domingo, 25 de octubre de 2015

EL PASSO DE ARMAS HONROSO de Suero de Quiñones por Anastasio Serrano


             





                                                                         ¿Que se fizo el rey don Juan? 

                                                                          Los infantes de Aragón,

                                                                        ¿qué se fizieron?

                                                                        ¿Qué fue de tanto galán?

                                                                        ¿Qué fue de tanta invençión

                                                                         como traxieron?

                                                                         Las justas y los torneos,

                                                                         paramentos, bordaduras

                                                                        y çimeras,

                                                                        ¿fueron sino devaneos?,

                                                                        ¿qué fueron sino verduras

                                                                        de las eras?

                                      ( Coplas sobre la muerte de su padre de J. Manrique)






Mural de Vela Zanetti en el hall del Hotel Conde Luna de León


Entre el 10 de julio y el 9 de agosto de 1434 tuvo lugar la defensa del Paso Honroso en el Puente de Órbigo – camino de Santiago-, entre León y Astorga por el caballero leonés don Suero de Quiñones. Este acto fue una manifestación de la caballería deportiva, ya que los caballeros luchadores no se profesaban odio, ni tenían cuentas pendientes; lo hacían para competir en gallardía y destreza en el manejo de las armas.

El “paso de armas” es una mezcla de competición militar y de espectáculo suntuoso, que se celebró con mucha frecuencia en toda Europa en los siglos XIV y XV.



El “paso de armas” no debe ser confundido con el “torneo”- afirma Martín de Riquer-, pues en éste luchan grupos de caballeros, divididos en cuadrillas o bandos, ni debe ser considerado un mero sinónimo de “justa”, o sea del combate singular de un caballero con otro; y menos aún con los “desafiamientos” o batallas a todo trance, contiendas de carácter jurídico, en las que pelean caballeros entre los que median agravios personales1.

Para Amancio Labandeira: En el paso es preciso que haya un mantenedor, quien situado en un lugar fijo, prohíba el acceso a todos los caballeros que lo intenten (…). El defensor o mantenedor del paso debe publicar con antelación el reglamento de la prueba (los capítulos) y al ser aceptado por los caballeros, se convierten en aventureros, obligándose (…) a luchar con el mantenedor que le cierra el paso2 .



El profesor Francisco Martínez García dice:

Tampoco deben identificarse “paso” y “justa”, ya que, si bien en ambos se trataba de una lucha o combate singular a caballo y con lanza, el “paso” debía cumplir una serie de requisitos que le daban entidad propia:

1. Existencia de un “mantenedor o “defensor” que colocado en un lugar previamente señalado en todos sus detalles, defienda el paso, prohibiendo el acceso a todo caballero, que intente acercarse a ese lugar señalado.

2. Publicación previa del reglamento- los llamados capítulos del paso- para conocimiento con la antelación suficiente de todos los caballeros que quieran intervenir.

3. Una vez aceptados los capítulos del paso, los caballeros (…) se convierten en “aventureros”o“conquistadores” y quedan obligados a luchar con el defensor que les cierra el paso.

(…) paso y justa difieren por el motivo concreto que los provoca y que en la justa podía reducirse a una (…) demostración de destreza en el manejo de las armas, motivo este, que, en general, no justifica el paso3.



El paso de armas tenía una duración de un determinado número de días o semanas. Se fijaba de antemano, en los capítulos, el número de lanzas que se han de romper en cada combate o el total que han de quebrar mantenedores y aventureros. El paso logra sus objetivos, si se rompen las lanzas fijadas en el plazo establecido.

Estos episodios (pasos de armas) fueron frecuentes en la novela caballeresca y tienen sus antecedentes en las obras francesas del siglo XII (el ciclo artúrico de Chrétien de Troyes) y en el Amadís de Gaula. Son numerosos los episodios en los que caballeros, fieles a sus promesas de tipo religioso o amoroso o por espíritu de aventura, defienden el acceso a un lugar contra aquel que intente franquearlo.

Los caballeros andantes reales del siglo XV, intoxicados por los libros de caballería y nostálgicos de un pasado en que la caballería tuvo auténtica influencia social, y que ahora se va perdiendo ante los nuevos tiempos, intenta un poco teatralmente revivir episodios de novela y comportarse como los héroes de las novelas que habían leído. De ahí que en el otoño de la Edad Media, mediado el siglo XV, en que tantas cosas van cambiando y en que una pujante burguesía va superando en poder y riqueza a la nobleza, ésta quiere exteriorizar su gallardía y hacer patente que es la depositaria de las virtudes militares medievales.

Vemos, pues, la influencia de la ficción en la vida real de los caballeros andantes. En el siglo XVII será Cervantes quien termine con los libros de caballería sacando en la ficción a nuestro paródico Don Quijote, a revivir las lecturas de los libros de caballería. No en vano, Cervantes pone en boca de Don Quijote, en su conversación con el canónigo toledano, que intenta convencerle de que “ no ha habido caballeros andantes en el mundo”, el siguiente discurso: “Si no , díganme también que no es verdad que fue caballero andante el valiente lusitano Juan de Merlo4 (…). “digan que fueron burlas las justas de Suero de Quiñones, del Paso; las empresas de Luis de Falces contra Gonzalo de Guzmán (…), con otras muchas hazañas hechas por caballeros cristianos (…), tan auténticas y verdaderas, que torno a decir que el que las negase carecería de toda razón y buen discurso,” (Don Quijote I, cap. XLIX).

Juan Luis Alborg, dice de El Passo Honroso de Pero Rodríguez de Lena: “que no estaban tan lejos de la verdad muchas de las asombrosas aventuras relatadas en los libros de caballería”5.

Se dieron muchos ejemplos de pasos de armas en Francia y en España en el siglo XV; pero como antecedentes inmediatos del Paso Honroso tenemos las justas celebradas con motivo de la estancia en Valladolid de la infanta doña Leonor, hermana de doña María, reina de Castilla, de camino a Portugal para casarse con el infante don Duarte. En estas justas fueron mantenedores el condestable, don Álvaro de Luna y siete caballeros más.

Con la clara intención de opacar estas brillantes justas, el infante don Enrique de Aragón organizó el Passo de la Fuente Ventura, que se celebró el 18 de mayo de 1428 también en Valladolid. Este paso de la Fuerte Ventura fue improvisado- apenas duró una semana- y su objeto no fue una liberación amorosa, sino una maniobra para oscurecer las anteriores justas mantenidas por el Condestable y los caballeros de su casa, en fin una cuestión de prestigio entre los infantes de Aragón y la nobleza castellana con su Condestable a la cabeza.

Así pues, don Álvaro de Luna reaccionó alentando y apoyando la celebración del Passo Honroso. Esto escribe Lavandería:

La reacción de don Álvaro no se hizo esperar y (…) se propuso dar un enorme golpe de efecto sobre los infantes, en el mismo campo de la lucha: el deportivo. Uno de los criados de su casa, Suero de Quiñones, precisaba una liberación de amor y la liberación amorosa de su noble criado, debía ser tan grande como su cuna (…). La intervención de su protector, hizo que su nombre quedase inmortalizado como el defensor del Passo Honroso, legándonos, a su vez, un monumento que ha quedado como modelo en su género.6



En 1440 tiene lugar otro paso de armas en Valladolid, mantenido por Ruy Díaz de Mendoza, que tiene relación con los dos pasos anteriormente citados (el de la Fuerte Ventura y el Passo Honroso).

En efecto la noticia de este paso de armas se describe en la Crónica de don Juan II así:

En estas bodas del príncipe don Enrique y de la princesa doña Blanca, hizo Ruy Díaz de Mendoza, mayordomo del Rey, un señalado hecho de armas en esta guisa: en esta villa de Valladolid con diez y nueve caballeros y gentiles hombres, así extranjeros como castellanos, que quisieran a él venir., el dicho Ruy Díaz o cualquiera de los de su compañía había de hacer tantas carreras por liza, hasta ser rompidas quatro lanzas con fierros amolados en arneses de correr (…) e no ovieron lugar todos de las facer, porque el Rey que cessasen por ser tan peligrosas, en que murieron un caballero de Toro, Pedro de Puertocarrero (…) e otro gentil hombre (…) llamado Juan de Salazar, por Rodrigo de Olloa7 .



Este mantenedor Ruy Díaz de Mendoza, hijo de Juan Hurtado de Mendoza, aparece en la política apadrinado por el rey de Navarra para ocupar el puesto de mayordomo mayor de Juan II en 1426. En 1428 forma parte de la élite de los caballeros justadores en el paso de la Fuerte Ventura. Seis años más tarde dos de sus caballeros, Juan de Soto y Rodrigo Olloa, participan como aventureros en el Passo Honroso. Y seis años más tarde (1440) aparece como mantenedor de su propio paso (suspendido por el Rey) en Valladolid.

Es, pues, un personaje que ha seguido de cerca todos los pasos de armas importantes en Castilla y sus implicaciones. Díaz de Mendoza ejerció una continua oposición a la política del condestable, Don Álvaro; los dos están bajo la tutela del mismo rey (Juan II), y ambos pretenden imponer su influencia en la corte.

Ruy Díaz de Mendoza se une a los infantes, y cuando éstos se alían con el príncipe Enrique, aparece el mayordomo, intentando ganar la confianza del futuro rey. No es, por tanto, extraño que con motivo de la boda del príncipe Enrique, aprovechando las horas bajas de Don Álvaro, se le ocurriera agasajar a don Enrique con un excelente paso de armas, al mismo tiempo que restaba importancia al Passo Honroso, que había patrocinado don Álvaro.

Según el fragmento de la “Crónica de Juan II”, hay una clara intención por superar la hazaña de Suero de Quiñones, tanto en los días (40), en las lanzas a romper y en el número de mantenedores.

Este paso de armas, mantenido por Díaz de Mendoza, desembocó en el más estrepitoso fracaso, ya que por las muertes y lesiones, el rey lo suspendió.

Así pues, hay una amplia relación de oposición entre los pasos castellanos: las justas mantenidas por don Álvaro de Luna en 1928 para celebrar la estancia en Valladolid de la infanta de Leonor, que iba camino de Portugal para casarse con el infante don Duarte; después como rechazo a estas justas se organiza el paso de la Fuerte Ventura, el 18 de mayo de 1928, promovido por el infante don Enrique de Aragón.

Luego tenemos en 1934 el Passo Honroso, maniobra de don Álvaro de Luna para seguir influyendo en la corte.

Y por último el paso de armas promovido por Ruy de Mendoza con el fin de afirmarse en la corte de Juan II, apoyando a los infantes, pero que deportiva y políticamente fue un fiasco.

Otro paso de armas renombrado fue el Pas du Pin aux Pommes d’ Or, celebrado en Barcelona en 1455, en la plaza del Born, cuyo mantenedor fue Gastón II de Castellbó, IV conde de Foix, que mandó plantar un pino con manzanas doradas en medio de la plaza.

De este paso, también de intención política, conviene destacar el gasto que supuso a Gastón de Foix, que ascendió a 30.000 florines, que para reunirlos, tuvo que hipotecar las rentas del vizcondado de Castellbó y empeñar la famosa cruz de los condes de Foix, joya de 764 piezas, que quedó en manos de unos prestamistas de Barcelona.

El gasto fue enorme; pero los motivos que indujeron al conde a realizar el espectáculo fueron los siguientes:

Festejar la firma del tractat de la successió de Navarra, despullant al rey Joan a son propi fill, el princep Carles de Viana de la legitima herencia de la mare, per satifer la ambició criminal del Comte de Foix y de su esposa Elionor8.

Un cuantioso dispendio tendremos, también, en el Passo Honroso, modelo de este tipo de espectáculo deportivo- caballeresco.





SUERO DE QUIÑONES: el protagonista



Suero de Quiñones fue hijo de don Diego Fernández de Quiñones, Merino Mayor de Asturias, señor de Luna, de Ordás y Vallellamas, y de doña María de Toledo, señora de Barcial de la Loma. De este matrimonio nacieron 10 hijos: cuatro varones y seis hembras, de ellos destacaron don Suero, don Pedro, don Hernando y doña María, que se casó con el conde de Benavente.

Nació en 1409, según cuenta Pero Rodríguez de Lena: “tenía por entonces (1434) nuestro leonés 25 años”.

Y aunque nació el segundo, no fue nunca un “segundón” por voluntad expresa de su padre, que estableció en el testamento, otorgado el 3 de febrero de 1442, cuatro mayorazgos, uno para cada uno de sus cuatro hijos: Pedro, Suero, Hernando y Diego.

