADO designa una elevación del terreno sin árboles, según lo cual la figura de Mario quedaría más elevada que la de Carmen.
El tema central de “Cinco horas con Mario” es la incomunicación de los dos personajes Carmen y Mario, que representan a las dos Españas que se enfrentaron en la guerra civil. Y esta incomprensión es por ambas partes. Hay un rechazo y una intolerancia a las ideas del otro, porque todas las ideas de Carmen tampoco son negativas. La novedad de la novela consiste en analizar desde dentro de un personaje las ideas y la mentalidad de las clases medias españolas que se sentían a gusto con el régimen. Delibes utiliza la ironía para comunicarse con el lector o éste realiza un contramonólogo para captar el mensaje.
Carmen con su monólogo trata de justificarse y defenderse ante Mario y así sus ataques se vuelven contra ella, es el juego de la ironía. Es egocéntrica, poco culta, anticuada, dominadora, sólo se preocupa de lo superficial y de lo material; mientras que Mario, tiene una buena biblioteca, lee, comparte opiniones, es honesto y lucha por los derechos de los más desfavorecidos. De esta forma consigue Delibes criticar las estructuras de los años 60 de forma indirecta, sorteando la posible censura y plasmar el choque de dos mentalidades: la de Carmen de ideas conservadoras, espíritu reaccionario, prejuicios, hipocresía y convenciones sociales y la de Mario de ideas y actitudes abiertas, progresista, intelectual, tolerante compasivo y justo.
“Cinco horas con Mario” se leyó, cuando se publicó, como un hiato entre los católicos tradicionales y los posconciliares. Más tarde, en la transición, se hizo una lectura política: el conflicto ideológico entre las dos Españas, Carmen se identificaba con el franquismo y Mario con el antifranquismo y en la actualidad hay una tendencia a fijarnos más en el aspecto humano de la pareja.
También tiene importancia como documento sociológico y el gran valor del lenguaje coloquial de Carmen.
La novela es pesimista y amarga, de una estructura novedosa en el fondo y en la forma. Y el mensaje final, cuyo portavoz es Mario hijo, abre una puerta a la esperanza y a la reconciliación de las dos Españas y de los individuos.
“Cinco horas con Mario” fue muy bien recibida por la crítica, Guillermo Díaz-Plaja en ABC (1967), Joaquín Marco en “Destino”(1967), José Domingo en “Ínsula” (1967), todos destacan el valor del lenguaje coloquial de Carmen, la carga política, la ironía y la crítica a la anquilosada sociedad del momento e Isaac Montero en la “Revista de Occidente”(1968) habla de “la descripción del limbo femenino y burgués español”.
La novela, a su vez, fue bien recibida por los lectores, de tal forma que en dos años salieron 3 ediciones, la primera con 35.000 ejemplares. Se ha editado 32 veces en la colección “Ancora y Delfín de “Destino” hasta 2004, después de editó en Destinolibro;
También ha sido editado por Salvat (1971), por Orbis (1984), por el Círculo de lectores (1984), en 1995 se editó en la colección “Clásicos Contemporáneos Comentados” de Destino, con una espléndida introducción de Antonio Vilanova , que en 2004 se edita la 9ª edición, por Planeta(1996) y por la Colección Austral en 2007.
El mismo Delibes, asombrado ante la reacción de los lectores comentó a Javier Goñi (Ob. Cit. pp.84-85): “No sólo no tuve ningún problema con esta novela, sino, que, además, nadie se reconoció en ella, esto es lo que más me chocó, personas de las que yo había tomado frases enteras, discursitos, tics, pues nada, me decían lo bien que lo habían pasado leyendo mi novela, cuánto se habían reído, cuánta razón tenía, y yo no salía de mi asombro”. ¿Entonces?.
Las traducciones también han sido numerosas: al rumano (1970), al checo (1972), al inglés (1972), al ruso (1975), al alemán (1976) y al italiano (1982).
Además de todo el éxito de crítica y de ventas en 1979 se estrenó en Madrid una adaptación teatral de “Cinco horas con Mario”, realizada por Delibes, una versión resumida y actualizada. Suprime las citas bíblicas, los personajes secundarios, reduce los recursos lingüísticos coloquiales, añade acotaciones teatrales y dinamiza el monólogo. Esta versión fue interpretada por la actriz Lola Herrera con gran éxito de público por toda España.
En 1981 se estrenó la película “Función de noche” dirigida por Josefina Molina y protagonizada por Lola Herrera y su ex marido Daniel Dicenta. Esta película no era un versión para el cine de la novela, sino un documental de la crisis de pareja. Así pues el tema planteado en la novela ha ido evolucionando hacia la crisis de pareja en detrimento del contexto (renovación del catolicismo, desarrollismo, franquismo).

NOVELAS DE DELIBES:
La sombra del ciprés es alargada, 1948; Aún es de día,1949; El camino, 1950; Mi idolatrado hijo Sisí, 1953;La hoja roja,1959, Las ratas, 1962; CINCO HORAS CON MARIO,1966; Parábola Del náufrago, 1969; El príncipe destronado,1973; Las guerras de nuestros antepasados,1975; El disputado voto del señor Cayo,1978; Los santos inocentes, 1981; Tres pájaros de cuenta,1982; Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso,1983; El tesoro, 1985; 377ª, madera de héroe, 1987; Señora de rojo sobre fondo gris,1991; Diario de un jubilado, 1995 y El hereje,1998.

BIBLIOGRAFÍA:
.Alonso de los Ríos César.”Conversaciones con Miguel Delibes”. Destino. Barcelona, 1995
.Edgar Pauk.”Miguel Delibes: Desarrollo de un escritor(1947-1974). Edit. Gredos. Madrid, 1975
.Medina-Bocos Amparo.”Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes. Guía de lectura. Edit Alhambra.Madrid, 1989.
.Sobejano Gonzalo.”Novela española de nuestro tiempo”. Edit. Prensa Española. Madrid, 1970
“Cinco horas con Mario” (Versión teatral)Selecciones Austral Madrid, 1981.
.Villanueva Darío. “Estructura y tiempo reducido en la novela”.Edit Anthropos. Barcelona,1994.

Madrid, 4 de febrero de 2010.









Portada de la 1ª edición, 1966