La gran figura política del momento es don Álvaro de Luna, el Condestable (valido) del rey de Castilla, Juan II; y apenas cumplidos los 17 años, en 1426, Suero y Pedro entran en la casa del Condestable como criados, con la esperanza de medrar a su sombra.

En la corte de Juan II había un cultivo constante de la poesía; todos los caballeros y gentiles hombres componían canciones, como lo hacían el propio rey y el condestable. Lope de Stúñiga dio nombre a uno de los “Cancioneros” más conocidos del siglo XV castellano, “Cancionero de Palacio”, y en él aparece Suero de Quiñones como autor de siete poemas; como muestra vamos a transcribir esta endecha, que muestra ese vivir enamorado, que lo llevó primero a combatir a la batalla de la Higueruela con el brazo derecho desarmado, a la prisión de amor y al Passo Honroso después:







Dezidle nuevas de mi

E mirad si havrá pesar

Por el plazer que perdí.

Contadle mi fortuna

E la pena en que bivo

E dizid que soy esquivo

Que non curo de ninguna,

Que tan fermosa la vy

Que m`oviera de tornar

Loquo el día que partí.9



En 1431, con 22 años, participa al lado del Condestable en la Guerra de Granada, buscando riquezas y honor y en la batalla de la Higueruela, lleva en honor de su dama el brazo derecho desnudo, siendo el terror de los infieles. El éxito de esta batalla se debió al arrojo y pericia de don Álvaro, de tal forma que querían continuar hasta Granada: “pero los cortesanos, sus enemigos, temerosos de su influjo si llegaba a ceñirse este último y más preciado laurel, claman contra la empresa fomentando en el ejército el descontento, la desunión y la indisciplina. Al fin tuvo don Juan que regresar a Castilla”- dice Policarpo Mingote.10

Tres años más tarde, el primero de enero de 1434, en las primeras horas de la noche se presenta en la corte de Medina del Campo en demanda de celebración del Passo Honroso.

Al año siguiente se casa con doña Leonor de Tovar, hija de Juan de Tovar. Llegaron después las discrepancias de la familia Quiñones con la corona y el destierro.

A la muerte de Juan II y con la coronación de Enrique IV, el 23 de julio de 1454, se devolvieron a Suero todos los bienes que tenía intervenidos.

Tranquilo vivía don Suero en el lugar de Barcial de la Loma en 1458, cuando Gutierre Quijada, señor de Villagarcía, deseando vengarse por las desavenencias en la batalla de la Higueruela y por una herida leve recibida noblemente en la defensa del Passo Honroso, buscó el pretexto para atacarle y darle muerte entre Castroverde (Zamora) y Barcial de la Loma (Valladolid).

Así aparece narrado en el Cronicón de Valladolid: “Murió Suero de Quiñones, fijo de Pedro (Diego) Quiñones, en Berceal, XI de julio, o cerca de Castro Verde, en una pelea que ovo con Gutierre Quixada, do le mataron los peones, año de MCCCCLVI”.11



PERO RODRÍGUEZ DE LENA, el escribano del PASSO HONROSO

 
 
 
                                                             

 
 
 
En el comienzo del Libro del Passo Honroso, leemos:

Este es el libro que yo Pero Rodríguez Delena (sic) escribano de nuestro señor Rey don Juan, y su notario público en la su corte y en todos los sus reinos, que para lo Yuso escrito llamado y rogado fui por el principal cabeza y caudillo de lo siguiente, cometedor e fazedor del ante nombrado, e escriví y escribir fize de los fechos de Armas que passaron en el Passo que el generoso de magnánimo coraçon, forçado de grand virtud, honorable cavallero Suero de Quiñones12.



Aquí nos muestra su profesión, escribano y notario público; pero no sabemos el lugar y la fecha de su nacimiento, ni de su muerte.

Parece ser que vivió en León, en Villanueva de Jamuz y en Laguna de Negrillos, y que estuvo a servicio de los Quiñones durante la primera mitad del siglo XV, como escribano o notario. Realiza el testamento de Diego Fernández de Quiñones (padre de Pedro y Suero) el 3 de febrero de 1442 con este tenor:

Yo, el dicho Diego Fernández, así tengo fecho y otorgado por ante Pedro Rodríguez de Lena escribano o este que agora nos los dichos Diego Fernández y la dicha doña María de Toledo su mujer facemos y otorgamos por antedicho pedro Rodríguez escribano de nuestro señor rey y su notario público13.



Cuando la familia Quiñones obtiene el Condado de Luna en 1462, Pero Rodríguez de Lena no figura ya como escribano de la familia, con lo cual se presume que ya habría muerto.

El notario Pero Rodríguez sería buen conocedor de las reglas de la caballería para llevar a cabo con éxito su crónica diaria sobre el Passo Honroso, cometido que cumplió de forma escrupulosa; esto dice en la última página del documento:

Fazemos fee que es verdad todo lo contenido en este libro e historia del fecho de armas, e auctos e arengas e debates, e presentaçiones, e otras cosas asaz que en él son escritas según más largamente por la historia dél es recontado.14

Y firman Pero Barba y Gómez Arias de Quiñones, “juezes que fueron de aquel campo e passo”.





EL PASSO de armas HONROSO de Suero de Quiñones


                                                                 
 
 
 
La empresa del Passo Honroso como hecho histórico tuvo lugar del 10 de julio a 9 de agosto de 1434 en la Puente de Órbigo, en el Camino de Santiago.

Este es el contexto en el que se gestó el Passo Honroso: por una parte tenemos las justas organizadas por el Condestable, don Álvaro de Luna en honor de la infanta Leonor en Valladolid, 1428; de otra parte el Passo de la Fuerte Ventura, mantenido por el infante don Enrique de Aragón con la clara intención de oscurecer las justas del Condestable, también en 1428 y en Valladolid.

Politizado así el hecho deportivo-caballeresco entre los infantes de Aragón y la nobleza castellana, liderada por don Álvaro de Luna, éste reaccionó inspirando y apoyando la celebración del Passo Honroso.

En efecto, el motivo de la celebración del paso es doble, por un lado político (la rivalidad) y por otro el caballeresco: la prisión de amor y su consiguiente liberación.

Con todo esto el día primero de enero de 1434, estando la corte en Medina del Campo, a las primeras horas de la noche, ante el Rey de Castilla, Juan II y su esposa doña María, el príncipe Enrique y el Condestable, Don Álvaro de Luna, se presentaron armados Suero de Quiñones, que llevaba una argolla al cuelo, y nueve caballeros, y habiendo hecho reverencia al rey, el faraute Avanguarda leyó la siguiente petición de Suero Quiñones:

Deseo justo e razonable es los que en prisiones o fuera de su libre poder son desear libertad, como yo, vasallo e natural vuestro, sea en prisión de una señora de gran tiempo acá, en señal de la qual todos los jueves traigo a mi cuello este fierro según notorio sea en vuestra magnífica corte e reinos e fuera dellos por los farautes que la semejante prisión con mis armas han llevado. E ahora, poderosos señor, en nombre del apóstol Santiago, yo he concertado mi rescate, el qual es de tresçientas lanças rompidas por el asta con fierros de Milán, de mí e destos cavalleros que aquí son en estos arneses (…). Mas lo dicho se entienda salvando dos cosas, que vuestra majestad Real no ha de entrar en estas pruevas, ni el muy magnífico señor Condestable, don Álvaro de Luna.15



Pero el cautiverio amoroso en el que se hallaba a causa de una dama- a la cual no se nombra en todo el relato- no era exclusivamente ideal, sino un amor real y la dama se llamaba Leonor de Tovar, hija de Juan de Tovar, señor de Cívico (Palencia) con la cual se casaría más tarde.

El rey concedió esta petición y el faraute pregonó en una “grida” la licencia obtenida: “sepan todos los cavalleros e gentiles homes del muy alto rey nuestro señor, como él da licencia a este cavallero para esta empresa”16.

Posteriormente Suero de Quiñones mandó leer los 22 capítulos de su empresa, por los cuales quedará libre de su voto. Estos capítulos establecían las reglas de cómo, cuándo y dónde se debía realizar el Passo. Y encargó a León, rey de armas, que informase a todos los reyes, duques y príncipes cristianos con el fin de que todo caballero con deseos de aventuras viniera en su “deliberación”.

El emplazamiento de la defensa del Passo estaba cerca de la puente del Órbigo, a seis leguas francesas de León y a tres de Astorga. El lugar estaba localizado en pleno Camino de Santiago (“en una floresta que está rendida del camino francés”); y por tanto los peregrinos que no se acercasen al lugar podrían continuar libremente su peregrinación, pero aquel que se aproximase, se vería obligado a participar en él; y, si no desease participar en la lucha, debería depositar en prenda una de sus armas y la espuela derecha, jurando no vestirlas hasta que se encontrase en otro paso de armas.

 
 
                                                                         


 
 
 
Además del emplazamiento del palenque, también indica los lugares donde fue cortada la leña, (“para hazer cadhalsos, liça y sala”), en los montes de los concejos de Luna, Ordás y Vallellamas.

La duración sería de 30 días, “quinze dás antes de la fiesta de Santiago, fasta 15 días después” (del 10 de julio al 9 de agosto de 1434). Suero de Quiñones quedará libre de su prisión amorosa, cuando se hayan roto 300 lanzas, sumadas tanto de los mantenedores como de los aventureros.

Seis meses faltaban desde la “grida” (pregón) del paso de armas hasta el comienzo del combate. Suero de Quiñones adquiría en Valladolid los útiles indispensables para la liza: arneses, lanzas, caballos; así como dispuso la construcción del palenque y de los cadalsos o balconcillos.

Asimismo, el escultor Nicolao Francés talló un faraute de madera, con el siguiente letrero: “Por ay van al Passo”. Esta señal fue colocada a la salida de León, a unos 70 metros del actual puente de San Marcos, en el Crucero.

Y todo ello a expensas de Suero de Quiñones, que seguro que la familia Quiñones tuvo que endeudarse para el montaje y sostenimiento del Passo. Esto escribe César Álvarez:

Las quejas de diversos concejos pertenecientes a su señorío, son, a partir de este momento, más frecuentes, señal inequívoca de los excesos que en la percepción de tributos se vieron los Quiñones obligados a cometer para pagar las deudas que posiblemente adquirieron.17

Terminados los preparativos para la celebración del Passo, los 9 defensores: Lope de Stúñiga, Diego de Bazán, Pedro de Nava, Suero Goméz, Sancho de Rabanal, Lope de Aller, Diego de Benavides, Pedro de los Ríos y Gómez de Villacorta, que unidos a su capitán mayor, Suero de Quiñones, harán frente, con buena fortuna, a los 68 caballeros “conquistadores o aventureros”.

Actuarán de jueces: Pero Barva y Gómez Arias de Quiñones. Rey de armas: Portugal y Monreal (rey de armas de 2ª). Secretarios: Vanda y Cintra. Trompetero: Dalmao. Escribano: Pero Rodríguez de Lena.

El primer día señalado del Passo llegan a la puente del Órbigo tres caballeros que venían a la pruebas del Passo Honroso, el caballero alemán, Micer Arnaldo de la Floresta Bermeja, de 27 años y los caballeros valencianos Mosén Juan Fabra y Mosén Pero Fabra; y el 11 de julio don Suero de Quiñones con 25 años entra en la liza18 montado en un corcel con la siguiente divisa bordada: I faud deliberer ( es necesario liberarse) y en una cinta de oro con letras azules colgada del brazo derecho proclamaba su empresa: si a vous ne plait de avoyr mesure; certes ie dis que ie suis sans venture ( si no queréis corresponderme, en verdad que no hay dicha para mí).

El escribano Rodríguez de Lena levanta acta notarial de cada uno de los combates, en los cuales participaron los 10 caballeros mantenedores y envía diariamente la crónica a la corte del rey Juan II.

Así el primer combate del Passo tiene lugar entre Suero de Quiñones y el alemán Arnaldo de la Floresta Bermeja, que es ganado por el alemán, que rompió 2 lanzas y don Suero 1 en seis carreras.

Como hecho singular en el desarrollo del Passo tenemos el comportamiento de dos caballeros catalanes, Riambau de Corbera y Francí Desvalls, que, desde León, el día 22 de julio escribieron una carta de “requesta” (desafío) a Suero de Quiñones, en la que le pedían, que con el fin de no molestar a los peregrinos en su camino, ellos dos se comprometían a romper las 300 lanzas con él y sus nueve mantenedores, a la que contestó Suero en los siguientes términos:

Si esto se entiende a que cada uno de vosotros entienda romper más tres lançaz de su parte, e del que con él fiziere, no creería que ayades visto mis capítulos, los quales por todas las partes del mundo de cristianos por mi an sido embiados19.

Como se puede observar, los dos caballeros catalanes intentan desacreditar el Passo, de nuevo se muestra la rivalidad entre Aragón y Castilla; pero don Suero estaba dispuesto a defenderlo contra quien fuese.

La contestación arrogante de los caballeros catalanes fue desafiar a Suero de Quiñones a “batalla a todo trance”, es decir a muerte, pensando que con ello hacían un servicio a Dios y al apóstol Santiago, ya que no habían venido a romper las tres lanzas de los capítulos.

Don Suero se asombra de que sea requerido a “todo trance” y les invita a leer el capítulo décimo:

Que si cualquier cavallero o gentil home que quisiere quitar cualquiera pieça de arnés para correr las dichas lançaz (…), que me lo embíe a decir, e que será respondido a su grado si la razón e el tiempo lo adebdare. E pues a vosotros plaze lo más peligroso, yo vos ruego que vos plega de venir aquí, e requerir de quitar aquella pieça en que razonablemente más peligroso venir puede20.

Los dos caballeros catalanes combatieron en el Passo como los demás aventureros.

Una vez terminado el Passo, el día 12 de agosto, y desde León, Suero de Quiñones envió una carta a los dos caballeros, Francí y Riambau, en la que resume los principales puntos de las cartas anteriores, justifica su postura y dice:

Agora yo vos fago saber (…), yo soy ya libre de mi prisión y empresa (…) por ende, si algo en plazer vos biene, sépalo yo por letra vuestra, que vos certifico que si el precio es honor que vosotros seades, en breve, satisfechos21.

La respuesta de los catalanes a la carta, un tanto vaga, de Suero de Quiñones, no fue muy rápida. El 16 de octubre y fechada en Barcelona hace un resumen de todo lo ocurrido anteriormente y termina con la misma vaguedad que la de Suero, diciendo que si tiene algo que objetar, se lo envié decir, que encontrará: “altra resposta que nosaltres no hevem trovado en vos; fiant en Deu e a moceen sant Jordi que, nos en tal cars cuydant reparar postres carrechs, doblaren aquells”22.

Otro hecho lamentablemente singular fue la muerte en combate del caballero aragonés Asbert de Claramunt con Suero hijo de Álvar Gómez. El infortunado Asbert resultó muerto en el acto, porque Suero le mete la lanza por el ojo izquierdo “fasta los sesos”. Suero de Quiñones manda reunir a los frailes y les pide honras fúnebres para el caballero finado, pero éstos se negaron, “por ser muerto en el hávito que moriera”. También se niegan a enterrarle en sagrado. Suero de Quiñones envía a uno de los frailes a consultar al obispo de Astorga para solicitar sepultura cristiana, que tampoco la concede, por lo que “fizieron una fuesa en el cabo de la puente” (Lavandería, 367).

Aquí vemos que el matiz religioso con capilla, misa diaria voluntaria, ubicación en el Camino de Santiago en año de jubileo e perdonança, la caridad cristiana no se cumple, negándole el camposanto al desdichado Asbert de Claramunt.

En el mismo sentido de las singularidades, nada positivas como hemos visto, Don Gutierre de Quijada, señor de Villagarcía de Campos, llega a la puente del Órbigo el 20 de julio por la tarde con su cortejo de caballeros. Don Suero le ofrece una tienda, que no acepta, que como es natural de la comarca, está bien “proveído”.

Don Gutierre llega al Passo con sus caballeros dispuesto a enfrentarse con los mantenedores de igual a igual. No acepta la formalidad de los capítulos, sobre todo el 8º, que dice que ningún caballero aventurero sabrá con qué mantenedor se enfrenta hasta el final del combate. Porfía don Gutierre en luchar con don Suero, pero los jueces se lo impiden por no corresponderle.

No quedaron bien en el Passo, Gutierre de Quijada y sus caballeros. El mismo don Gutierre fue herido en el hombro, lo cual acrecentó su inquina contra Suero de Quiñones, enemistad que ya venía desde que vivieron y pelearon juntos al lado del Condestable en Sierra-Elvira (batalla de la Higueruela) contra los musulmanes. Todo esto le llevaría a dar muerte a don Suero en 1458 entre Castroverde y Barcial de la Loma.

El Passo había durado los diás establecidos: del 10 de julio al 9 de agosto de 1434; entonces los jueces dieron por rescatado a Suero de Quiñones de su prisión amorosa, quitándole la argolla en el campo mismo, aunque sólo se habían quebrado 177 lanzas de las 300 que figuraban en sus capítulos.

El rey de armas y el faraute bajan a la liza. Desmonta Suero de Quiñones y se inclina ante ellos, que ceremoniosamente le retiran la argolla de hierro del cuello.

Los jueces firman las actas de la conclusión del Passo y de la liberación de la prisión de amor.

El escribano Pero Rodríguez de Lena da fe de todo lo acontecido en el Passo y se despacha la última carta para el Rey.

Don Suero de Quiñones y los nueve caballeros mantenedores se trasladan a León. Entran por el puente de San Marcos, continúan por la “Rúa Nova” (Renueva)- hoy Suero de Quiñones y Renueva- , y por San Isidoro, llegan a la catedral a dar gracias.

Se retira don Suero a su casa de Palat de Rey, y días más tarde al castillo de Laguna de Negrillos y desde allí fue en peregrinación a Santiago.



CONCLUSIÓN



El Passo Honroso tiene un objetivo político bien definido, el engrandecimiento de los nobles de Castilla para sobresalir de los nobles de Aragón en riquezas, destrezas y honor.

Se muestra también la rivalidad entre la nobleza castellana por influir en la corte en las personas de Don Álvaro de Luna y el mayordomo del rey, Ruy de Mendoza.

Y en el ámbito individual Don Suero de Quiñones, más que la prisión amorosa-mero pretexto-, alentado por el Condestable, lo que buscó fue protagonismo, significación en el torneo e indirectamente la fama póstuma.

El aspecto religioso es transversal en el Passo, desde la profesión de fe del escribano, hasta la solemne acción de gracias en la catedral de León, una vez terminado el Passo y la posterior peregrinación a Santiago de Compostela.

Además el hecho de elegir el año jacobeo (25 de julio en domingo) de “jubileo e perdonança” y el lugar, obedece a un motivo práctico y estratégico: el paso obligado de los peregrinos por el puente del Órbigo. Por este motivo los caballeros catalanes Francí Desvalls y Riambau de Corbera argumentando que los peregrinos eran impedidos en su camino a Compostela, quisieron romper ellos solos las 300 lanzas y dejar expedito el puente. Pero el Passo se mantuvo en nombre del Patrón Santiago.

También hemos de destacar la construcción de una magnífica capilla en una de las tiendas, en la que se dijeron tres misas todos los días del Passo.

En la parte negativa religiosa y como muestra inalterable del orden jerárquico medieval, tenemos el hecho de negar la sepultura cristiana al infortunado caballero Asbert de Claramunt, muerto en la liza.

Vemos también que hay una breve muestra del vocabulario técnico de los torneos, justas y pasos de armas de origen francés. Así en la divisa de armas que don Suero mandó bordar decía: I faud deliberer (Il faut deliberer): Es necesario liberarse.

Y la “grida” que el rey de armas y el faraute Monreal lanzan como señal del comienzo del primer combate entre Suero de Quiñones y Arnaldo de la Floresta Bermeja, era : Lexeles a leer, lexeles a leer, e fer son dever (laissez-les aller, laissez-les aller, et fair leer devoir): Dejadlos marchar, dejadlos marchar, y cumplir su deber.

Con este hecho de armas, la nobleza empieza a escribir su acta de defunción. Los ideales caballerescos se van deteriorando por la presión de la burguesía mercantilista y el inicio de las ideas renacentistas.

El Libro del Passo Honroso de Pero Rodríguez de Lena pretendió mostrar la realidad sociológica, al margen de la imaginación, de los caballeros andantes reales con sus ideales y sus miserias.

En definitiva la crónica de Rodríguez de Lena es uno de los documentos más significativos para el conocimiento de la agonía de la vida caballeresca, que se resistía a morir y el nacimiento de una nueva visión del mundo: el Renacimiento.

Y sobre todo el Passo Honroso dará fama duradera a Suero de Quiñones después de su trágica muerte, ya que es conocido y recordado como don Suero, el del Passo.

En verdad que el Passo fue Honroso para los 9 conquistadores y sobre todo para su capitán, Suero de Quiñones, que consiguió la gloria del Passo de armas y la honra futura.

En cuanto a las ediciones del Libro del Passo Honroso, el manuscrito del escribano y notario Pero Rodríguez de Lena no vio la imprenta hasta 1588 en Salamanca, resumido y modificado por el franciscano Juan de Pineda. Se volvió a publicar en 1783 en la imprenta de Antonio Sancha, con índices de Fernando Arroyo Ilera, quien formando parte de la Crónica de Don Álvaro de Luna, lo dio a la imprenta al año siguiente.

El hispanista Archer Milton Huntington hizo una edición facsímil de la edición de 1588 en Nueva York en 1902.

En 1970 Espasa-Calpe publicó otra edición facsímil de la primera impresión de Juan de Pineda a cargo de Martín de Riquer.

En 2007 se hizo una reedición de la de Antonio Sancha de 1783 en la “Biblioteca Leonesa de Escritores” por el Diario de León.

En 1834, conmemorando el IV centenario del Passo, el duque de Rivas, don Ángel de Saavedra, dedicó al paso de armas, el poema “El Passo Honroso”, con una visión romántica.

A finales del siglo XIX, Clemente Bravo Guarida publicó El Passo Honroso de Don Suero de Quiñones (1892), que fue reeditado en folletón en el Diario de León en 1934, con ocasión del V centenario; este mismo año Mariano Domínguez Berruela publicó su versión de los hechos: Passo Honroso defendido por don Suero de Quiñones, Imprenta provincial, León ,1934 y se le dedicó una calle en León..

Luis Alonso Luengo publica una biografía novelada del paso: Don Suero de Quiñones, el del Passo Honroso, Madrid, 1943; de esta edición se hizo un facsímil publicado por El Mundo-La Crónica de León en 2004.

Y como edición más solvente tenemos El Passo Honroso de Suero de Quiñones, edición de Amancio Labandeira Fernández, Madrid, 1977, que es su tesis doctoral y y está basada en el manuscrito del El Escorial, que es el único completo; pero tiene en cuenta los otros manuscritos existentes, el de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, el de la Real Academia de la Historia y el de la Biblioteca nacional de Madrid.

Y por último Carlos Traranilla de la Vega ha publicado El Passo Honroso de don Suero de Quiñones de Pero Rodríguez de Lena, adaptado al español actual, Lobo Sapiens, León, 2014.

En el aspecto extraliterario en 1951 se erigió un monolito conmemorativo en el Puente de Órbigo del Passo de armas con los nombres de Suero de Quiñones y los nueve mantenedores, así como los lugares de procedencia de los aventureros.

El pintor leonés, de origen burgalés, José Vela Zanetti pintó un mural en el hall del Hotel Conde Luna con una escena del Passo Honroso, por llevar el hotel el nombre del título nobiliario de los antepasados de Suero de Quiñones.

En la actualidad, desde 1997 se viene celebrando una simulación del Passo de armas por luchadores profesionales en Hospital de Órbigo, el primer fin de semana de junio. La fiesta ha sido declarada de interés turístico regional. Acude mucha gente ataviada con trajes de época, así como mucho público. La fiesta termina con el Gran torneo en el palenque, con los caballeros con sus damas y escuderos para luchar, recreando el Passo de don Suero de Quiñones.



                                                           
 
 
 
                                                                   
 
 
 
 
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA



Alborg, Juan Luis, Historia de la Literatura Española I, Editorial Gredos, Madrid, 1981

Alonso Luengo Luis, Don Suero de Quiñines, el del Passo Honroso. Estampas del Camino de Santiago, Editorial Lebrija, León, 1984.

Cancionero de Palacio, Edición de Ana Mª Álvarez Pellitero, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, Salamanca, 1993.

Cronicón de Valladolid, con notas de Pedro Sainz Rodríguez, en Codoin, vol. XIII, Madrid, 1848.

Domínguez Berrueta, Mariano, En el camino de peregrinos a Compostela. Passo Honroso defendido por don Suero de Quiñones, 10 de julio a 10 de agosto de 1434. Puente de Órbigo-León, Imprenta provincial, León 1934

Labandeira Fernández, Amancio (editor), El Passo Honroso de Suero de Quiñones, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1977.

Marqués de Alcedo y de San Carlos, Un olvidado pleito del siglo XV. La herencia de Suero de Quiñones Blass, S. A. , Madrid, 1926. Digitalizado en www.saber.es: “Un olvidado pleito del siglo XV”

Martínez García Francisco, Historia de la Literatura Leonesa, Everest, León, 1982

Mingote y Tarazona, Policarpo, Ilustres varones leoneses, Editorial Nebrija, León, 1978

Riquer Martín de, Lletres de batalla. Cartells de dexeiximento i capitols de passos d’ armes, vol. II, Editorial Barcino, Barcelona, 1968

- Caballeros andantes españoles, Espasa-Calpe, Madrid, 1970

Rodríguez de Lena, Pero, Libro del Passo Honroso defendido por el excelente cavallero Suero de Quiñones, Espasa-Calpe, Madrid, 1970

Taranilla de la Varga, Carlos, El Passo Honroso de don Suero de Quiñones de Pero Rodríguez de Lena, Lobo Sapiens, León, 2014






Madrid, 14 de octubre de 2015



Anastasio Serrano





1 . Rodríguez de Lena, Pero, Libro del Passo Honroso defendido por el excelente caballero Suero de Quiñones, Espasa-Calpe, Madrid, 1970. Martín de Riquer, “Nota preliminar”, pp. 9 y 10.

2 . El Passo Honroso de Suero de Quiñones, Edición de Amancio Labandeira Fernández, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1977, “Introducción”, p. 9

3 . Martínez García Francisco, Historia de la Literatura leonesa, editorial Everest, 1982, p. 79

4. Juan de Merlo, caballero portugués participó, como aventurero en el Passo Honroso.

5 . Alborg, Juan Luis, HIstoria de la Literatura Española I, Edad Media y Renacimiento, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 483.

6 . O. c. Labandeira, p. 16

7 . Crónica de don Juan II (cita tomada de Lavandería, p. 17)

8 . O. cit. Labandeira, p. 21

9 . Cancionero de Palacio, Edición de Ana Mª Álvarez Pellitero, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, Salamanca, 1993, p. 9

10 . Mingote Policarpo, Ilustres varones leoneses, editorial Nebrija, León, 1978, p. 74

11. Cronicón de Valladolid, con notas de Pedro Sainz de Baranda, en Codoin, vol. XIII, Madrid, 1848, p. 28

12. Rodríguez de Lena Pero, Libro del Passo Honroso defendido por el excelente cavallero Suero de Quiñones, Espasa- Calpe, Madrid, 1970, p. 25


13 . Marqués de Alcedo y de San Carlos, Un olvidado pleito del siglo XV. La herencia de Suero de Quiñones, Blass, S. A., Madrid, 1926, “Apéndice”, pp. 161-162

14 . O. cit, Labandeira, p. 425

15 . Libro del Passo Honroso, pp. 30-31

16 . O. cit. p. 32

17 . Álvarez César, Los Quiñones, un linaje leonés en la Baja Edad Media, p. 147

18 . El rito de la liza era el siguiente: 1. Armarse en la tienda 2. Examen de las armas por los jueces 3. Colocación en el campo 4. Toque de trompetas 5. La lucha: hacer armas 6. Presentación ante la tribuna de los jueces de los dos caballeros, que en ese momento se descubren la cara y se conocen 7. Invitación del mantenedor al conquistador a cenar . Salida del campo.

19 . Libro del Passo Honroso, Labandeira, p. 247

20 . Ibídem, p. 254

21 . Passo Honroso, Espasa- Calpe, p. 197

22 . Martín de Riquer, Lletres de batalla. Cartells de deseiximento i capitols de passos d’ armes, Editorial Barcino, Barcelona, 1968, vol II, p. 161.

miércoles, 21 de octubre de 2015

ANTONIO PEREIRA O LA MAGIA DE CONTAR


 

                                                                                        Yo pecador, confieso y canto

                                                                                                    A. Pereira

                                                                                   ( Del monte y los caminos)


                                                                           

                                                                   





 Antonio Pereira, Villafranca del Bierzo, 1923- León, 2009

Villafranca del Bierzo viene a ser por su dedicación a la cultura la Atenas berciana; pues allí ha surgido una pléyade de poetas, prosistas y hombres de letras, en general, como Balbino Álvarez de Toledo, Luis López Álvarez, Ramón González-Alegre, Ramón Carnicer y en la actualidad el inestimable y premiado poeta Juan Carlos Mestre.

Además la música también tiene presencia permanente en Villafranca, pues Cristóbal Halffter, madrileño, que vino a vivir a la capital cultural del Bierzo por propia voluntad, ha creado y sigue creando parte de su obra allí.

Otro hito importante, consecuencia de la anterior efervescencia literaria, es la Fiesta de la Poesía anual villafranquina, a la que acuden las figuras más señeras de la provincia y de España. Esta Fiesta de la Poesía, promovida por Antonio Pereira, comenzó a mediados de los años 60 y se siguió celebrando año a año hasta la muerte de Pereira. Y por supuesto no deja de causar extrañeza dedicar una fiesta, tan prolongada en el tiempo y con tanto éxito a algo tan minoritario como la poesía. No cabe duda que la honda tradición cultural villafranquina ha sustentado y alimentado con tesón el fuego sagrado de la creación poética.

En el Madrid de principios del siglo XX había varios ramones (Ramón Menéndez Pidal, Ramón Pérez de Ayala y Ramón Gómez de la Serna), y sólo uno de ellos se alzó con el apelativo en mayúsculas, RAMÓN y fue Ramón por antonomasia, Ramón Gómez de la Serna; pues igualmente en León desde la década del 70 tenemos 3 antonios poetas (Antonio Pereira, Antonio Gamoneda y Antonio Colinas) y creo que por ternura, por cercanía y por maestría, Pereira se ganó el ANTONIO con mayúsculas, a pesar del Premio Cervantes, 2006, de su compañero y amigo, Gamoneda. Y Antonio Colinas, más joven, nacido en La Bañeza en 1946, consagrado y premiado poeta, todavía le queda recorrido vital y creador. Así pues, Antonio Pereira será el ANTONIO leonés por antonomasia.



APUNTE BIOGRÁFICO.

Antonio Pereira González nació en Villafranca el 13 de junio (festividad de San Antonio) de 1923 en el barrio de “El Otro lado o de “La Cábila”. Sus padres, José Pereira Villar y Claudia González Medrano tienen una tienda de ferretería, que será cantada en el poemario Del monte y los caminos.

Asiste a clase a las escuelas nacionales y en 1931 ingresa en la academia del sacerdote don Manuel Santín, en la que le había precedido el también escritor y paisano Ramón Carnicer. En dicha academia se prepara para el ingreso y luego los cursos de bachillerato, iniciado en 1933 y terminado en 1940 con el examen de estado en Oviedo.

Pero ¿cómo nació su vocación de escritor? Pues Antonio Pereira debió sentirse deslumbrado por don Manuel Santín, que, además de profesor era escritor, que había publicado artículos en periódicos de León y La Coruña y también escribió una novela que presentó al Premio Nadal. El alumno resultó muy estudioso y lector inteligente.

Un hecho, aparentemente trivial, el que a los once años le pusieran gafas, el convierte en un niño retraído, lector voraz y gran observador, ya que no puede competir con sus compañeros en los juegos y travesuras.

Desde luego Pereira fue muy precoz a la hora de publicar, con 12 ó 13 años ya publicaba en un periódico que se llamaba El Sembrador, editado por los Operarios Diocesanos, curas que se dedicaban a administrar los seminarios y eran los encargados de la formación de los nuevos sacerdotes.

Don Antonio Carvajal Álvarez de Toledo, villafranquino, poeta y periodista, amigo de la familia de Pereira, iba por la ferretería y leía sus versos y eso le sirvió de acicate con 13 años para decidirse a publicar en el Diario de León. Así acompañado de una carta de presentación de don Antonio de Carvajal, envía un artículo al Diario de León solicitando su publicación. La carta que recibió del director del periódico le llenó de satisfacción, esto le decía: “Enhorabuena a un valiente como usted que a los trece años se atreve a lanzarse a la palestra del periodismo”.

Y más adelante comenta Pereira: “Así empezó todo. Acaso parezca excesivo lo de “todo”. Pero cuanto ha configurado el nervio central de mi historia de hombre está allí. La actividad que más me ha consolado en la vida, arranca de aquella carta fundamental. Y el resto de mis oficios y vicisitudes, ya no iban a ser otra cosa que postdatas…”1

En aquella preadolescencia se iba despertando en él la pasión literaria y encontró un espacio propio, casi mágico, la imprenta de su tío y padrino, Tomás Nieto, que, además de impresor, tenía la librería, y allí leyó en la trastienda, el precoz “lletraferit” las obras completas de Vargas Vila, cargadas de un erotismo finisecular, las Sonatas de Valle-Inclán y hasta Los Cantos de Maldoror del Conde de Lautreamont (Isidore Ducasse).

Termina el bachillerato, a comienzo de los años 40 con 17 años y estando en Villafranca se publicó en el Boletín Oficial del Estado un curso especial para obtener el título de maestro nacional para los excombatientes de la guerra, pero que también estaba abierto a otros estudiantes. Pues bien, en un año obtuvo el título de maestro, profesión que no ejerció nunca. El hecho de que no estudiase una carrera superior justifica que se hable de él como autodidacta, a lo que siempre ha contestado Pereira: “¿Pero quién, en cuanto escritor no es un autodidacta? Enseñan algunos griego, latín, filosofía, gramática… Pero a crear escribiendo, lo que se dice a crear…”2.

A partir de entonces (comercio y literatura) su profesión será la de viajante comercial, tarea que le permitirá recorrer los pueblos y ciudades del noroeste y ejercitar sus dotes de observador, que luego reflejará en sus poemas y cuentos.

En 1947 gana su primer premio literario, otorgado por el Ayuntamiento de León por un texto de carácter histórico:"Bosquejo geográfico e histórico sobre el partido judicial de Villafranca del Bierzo", que fue publicado después por entregas en el Diario de León. La entrega del premio, dotado con 300 pesetas y un objeto de arte, se realizó en el Teatro Principal, donde coincide con Victoriano Crémer, ganador de la Flor natural, hecho, que evocará años después con emoción contenida:



Pero hubo algo que entrañó para mí mucho más que el premio, me apasionó ver a Victoriano Crémer premiado con la flor natural (…) Aquello fue el principio de una incorporación mía al ambiente literario leonés de aquellos tiempos, tan lleno con la figura irrepetible de Antonio de Lama, con los nombres también de Castro Ovejero, Gamoneda (…)3.



Al año siguiente publica en la revista Alba (La Coruña-Vigo), "Sonetos del Bierzo",gracias a su amigo y paisano, Ramón González Alegre, director de la revista, en cuyos números 4, 5 6 y 12 seguiría colaborando.

Por fin en 1949 abandona Villafranca y se establece en León, donde inicia un negocio dedicado a la venta al por mayor de artículos de electricidad (electrodoméstico menor) y del hogar, actividad que alterna y compagina con sus comienzos poéticos.

Ese mismo año entra en contacto con los miembros de Espadaña y en el número 38 publica sus “Poemas del estío”, tres sonetos amorosos: "Sed en los labios", "Misa de doce" y "Dos, uno, siete, siete" (Facsímil de Espadaña, León 1978, p. 796).

Conoce, pues, a Victoriano Crémer, a Eugenio de Nora, a Luis López Anglada, a Castro Ovejero, pero, sobre todo, a don Antonio González de lama, de quien siempre se consideró un amigo y por él se incorporó a las tertulias de la Biblioteca Azcárate. También conoció entonces a un jovencísimo poeta Antonio Gamoneda, que llegó a publicar un poema en el penúltimo número de Espadaña, nº 47, como sabemos la revista publicaría un número más y cerró en enero de 1951.

Los años siguientes entre 1951-1964 tenemos que destacar su matrimonio en 1951 con Úrsula Rodríguez Hesles, andaluza de Jaén, sobrina del profesor, especialista en Azorín, Ángel Cruz Rueda. Antonio y Úrsula se conocieron en la cola del cine “Crucero”, cuando esperaban para sacar la entrada para ver “Casablanca” en 1950.

Úrsula, mujer culta, ha traducido del francés, Tartarín de Tarascón de A. Daudet y del inglés, El príncipe feliz y otros cuentos de Oscar Wilde. Ha sido una fiel compañera, que le inspirará poemas como"Úrsula ciudad" de El regreso y "Elección de la amada de Antología de la seda y el hierro.

Publica su primer cuento, "Cuento de Navidad" en Diario de León, el 23 de diciembre de 1957. Resulta simpática la publicidad adosada al final del cuento de Almacenes Olmedo, tienda del ramo textil que ya no existe en la actualidad.

Los años siguientes consigue varios premios de ámbito regional: “Flor natural del Ayuntamiento de León”, premio del Ayuntamiento de Villafranca; al mejor proyecto de folleto de propaganda turística<< y otros.

Fuera del ámbito provincial consigue en 1962 la “Flor del Jazmín Real de Plata” con su "Canto a Fray Junípero Serra", cuyo 250 aniversario de su nacimiento se celebraba en Palma de Mallorca, adonde viaja a recoger el premio y conoce a Camilo José Cela, presidente del jurado, con quien entabla una amistad duradera; y por último en 1963 obtiene la “Flor Natural de los juegos florales de Avilés” por el poema "El mar", incorporado a Situaciones de ánimo.


POEMARIOS DE ANTONIO PEREIRA




                                                               
                                                                                                    
                                                            
                                                                                                                                     






En 1964 publica su primer libro de poesía El regreso en la editorial Adonais de Madrid. El libro fue presentado al Premio Adonais de Poesía, quedando entre los finalistas. Además el poeta leonés César Aller, que conocía a Luis Jiménez Martos, director de la colección, influyó en su publicación.


El regreso lleva una dedicatoria a Úrsula, su mujer y una cita de la "Epístola moral a Fabio":
Triste de aquel que corre y se dilata
Por cuantos son los climas y los mares4.
Todo el libro es una exaltación del retorno (Homero y Virgilio); es un canto a lo cercano, a la ciudad, a la rutina doméstica, a la costumbre, al oficio de vivir (mestiere de vivere, mestiere de poeta) con la familia y con los vecinos. El regreso a la costumbre proporciona un bienestar pacífico y alegre y una seguridad vital, cifrada en la afirmación de las raíces.

Veamos dos fragmentos de poemas, que nos confirmen lo anterior. Esto dice Pereira en el "Pórtico" de El regreso: "Afirmación de vecindad":



Soy de una tierra fría pero hermosa./ Aquí la nieve, la esperanza helada

De que se alumbre cada madrugada/ El destino difícil de la rosa.

Y me basta. Me basta si esta cosa/ Que nombramos amor o sueño o nada

Se la puedo contar a quien me agrada,/ A quien conmigo está y reposa.



Y el propio regreso físico lo manifiesta así:

Cuando corono el alto del Portillo/ Quien guarda la ciudad; y Dios la guarda,

Me digo: Estoy en casa, estoy seguro/ Hasta para morir o lo que cuadre

(…)

Me acerco en paz, -¿pero es que estuve lejos-/ Al confuso rumor que se reparte

Por la calles en sombra/ Cuando se hacen misterio los portales.

Y digo, ¡cuánto os amo!/ A vosotros los cien mil habitantes

De esta ciudad que ni siquiera nombro,/ Porque todos lo saben

Su nombre de carbón redondo y puro, /de trenes en la noche palpitante,

duro como una espada,/ que parte en dos el corazón del aire.




Del monte y los caminos (1966) fue presentado al Premio de Poesía de Guipúzcoa (1964), con lo que ya estaba escrito en el momento de la publicación de El regreso, llegando a ser finalista con La señal de José Batlló, que obtuvo el primer premio. José Batlló era el editor de “El Bardo” de Barcelona, una reciente colección de poesía, que había publicado un libro de Gabriel Celaya, Vicente Aleixandre, Gloria Fuertes y Pedro (entonces) Ginferrer. Batlló se encargó de publicar el libro y vio la luz en 1966.

El libro lleva una dedicatoria: “A mi padre que trabaja el hierro. A mi madre”. El poeta sigue mirando a sus raíces, a sus vecinos y a su padre, de oficio ferretero. El libro pretende ser un canto a la gente sufrida del monte, que acuden como clientes a la ferretería paterna. Hay nostalgia y ensoñación del pasado familiar y entonces nacen esos poemas elementales al sonido de los clavos en la balanza:



Todo sonaba en la tienda/ enemiga del silencio:

Los clavos sobre el platillo/ de la balanza cayendo

Y el choque de las caderas/ redondas de los pucheros.



A pesar de todo el poeta no se deja ganar por la ensoñación y habla de la vida dura de esos hombres del monte, que viven aislados en la aldea, parcos en palabras y acostumbrados a la soledad.

Cancionero de Sagres (1969), fue publicado en la colección "Arbolé" de Madrid, el 23 de diciembre de 1969 en los Talleres Grafinter.

Este poemario de temática lusitana, lleva una cita de Jean Cocteau: “Traer no un documento, sólo la música”; y una dedicatoria : “A los Pereira de la otra raya”.

Todo el libro tiene un carácter viajero, el viaje es estimado, porque se regresa. El poeta anota sus impresiones por diferentes lugares de Portugal: Peñafiel, Évora, Lisboa, riberas del Mondego, la sierra de Marao. Se recrea en la belleza del paisaje, pero también refleja la vida dura de los tipos humanos que va encontrando: el pastor, el emigrante, el vendimiador; así lo refleja:

¿Oporto, Sir…?

Aunque cinco copas beba/ lo que no sueña milord

Es la sed de quien vendimia/ en Oporto bajo el sol.



Y el viaje que supone el regreso se cumple en la mente del poeta en el último poema:

"Lo digo por don Antonio", en el que el paisaje de Sagres retorna a León y al amigo, que le espera:

Cuando en Sagres escucho una campana/ vuelvo León adentro. (…)

Ahora sale el amigo (…)

Orilla el río. / Pienso que está pensándome, esperándome

Quien se echaría al campo una mañana/ si no supiera que alguien le defiende

la plaza y la costumbre, el vino alegre/ del regreso (…)



Dibujo de figura (1972), publicado por la colección barcelonesa “El Bardo” en 1972.

En la contraportada del libro se ofrece una foto de Pereira y una nota autógrafa en la que se refiere a los escritores de Villafranca, a su esposa Úrsula y a su situación valetudinaria, esto dice:

Este de hoy es mi cuarto libro de versos. Quiero seguir, espero seguir, pero al fin cosa de Dios, de los cirujanos de las transaminasas… Este invierno no está siendo bueno que digamos, pero tengo mucha fe en la primavera. Úrsula está conmigo.



Se trata de un libro autobiográfico de su adolescencia y juventud. El verso adopta un tono narrativo y coloquial en el que aparece el ingenio y el fino erotismo ‘diocesano’ del Pereira narrador. Hay cierta afinidad con la narrativa del autor, como él mismo subrayó al recoger su obra poética hasta ese momento con el título de Contar y seguir (1972).

En cuanto a la forma se aleja de los metros tradicionales, predomina el verso libre, puntuación desordenada y se nota cierto prosaísmo.

Contar y seguir (1972), publicado por Plaza y Janés, dentro de la colección "Selecciones de Poesía" en noviembre de 1972, teniendo una segunda edición en septiembre de 1974. Lleva un prólogo del catedrático Miguel Dolç titulado:"El único libro de Antonio Pereira" e incluye los cuatro libros publicados anteriormente y añade dos cuadernos inéditos: “Situaciones de ánimo” y “Memoria de Jean Moulin”.

“Situaciones de ánimo” consta de 13 poemas dedicados a su paisano y amigo Ramón González Alegre y fue escrito en 1962 y en los años siguientes, lo que explica la pervivencia del romance, aunque ya aparece el verso libre.

Los motivos centrales, como reza el título, son los recuerdos familiares, el dolor físico frente al sufrimiento moral, el amor a la madre y a la casa.

“Memoria de Jean Moulin” se compone de 4 poemas en verso libre y fueron escritos en París en 1968. Lleva una cita de André Malraux: Il etait le chef d`un peuple de la nuit.

Antología de la seda y el hierro (1986), publicado por la Diputación de León, en su colección "Provincia" nº 86, el 31/10/1986.

Una “nota del autor” precede a los 48 poemas, 37 ya publicados y 12 inéditos; dice así:



Este libro no ofrece el espectáculo de una evolución a lo largo del tiempo. Tampoco quiere ser un conjunto de mis mejores poemas, y sí una antología personal, organizada con una libertad esquiva a la explicación y al razonamiento.



Raros y no olvidados (1987) es un conjunto de 10 poemas no publicados en libro antes y pertenecientes a diversas épocas; pues va desde 1948, "Nocturno en la Colegiata"; a 1987,"Poema para Ángel Barja", y fueron publicados en la revista Astúrica, del Centro de Estudios Astorganos, “Marcelo Macías” en 1987.

Una tarde a las ocho (1995) inaugura la colección villafranquina, “Calle del Agua”. La obra es diseño de Juan Carlos Mestre y Miguel Ángel Varela y sale a la luz en la celebración de la XXX Fiesta de la Poesía en Villafranca, los días 17 y 18 de junio de 1995, en el 72 aniversario de Antonio Pereira.

Son 16 poemas presididos por una cita de Automoribundia de Ramón Gómez de la Serna: “…para que no sean tan sórdidas los ocho de la tarde”.

Este poemario ofrece la novedad de un poema en prosa: "Sesenta y cuatro caballos". El resto de los poemas están escritos en verso libre y sin puntuación. Los poemas suelen ser breves, excepto, "Prescripciones del vino", que tiene 44 versos.

En cuanto a la temática suele ser el hombre con sus preocupaciones, recuerdos, manías, aversiones ("Odio a los autos") y la solidaridad ("Prescripciones del vino"). El vino es intimidad y solidaridad entre los que alternan, sentados o de pie ante un vaso de vino al final de la tarde con el jornal ganado, sin prisas y con una mirada de cariño hacia las cosas y hacia los hombres. Beber el mismo vino es símbolo de unión y camaradería, de vecindad, signos ya evocados en los primeros libros de Pereira.

Después de 1995 un largo silencio se produjo en la producción poética de Pereira, pues hasta 2006 no volvió a publicar poesía.

Meteoros. Poesía, 1962-2006, Calambur, Madrid, 2006, con el diseño de portada del Juan Carlos Mestre. En cuanto al título sus poemarios serían meteoros luminosos, que simbolizarían la luz purísima que arroja toda la poesía de Pereira.

Así pues, en 2006 reunió toda su obra poética anterior y añadió un nuevo libro: “Viva voz”, que son 32 poemas de índole celebrativa ,“como aportación inédita al panorama de mi poesía”, dice Antonio Pereira5; aunque cuatro de los poemas en prosa habían sido publicados como microrrelatos en Picassos en el desván (1991), y que a juicio del autor pueden leerse como poemas, lo que supone una prueba más de la proximidad entre el cuento y la poesía. Estos son los títulos de los poemas en prosa: "Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos", "La violinista", "La esquela" y "El escalatorres".

Al final de esta edición de su poesía completa, Meteoros, inserta un texto en prosa titulado: "El poeta hace memoria", que viene a ser como su poética.






 NOVELAS DE ANTONIO PEREIRA



Reconocido ya como poeta, con tres libros publicados, se adentra en el mundo de la novela con la oportunidad que le brindó la editorial barcelonesa Plaza y Janés. Y entre 1969 y 1978 se publican sus tres novelas.

La primera Un sitio para Soledad aparece en 1969 en la colección "Prosistas de Lengua Española" de la citada editorial. La novela había sido presentada al Premio Nadal 1968, quedando bastante bien situada, el premio lo ganó ese año Álvaro Cunqueiro con El hombre que se parecía a Orestes. Pereira intentó publicarla en la editorial Destino, pero como ya conocía a Enrique Badosa, poeta y director literario de Plaza y Janés, pues decide mandársela, que la aceptó con relativa facilidad.

La novela se vendió bien, puesto que se reeditó y pasó después a la colección “Reno”, que llegaba a todos los puntos de venta en aquellos expositores cilíndricos, que el comprador hacía girar hasta elegir el título que le convenía; “como consecuencia de esto tuve abiertas las puertas de aquella casa”- dice Pereira6.

Un sitio para Soledad, la primera novela de un poeta, que sólo había publicado un libro de cuentos: Una ventana a la carretera en 1967, puede considerarse realista y psicológica, un poco al modo galdosiano, Soledad nos trae a la memoria a Tristana y a Tormento de Galdós.

La novela está dividida en tres partes, la primera retrata el ambiente rural de la Venta del Cruce que resulta frustrante para Soledad, que ve en la capital de provincia el modo de escapar de aquellas limitaciones.

La segunda parte transcurre en Francia, primero en una villa francesa y luego en París, lugares que han colmado sus aspiraciones; sin embargo añora el mundo rural que ha dejado.

La tercera parte se inicia con el regreso a la Venta del Cruce, que no podrá ser un retorno definitivo. La Soledad que conoce el lector, ya no hace honor a su nombre, ni su vida está en el pasado que ha idealizado; después del desencanto emprenderá un viaje cuyo destino no conocerá el lector.

La segunda novela, La costa de los fuegos tardíos, publicada en 1973 y en la misma editorial, sitúa la trama en la Costa del Sol, Marbella, Fuengirola y refleja el ambiente frívolo de la Costa del Sol, contraponiéndolo con la realidad de los trabajadores que acuden allí a trabajar del interior de la península y su Costa del sol viene a ser para ellos una “costa de sol a sol”. La vida de estos trabajadores nada tiene que ver con el mundo placentero protagonizado por personajes de condición acomodada, la jet set.

La novela se estructura en secuencias independientes conectadas por la presencia del mismo narrador. Por eso dice Pereira que se trata de una novela fallida:



La costa de los fuegos tardíos, podría considerarse más bien una colección de relatos, (…) hubiera sido más fiel a los propósitos del autor. Si escribías una novela, podían publicártela antes o después. Pero si escribías un libro de cuentos había editores que ni se molestaban en leerlo.7



País de los Losadas, Plaza y Janés, 1978, ha recibido muy buenas críticas, Santos Alonso señala que “puede considerarse como una de las novelas más importantes de los últimos años, que no ha tenido la repercusión que merece”8. La novela se vendió bien y también apareció en la colección “Reno”; posteriormente en 1999 fue editada por Espasa-Calpe.

Novela con apariencia de experimentación formal, pero con predominio de la narración, el gusto por contar está muy por encima de la experimentación de la época.

El argumento de la novela lo podríamos resumir así: la familia de los Losada (familia ubicada en el noroeste leonés) está formada por Jacobo Losada y su sobrino José Mª. La novela se inicia con la muerte del tío, cuya noticia recibe el sobrino en Alemania, donde es profesor. El viaje a España de José Mª para hacerse cargo de la herencia del tío, le trae a la memoria sus relaciones de amistad, de familia o la vida municipal de aquellos años.

Entre los objetos heredados por el sobrino hay un cuaderno de notas de Jacobo Losada que le permite contar la aventura vital de su tío (en realidad se trata del viejo pretexto del manuscrito encontrado al modo cervantino) y todo ello para dar verosimilitud al relato. Entonces es cuando la novela inicia la innovación formal, dado que el narrador, José Mª en primera persona entra en el presente de la novela que él mismo está escribiendo sobre su tío, basándose en el cuaderno. La novela está escrita en 3ª persona y en pasado; por otro lado refleja textualmente fragmentos narrados en 1ª persona por su tío, entresacados del cuaderno y que en la novela van entre corchetes. Mediante este mecanismo de saltos del pasado hasta el presente y la recuperación de los recuerdos, el lector va conociendo la aventura vital de Jacobo Losada antes de la guerra civil, sus andanzas en Madrid, los recuerdos de la República y la sublevación de 1936, las acusaciones contra él por sus artículos periodísticos, su ocultación, las peripecias de la fuga, su exilio en Francia y su cautiverio en un campo de concentración.

La parte última de la novela se centra en el narrador, José Mª Losada y la acción es coetánea: viaja a España y tras el entierro de su tío, se propone llevar a cabo los planes socioeconómicos que había dejado sin realizar su tío, Jacobo Losada; los inconvenientes le obligan a tomar una postura no comprometida y convertirse en una persona débil, que solo ve la solución en la huida de los problemas.

Dice Antonio Pereira en la entrevista que le hace el sabio apócrifo de Ardón, Sabino Ordás:

José Mª Losada, (…) encuentra unos papeles, recurso narrativo archisobado y que aquí el propio autor pondrá en solfa…mientras lo utiliza. Y este hallazgo, junto con algunas confidencias y deducciones propias, revelará al actual Losada que él mismo es un huido, como lo fuera su antecesor, en otro orden de cosas, pero un huido…9



Esta sería su última entrega como novelista, a pesar de haber demostrado unas dotes extraordinarias como narrador de hondo aliento en País de los Losada. ‘Sostiene’ Pereira con su ingenio característico los motivos del abandono de la novela:



Para componer una novela o un largo ensayo hay que echar culo en la silla, pasar horas sobre los folios tratando de remedar o interpretar la vida mientras la vida está fluyendo en la calle. O sea que en los orígenes acaso me ha dado por escribir cuentos a causa de que soy un hombre ‘disipado’ (…), ejerciendo seriamente la literatura, pero simultaneándola con otros oficios, traslados, traqueteos por muchos ámbitos.10



CUENTOS, RELATOS Y MICRORRELATOS



                                                                     



Antonio Pereira es hasta 1967 fundamentalmente un escritor dedicado a la poesía; además no está adscrito a la generación (1ª promoción de posguerra) que por edad le correspondería y su incursión en el cuento es más bien tardía. La temática de su producción cuentística no responde al criterio del “realismo social” de los narradores de la generación del medio siglo: Aldecoa, Fernández Santos, Medardo Fraile, Carmen Martín Gaite, Ana Mª Matute.

También se le ha relacionado a Pereira con algunos narradores leoneses: Luis Mateo Díez, José Mª Merino y Juan Pedro Aparicio; y quizá hay alguna afinidad en la recreación del espacio provincial leonés (Celama, el Noroeste) y en la recuperación de la memoria histórica de la región, pero Pereira ha manifestado que su pertenencia al grupo no ha pasado del afecto, dice : “Mi camino fue independiente, y lo sigue siendo sin perjuicio de la amistad y fraternidad que me une, ahora, con esos paisanos míos”11.

Lo que está bastante claro es que Pereira abandona la novela y su silencio poético es prolongado, dedicándose a reeditar con alguna adición de poemas inéditos y concentra todo su esfuerzo creador en el cuento, donde ha alcanzado el reconocimiento de lectores y de la crítica.

Preocupado por la teoría narrativa nos ha dejado un decálogo del cuento en el "Prólogo" de Me gusta contar (1999), este decálogo recuerda el de Horacio Quiroga, Cortázar o Julio Ramón Ribeyro. De este decálogo destacamos los siguientes puntos:

1. Lo primero es tener una historia que contar.

3. Extender la historia mientras no peligre el sagrado efecto único (Poe)

5. Que siempre haya expectativa. ¡Algo va a ocurrir!

9. El novelista puede ser altanero. El cuentista debe ser cordial y amistoso.12



Vayamos ahora realizar un estudio sistemático de cada libro de cuentos para apreciar la evolución narrativa de Pereira.

Una ventana a la carretera (1967), obtuvo el premio Leopoldo Alas de cuentos y fue publicado por la editorial Rocas de Barcelona en 1967, reeditado más tarde con ocho cuentos inéditos con el título de Historias veniales de amor por Plaza y Janés en 1978.

Una ventana a la carretera alude, ya desde el título, a una especie de observatorio o atalaya de la vida ciudadana con unos personajes de la vida cotidiana y con unas experiencias concretas, que han quedado grabadas en el recuerdo del autor.

Los cuentos recrean situaciones propias de la España de los años 50 y 60 y están localizados en el noroeste de España; se habla de una ciudad que no se nombra, pero que el lector pude identificar con Villafranca.

Pereira, pues, ha seleccionado episodios de la vida diaria, personajes de sus recuerdos y experiencias concretas. Y todo ello con una prosa realista, que permite la tendencia del autor a la sugerencia y a los silencios, los cuales contribuyen al humor, a la ironía y al erotismo como recursos destacables.

El tono humorístico puede verse en algunos cuentos: "Los Cedilla", "Cirujeda","El tío Candela" y "El fuero y el huevo". El erotismo será el tema principal de  "Una ventana a la carretera", "Santa Bárbara cuando truena" o "Hermosa primavera Sr. Director".

Otro aspecto llamativo de UVC es el final sorprendente de algunos cuentos. Así la narración de un cuento sigue una determinada dirección y el lector comprueba que el final da un giro inesperado (final sorprendente o efecto único). De esta forma en "Rabanillos", el narrador en 3ª persona nos presenta a un personaje cuyo único tema de conversación son las mujeres. Mediado el relato califica a Rabanillos de “célibe”, algo que no concuerda con su fama de conquistador y al final nos dice. “Rabanillos conserva el andar fachendoso y conquistador. Sólo cuando amenaza la lluvia se resiente del tiro que le dieran en la entrepierna, cuando lo del Ebro”.

Así pues, realismo, sugerencia y silencios, así como humor, ironía y erotismo conforman las bases de la escritura de Pereira.

El ingeniero balboa y otras historias civiles (1976), fue publicado por la editorial Magisterio Español en su colección "Novelas y Cuentos", Madrid, 1976.

El ingeniero Balboa… es su segundo volumen de cuentos y está formado por cuatro narraciones extensas, las que debemos calificar de relatos. En este libro se produce una evolución narrativa de Antonio Pereira, muestra una gran preocupación formal y técnica, un poco deudora del experimentalismo en la novela de los narradores hispanoamericanos de aquellos años.

Pereira siempre preocupado por la técnica narrativa, adoptó aquellas novedades formales, que chocaban con la imagen realista y lineal de su primer libro de cuentos. ¿Y de qué modo afectaba a la comprensión lectora? Esto dice Santos Alonso:



Lo que en los cuentos anteriores era pura sugerencia, aquí se transforma en opacidad que el lector tendrá que desvelar. La persona narrativa ha cambiado de la tercera a la primera persona. Este mecanismo supone un enriquecimiento de perspectivas con la ruptura de la linealidad en el relato. Es la conciencia del narrador la que ordena o desordena los datos del pasado y del presente que se interfieren en los saltos típicos de la memoria.13



El primero de los relatos "Informe sobre la ciudad de N***"; es un recorrido por la memoria del narrador, cuyos recuerdos evocan una capital de provincia, su administración y su casino; y aunque la ciudad del relato es inventada, ofrece datos para su identificación, que no es otra que Villafranca del Bierzo, que fue capital de provincia de enero de 1822 a octubre de 1823.

No obstante el relato resulta difícil de comprender por la ausencia de puntuación de las frases, lo que complica la identificación de los distintos narradores; la nueva edición de 1989 soluciona este problema con la incorporación de puntos suspensivos, cada vez que cambia el narrador. También se ofrece información adelantada que el lector comprenderá más tarde; y por último el constante cambio de narrador- el hombre que recuerda los episodios de su niñez- y el testimonio del viajante de almanaques, que es quien realiza el informa.

"Matar la mosca cuando empieza" narra dos viajes paralelos en París y Portugal: dos acciones en contrapunto en las que el escritor rompe consciente el ritmo de la escritura, porque le asaltan estímulos del entorno, en este caso la actividad comercial. La forma narrativa es variada, heterogénea como la realidad que está contemplando.

"Las erotecas infinitas" en este cuento ensaya la técnica narrativa de las “cajas chinas” o de las “muñecas rucas”, es decir un relato dentro de otro relato y así sucesivamente.

El relato se inicia con la historia de una eficiente secretaria, que, casualmente descubre en la librería del despacho de su jefe, una segunda línea oculta de libros de contenido erótico, uno de ellos,  "Las erotecas infinitas" le llama la atención y comienza sus lectura. Los protagonistas, a su vez, anunciarán la lectura de otro libro y así irán apareciendo las diversas historias.

En realidad se trata de ironizar sobre algunos textos eróticos, folletines rosa y algunas historias con apenas contacto con la realidad. Por eso el texto termina abruptamente; ya que nos damos cuenta que todo lo anterior forma parte de un libro que una pareja madrileña está leyendo en la cama una mañana de domingo.

"El ingeniero Balboa"… “necesita ser releído para poder captar sus diversos matices”, dice González Boixo, 2004:35. La historia narra los amores de un joven de unos 20 años con una mujer 10 ó 12 años mayor que él. El protagonista relata, muchos años después, una historia amorosa que no ha podido olvidar con el paso del tiempo; y que sigue recordando en la UVI de la clínica de la Concepción.

Hay un triple destinatario de su narración: Lena, en el recuerdo; las enfermeras que le atienden y algunas veces a un hipotético lector. Una innovadora técnica narrativa exigirá la colaboración del lector. La anticipación de acontecimientos, algo normal en el recuerdo del narrador, resulta enigmático para el lector. Además el lector deberá estar atento a los sucesivos cambios narrativos, que introducen situaciones distantes en el tiempo y que se intercalan en el relato sin mediar aviso.

Pereira con esta técnica narrativa intentaba acomodar el relato al punto de vista del personaje, un enfermo grave, cuyos recuerdos se superponen a su situación presente. Por otra parte, el narrador se identifica con el joven Pereira, como lo atestigua la ferretería paterna, sus inicios poéticos y su barrio “del otro lado”, lo cual no quiere decir que esta historia de amor tenga nada de autobiográfico. Pero este recurso de mezcla de ficción y realidad, que se convertirá en una constante en sus cuentos, no deja de ser otro recurso innovador, también utilizado por Jorge Luis Borges.

Los brazos de la i griega (1982), editorial Niega, Gijón, 1982. En esta colección de cuentos, Pereira abandona las técnicas experimentalistas de El ingeniero Balboa por lo que desaparece la opacidad narrativa.

Los temas de los cuentos se centran en la vida cotidiana. Y en cuanto al espacio narrativo aparecen dos ámbitos: el territorio del Noroeste y el espacio cosmopolita (Italia y Marruecos). Pereira utiliza su experiencia viajera para localizar sus ficciones.

En cuanto a la técnica narrativa, la mayoría de los cuentos están escritos en 1ª persona por lo que conecta más directamente con el lector.

El humor y la recurrencia a la sorpresa están presentes en estas narraciones. También hay una mezcla de humor y erotismo suave, discreto, que algunos críticos han calificado de “erotismo diocesano”, expresión muy querida por el autor y atribuye tal calificación a Ramón de Garciasol: “ha querido advertir en algunos momentos de mi narrativa cierto erotismo al que más que provinciano habría que llamar diocesano”14.

El síndrome de Estocolmo fue publicado por la editorial Mondadori, Madrid, 1988 y obtuvo el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, lo cual facilitó su difusión y la atención de la crítica. Para la publicación de El síndrome de Estocolmo echó su cuarto editorial a espadas el leonés Rogelio Blanco, asesor de la editorial Mondadori a la sazón.

Lo primero que llama la atención de esta colección son las localizaciones exóticas: Moscú, Puerto Rico, Brasil, París, el Caribe y Lisboa; sin embargo los narradores y personajes proceden de las tierras del Noroeste, que, por diversos motivos viajan a esos lugares.

La evolución narrativa de Pereira, en esta nueva entrega, podemos calificarla de natural, de continuidad, la principal novedad sería la implicación del autor en la narración (autor ficcionalizado, le llama Ricardo Gullón), aspecto que ya vimos con anterioridad en El ingeniero Balboa. El lector descubre que, veces, el narrador en 1ª persona coincide con el autor y una vez que el lector ha identificado al personaje con el autor, deberá seguir el pacto de un texto de ficción.

Algunos lectores llegaron a preguntarle al autor por las circunstancias del secuestro en Puerto Rico, "El síndrome de Estocolmo", creyendo que había sido real, a lo que contesta Pereira: “Lo que yo escribo son ficciones”.

Se notan aquí como novedades, la presencia de elementos fantásticos y la introducción del tema de la literatura dentro de la literatura. En efecto la reflexión sobre la literatura, el arte de crear y el homenaje a los escritores- la metaliteratura en suma- serán en lo sucesivo frecuentes en su narrativa.

Picassos en el desván (1991), también publicado por Mondadori, Madrid, 1991.

Este nuevo libro presenta como novedad la brevedad de sus narraciones, alguna sólo tiene 10 líneas ("La violinista"). Pereira ha ido adelgazando el texto, buscando una mayor intensidad en el relato, depurándolo de elementos accesorios como las descripciones y las digresiones. Estos cuentos proponen una historia sin llegar a desarrollarla; por lo tanto necesitan la complicidad del lector.

Siete microrrelatos incluye en este libro, distribuidos de forma alterna con narraciones también depuradas, pero un poco más extensas. De estos 7 microrrelatos, cuatro los recogió- como hemos visto- en su obra poética completa, Meteoros, considerándolos prosa poética. De esos cuatro destaca : "Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos", cuyo largo, prolijo título contrasta con la brevedad del cuento (12 líneas).

En general el resto de los cuentos se sitúan en el espacio narrativo del noroeste y con una técnica narrativa más depurada. La anécdota suele ser mínima y la sorpresa final justifica el relato.

La reflexión sobre la literatura- metaliteratura- se acentúa en este libro. Se presentan personajes que son escritores, como Paco Lourido o Pepín Ramos, "el poeta inspirado"de "Lenta es la luz…" o cuando se plantea el acto puro de la creación en Picassos en el desván concluye: “y el novelador ni caso, busca que buscarás argumento para una novela río”.

Las ciudades de poniente, Anaya y Mario Muchnik, Madrid, 1994. Esta obra obtuvo el Premio de Narrativa Torrente Ballester, convocado por la Diputación de La Coruña.

En este nuevo libro no se observan diferencias significativas con respecto del anterior; aunque si un tono más sobrio, que se refleja en la menor presencia del humor y el erotismo.

La mayoría de estos cuentos están situados en ese territorio del Noroeste, que predica el título y cronológicamente en los años 50 y 60.

Por cierto el título Las ciudades de Poniente no responde al de un cuento concreto, a diferencia de todos los libros anteriores, que siempre un cuento daba nombre al libro.

En el cuento "El asturiano de Delfina" se define ese pretendido espacio narrativo simbólico:

El Noroeste es un país grande. Es la Galicia de los libros antiguos y de los fabuladores de hoy, pero también la Asturias de La Regenta y la Sanabria de San Manuel Bueno, y, por supuesto, el Bierzo y los de Astorga, digamos que hasta el Torío para que quede dentro la catedral de León.



Todos estos lugares están presentes en los primeros cuentos de Pereira y son el marco adecuado para hacer el retrato de una sociedad, que sólo perdura en la memoria.

El cuento "El asturiano de Delfina" es el que mejor refleja el mundo y la actitud del escritor; pues nos da una visión del León de aquel tiempo y nos habla de la personalidad de don Antonio, sin duda González de Lama, uno de los fundadores de la revista Espadaña. También hace referencia a la Fundación Sierra Pambley, que tuvo su sede en Villablino. Claro que estos detalles locales los aprecian sin dificultad los lectores leoneses; pero no así los foráneos.

Lo que si se nota en este libro es un aumento de las narraciones metaliterarias, donde se reflexiona sobre el acto narrativo. Como en "Cuadros para una exposición": "(...) mejor si el cuento no pone el nombre de la ciudad ni de nadie", o en "El hombre de la casa", donde el narradoe dice:"Yo no desconfiaré del lector hasta tal punto y le diré para esta historia que era enero..." 
En general en varios cuentos se plantean cuestiones literarias de personajes interesados por la lectura o por la escritura.

Cuentos de la Cábila (2000), fue publicado por Edilesa, León, 2000.

La colección "Los libros de la Candamia" de Edilesa está formada por una serie de volúmenes, algo así como una Biblioteca de Autores Leoneses, en la que los escritores han plasmado su memoria personal. No se trata de autobiografías o memorias propiamente dichas, sino de que los escritores den vida a sus recuerdos en un marco más o menos ficcional; propuesta que Pereira cumple a la perfección en Cuentos de la Cábila.

“La Cábila” o “El otro lado” son dos denominaciones del barrio villafranquino, donde Pereira pasó su niñez y primera juventud, periodos que la memoria del autor selecciona para estos cuentos.

Los recuerdos de la adolescencia y juventud sirven al autor para recrearse en tiempos ya lejanos, conjugando la realidad y la ficción. Un ejemplo de este doble juego lo tenemos en el cuento, "La Orbea del coadjutor", en el que un periodista le llegó a preguntar si lo que contaba era verdad, a lo que Pereira contestó, lo que viene a ser como un epítome de su poética narrativa:

Yo soy el autor del libro, no soy el protagonista, aunque los dos nos parezcamos mucho. Pero esto, ni usted ni los lectores me lo van a creer, de manera que le voy a contestar como si yo hubiera ido a mocear a Cacauelos en la bici prestada. Sí el coadjutor de la colegiata era un santo, me absolvió, siguió dándome caramelos y hasta algún cigarrillo”15.



El lector tiene ante sí una obra de ficción, aunque incorpore materiales autobiográficos. Los cuentos de la Cábila son relatos amables de un veterano narrador, en los que vierte sus recuerdos con una visión optimista de la vida y con ese humor pereiriano tan personal.

Después de este libro y en la misma línea publicó Cuentos del noroeste mágico (2006), 3 cuentos y La divisa en la torre (2007), más extenso y un último cuento "Bradomín" (2008).

Todos estos cuentos y relatos de Antonio Pereira fueron publicados con el título: Todos los cuentos y con prólogo de Antonio Gamoneda por la editorial Siruela, Madrid, 2012, y al final del voluminoso tomo en"A modo de colofón" dice:



La presente edición de T.C. de A. Pereira recoge el conjunto de la narrativa breve, que, teniendo en cuenta las múltiples versiones y variantes publicadas del escritor, han sudo supervisadas y fijadas textualmente de manera definitiva para esta edición por su viuda y albacea literaria, Úrsula Rodríguez Hesles (p. 893)



ANTONIO PEREIRA, PERIODISTA

                                                              
                                                                    



Antonio Pereira, como vimos al principio, con 13 años mandó un artículo al Diario de León, acompañado de una carta de recomendación de don Antonio de Carvajal Álvarez de Toledo; pues bien en dicha carta le reclamaba al director del diario, Don Filemón de la Cuesta, el carné de periodista, si era aceptado su artículo y esto es lo que le contesta el director: “ya ve usted yo llevo bastantes años en el periodismo, dirijo un diario y nadie me ha dado nunca carné de ninguna clase”16.

Unos años más tarde en 1950, ya con 27 años, inicia sus colaboraciones periódicas en el Diario de León, con un artículo semanal y su sección llevaba el título de "Atalaya, ya se sabe posición alta desde donde es fácil observar lo que pasa. Lo del carné, lógicamente, lo obvió como don Filemón.

Bastantes años después empezó a publicar un artículo semanal en La Vanguardia Española de Barcelona, bajo el epígrafe de "Oficio de mirar", que tiene mucho que ver con "Atalaya";, dicha colaboración duró de 1969-1970.

En 1973 comienza en el diario Proa de León una columna semanal con el título de "Hojas de Papalaguinda", nombre popular de la calle de León donde residía Pereira, denominada hoy avenida de la Facultad de Veterinaria.

Más adelante consolidaría con éxito su labor periodística, colaborando tanto en periódicos de ámbito nacional como ABC, Ya, Informaciones y la ya citada ,La Vanguardia Española, como en los periódicos provinciales: La Hora Leonesa y Diario de León.

En 1983 publica en La Hora Leonesa un artículo semanal (los domingos) bajo el título: "Cuaderno abierto", colaboración que termina en 1984 con la desaparición del diario: A partir de estas fechas las colaboraciones periodísticas serán muy escasas, centrándose en el relato breve.

Una breve recopilación de sus artículos ha sido publicada en los libros: Reseñas y confidencias (1995) y Crónicas de Villafranca (1997), ambos publicados por la Diputación de León.



CONCLUSIONES

Antonio Pereira hizo su entrada en la literatura de forma tardía en 1964 con su libro de poesía El regreso, bien es verdad que ya en los últimos años de la década del 40 había publicado sus versos en la revista Alba (la Coruña-Vigo) y en Espadaña. Esta aventura poética culminó con la publicación de toda su poesía en 2006, Meteoros, Poesía, 1962-2006.

En su poesía no hay cambios bruscos. Va pasando de las estrofas clásicas (soneto, romances, cuartetas, tercetos) al verso libre y al poema en prosa.

Pero, ¿qué es para Pereira la poesía? Pues la creación poética es consolación de los estados de ánimo, no se trata de un acto de comunicación o conocimiento como es habitual. Cuando el poeta crea, se consuela y opera del mismo modo en el lector. La originalidad de este punto de vista es indudable, así como la independencia de criterio que lo ha diferenciado de los poetas de su tiempo; Pereira es un poeta sin generación.

Dice Pereira: “La poesía más que conocimiento o comunicación es para mí una tregua de consolación (…). Utilizando una frase de Gómez de la Serna, yo diría que la poesía es un espacio que Dios nos concede para que no sean tan sórdidas las ocho de la noche”17.

Uno de los temas de su poesía es el regreso, por un lado se da la necesidad del viaje para conocer nuevas gentes y nuevos lugares, que no siempre es gratificante y produce la urgencia del regreso a la costumbre, a la rutina, a la ciudad, a la casa, a la esposa.

Otros dos temas recurrentes son la vecindad, la vida del pueblo o la ciudad, la ayuda a los vecinos y la observación de la vida cotidiana, que no necesariamente ha de ser en presente, sino que puede ser un regreso a las vivencias de la niñez a los recuerdos familiares o vecinales.

El erotismo y el humor son otros dos elementos constantes en la obra pereiriana. Pereira irónico y tierno maneja el erotismo con tal maestría que provoca la sonrisa del lector. Y el humor, tan personal, a veces socarrón, lo encotramos en sus cuentos.

Utiliza un lenguaje austero, libre de toda retórica, taraceado, a veces, de algún cultismo o extranjerismo.

Pereira escribe al margen de escuelas o generación, si bien se pueden apreciar leves influencias del romancero, de Antonio Machado, de García Lorca, de César Vallejo, de Leopoldo Panero o Pablo Neruda, pero sin alterar el estilo propio. La poesía de Pereira está impregnada de humanidad, ya que será el hombre individual o colectivo el protagonista de todos sus poemas. Y este humanismo lo logra Pereira siguiendo la tradición e incorporándose paulatinamente a la modernidad con moderación.

El apócrifo Sabino Ordás dice: “(…) la obra de Pereira es luminosa y clara, transida de emociones y paisajes entrañables, de los que se entregan gratificaciones a primera vista, exigiendo sólo nuestra complicidad de lectores no contaminados”18

¿Poeta o narrador? Ambas cosas, si bien la disciplina del verso le proporcionó recursos muy valiosos para el relato, como economía verbal y poder de sugerencia de las palabras.

Preguntado Pereira cómo le gustaría que le recordasen ‘después’, contesta que “como poeta lírico, cuanto más lírico mejor”19.

En cuanto al oficio de escritor Pereira confiesa: “A mí no me gusta escribir, lo que me gusta es haber escrito”20; lo que hay que matizar, advirtiendo la ironía en estas dos frases. Lo que quiere decir es lo satisfecho que se siente cuando ha terminado un trabajo.

Paralelamente a la publicación de sus poemarios cultivaba la narrativa breve y la novela. El cuento literario tiene mucha afinidad con el poema, y además la poesía de Pereira tiene ingredientes narrativos y el componente biográfico tiene importancia tanto en sus poemarios como en sus cuentos.

Tres contribuciones hizo a la novela- como hemos visto-, una de corte tradicional, realista y galdosiana, Un sitio para Soledad. La segunda, La costa de los fuegos tardíos, fallida según el propio autor; y la tercera, País de los Losada es una novela más lograda, rinde culto a la experimentación formal de la época, pero el gusto por contar una historia supera con creces la innovación formal.

Pero el género que nunca abandonó fue el cuento y el relato breve desde 1957 que publicó su primer cuento en el Diario de León hasta su último cuento, "Bradomín" (2008). No en vano Luis Mateo Díez ha dicho: “De todos los autores que conozco el que más ‘cuento’ tiene es Pereira” (Filandón, 12/3/2000, p. 6. Pereira ha llegado a ser un verdadero maestro del cuento, del relato y aún pionero del microrrelato.

Ya hemos visto la evolución de su cuentística partiendo de una prosa realista con los típicos ingredientes pereirianos del humor, la ironía y el erotismo diocesano. Contribuye al experimentalismo formal con los cuatro relatos del El ingeniero Balboa y otras historias civiles, lo que chocó con la imagen de escritor realista y lineal de su primer libro de cuentos.

Los siguientes libros abandonaron las técnicas experimentales y los temas se centran en la vida cotidiana, situada en el espacio del Noroeste y, a veces, en espacio cosmopolita. Si acaso se nota la implicación del autor en la narración (el elemento biográfico) y la reflexión sobre la literatura- metaliteratura- frecuente en sus últimos libros de cuentos.

En su libro Picassos en el desván, Pereira ha ido adelgazando el texto hasta llegar al microrrelato, alguno con diez líneas. Y en Cuentos de La Cábila el elemento autobiográfico tiene preponderancia dentro de la ficción.

Se quejaba Pereira de que le habían encasillado en especialista del cuento, porque en España no se pueden hacer bien dos cosas a la vez: “En España te pueden reconocer una cosa (…); pero que hagas bien dos cosas, eso de ninguna manera”21. Pereira, pues, se postula también como poeta (“cuanto más lírico mejor”), género en el que inició sus pasos y que nunca abandonó.

En cuanto a los premios literarios a nivel local y provincial obtuvo su primer premio en 1947 del Ayuntamiento de León por su trabajo: "Bosquejo geográfico e histórico sobre el partido judicial de Villafranca del Bierzo", premio con el que se incorporó al ambiente literario leonés.

Respecto a sus libros premiados tenemos:

Una ventana a la carretera, Premio Leopoldo Alas de Relatos Cortos (1966)

El síndrome de Estocolmo, Premio Fastenrath de la Real Academia (1988)

Las ciudades de Poniente, Premio de Narrativa Torrente Ballester (1994)

Meteoros, Poesía, 1962-2006, Premio Quevedo del Ayuntamiento de Madrid (2006).

Reconocimientos:

Hijo predilecto de Villafranca del Bierzo (1975)

Premio Leonés del año (1985)

Premio de Castilla y León de las letras (1999)

Doctor Honoris Causa por la Universidad de León (2000).

El día 15 de septiembre de 2014, a los cinco años de su fallecimiento, el Instituto de Estudios Bercianos le dedicó un homenaje en Villafranca con la lectura de algunos Cuentos de la Cábila y la proyección del cortometraje, La bici del cura, basado en el cuento, “La Orbea del coadjutor". Se hizo entrega a los asistentes de un folleto sobre la vida y la obra de Pereira titulado,  Volviendo a la Cábila de mi autoría y de un sello de correos de un retrato realizado por José Carralero. Por último se descubrió una placa en la puerta de su casa natal en la calle Concepción, 3, lugar de paso de peregrinos, en la que se puede leer un poema dedicado a ellos. Cristóbal Halffter descubrió la placa y pronunció un breve discurso.

El día 11 de marzo de 2015 se descubrió otra placa en honor de Antonio Pereira en el inmueble de la Avedida de la Faculatad, 19 de la ciudad de León, donde vivió y escribió parte de su obra. En el acto intervinieron el rector de la Universidad de León, el Alcalde y la viuda de escritor, Úrsula Rodríguez.

Su corpus poético ha sido objeto de la tesis doctoral publicada de Carmen Busmayor: Países poéticos de Antonio Pereira (1996). Asimismo los cuentos han sido estudiados por Miriam Gutiérrez Lozano: Los cuentos de Antonio Pereira: etapa costumbrista y experimentalista. (Tesis de licenciatura inédita. Universidad de Oviedo , 1994)

Su poesía reunida en Meteoros, Poesía, 1962-2006, publicada por Calambur en 2006, está a la venta. Igualmente los cuentos completos están publicados recientemente con el título, Todos los cuentos por la editorial Siruela en 2012. Una antología de los cuentos ofrece el profesor José Carlos González Boixo con el título, Recuento de invenciones, Cátedra, 2004, con un estudio exhaustivo de cada uno de los libros de cuentos

La Fundación Antonio Pereira, adscrita a la Universidad de León, cuya misión es estudiar y difundir la obra del escritor, tiene una gran actividad como mesas redondas, presentación de libros y edita una colección de libros: "Breviarios de la fundación Antonio Pereira";, con el quinto título ya publicado en 2015.

Por último lo que nunca le ha faltado a Antonio Pereira es el afecto continuado de sus lectores.

Y como regalo para los futuros lectores ofreceré estas tres muestras de la lírica pereiriana:




LA PLAZA MAYOR

Traspasada de silencio/ la Plaza Mayor está.

Por siete calles delgadas/ derrama su soledad

Mientras dos ángeles vuelan/ con celo municipal.

(…)

Equilibrio de la Plaza/ Mayor, recinto cabal,

Con norma de simetría/ perfecta de vecindad.

(de El regreso (1964))


LENTA ES LA LUZ DEL AMANECER EN LOS AEROPUERTOS PROHIBIDOS

Una vez estaba en la taberna el poeta inspirado haciendo su papel de poeta inspirado. Todos lo respetamos mucho en sus esperas de voz misteriosa, aunque nunca se le haya visto una página terminada. Vino un parroquiano de la taberna con la alegría lúcida de los primeros vasos, y fisgó el renglón que campeaba en la hoja:

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos

El verso hermosos, todavía único, con que iba a arrancar el poema.

El parroquiana suspiró:

-Es un buen empiece, poeta. Pero, ahora qué.

( de Viva voz, en Meteoros, 2006)

y

TARDES EN LOS JERÓNIMOS
Cuánta alegría perdida
¡quién me pudiera decir!
pensando cielos de plomo
si luego nunca los vi.

Los ruidos que me espantaban
era el aire en el jardín.
La muerte de cada noche
venía ... y no era para mí.

Cada vez que estuve triste
por lo que fuera a ocurrir
perdí un puñado de rosas.
¡Ahora lo puedo decir!

...Cuando no me quedan rosas.
Ahora que ya no es abril.
(de Cancionero de Sagres, 1969)

 
 
 
 
 
 
 
                                               


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA

Alonso Santos, "Antonio Pereira, en Literatura leonesa actual. Estudio y Antología, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1986, pp. 115-116

Busmayor Carmen, Países literarios de Antonio Pereira, Universidad de león, 1996

"Epístola moral a Fabio"; de Fernández de Andrada (1575-1648), en Poesía de la Edad de Oro II. Barroco, edición de José Manuel Blecua, Castalia, Madrid, 1984, p. 115

Fernández Fulgencio, "Entrevista a Antonio Pereira" en El Mundo/ La Crónica, 19/01/2003, p. 76.

Martínez García Francisco, Historia de la literatura leonesa, Everest, León, 1982

Pereira Antonio, "Las otras hojas de Papalaguinda", Pliegos sueltos de la Estafeta, nº 69, 1974.

- Reseñas y confidencias, Breviarios de la calle del Pez, Diputación de León, 1985.

- Correspondencia de Antonio Pereira con la “Asociación Prometeo de Poesía” (Madrid): 1981-1985; 1 carpeta (16 hojas). Donado por la Asociación Prometeo en 2008. Depositada en la Biblioteca Regional de Madrid “Joaquín Leguina” con la Signatura: DP- Arc. 43/4

- "Reflexiones de un escritor de cuentos", Congreso Internacional de escritores castellano-leoneses, hispanoamericanos y portugueses (Actas coordinadas por Gonzalo Santonja), Valladolid, Sociedad V Centenario del Tratado de Tordesillas, 1995, pp. 167-170

- Me gusta contar, Taller de Mario Muchnik, Anaya, Madrid, 1999

- Recuento de invenciones, edición de José Carlos González Boixo, Cátedra, Madrid, 2004.

- Meteoros, Poesía, 1962-2006, Calambur, Madrid, 2006

- Todos los cuentos, Siruela, Madrid, 2012.

Piedra Antonio, "Antonio Pereira, una señal perdida", en El Norte de Castilla, 4/02/1995, p. VII.

Rodicio Maribel, "Antonio Pereira y La costa de los fuegos tardíos2, en Proa, 1/09/1973.

Torcida Álvarez Jaime, "Conversación con Antonio Pereira", en el Filandón de Diario de León, 24/02/1991, p. 31.





Anastasio Serrano































































































































1 . Pereira Antonio, "Principio quieren las cosas" de su libro Reseñas y confidencias, Breviarios de la calle del Pez, Diputación de león, 1985, pp. 19-21

2 . Pereira Antonio, "Las otras hojas de Papalaguinda", Pliegos sueltos de la Estafeta;, nº 69, 1974

3 . Busmayor Carmen, Países literarios de Antonio Pereira, Universidad de León, 1996, p. 21

4 .Poesía de la Edad de Oro II. Barroco, Edición de José Manuel Blecua, Castalia, Madrid, 1984, p. 155. Fernández de Andrada (1575-1648), "Epístola moral a Fabio", vv. 124-125. Blecua ofrece la variante: “Mísero aquel…”.

5 . Pereira Antonio, "El poeta hace memoria", en Meteoros. Poesía, 1962-2006, Calambur, Madrid, 2006, p. 359

6 . Torcida Álvarez Jaime, "Conversación con Antonio Pereira";, en El Filandón, Diario de León, 24/02/1991, p. 31

7 . O. C. Filandón, 24/02/1991, p.31

8 . Alonso Santos, "Antonio Pereira", en Literatura leonesa actual. Estudio y Antología, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1986, pp. 115-116

9 ."A modo de prólogo: “Sabino Ordás entrevista a Antonio Pereira";, en Reseñas y confidencias de Antonio Pereira, Diputación de León, 1985, p. 11

10 . Pereira Antonio, "Reflexiones de un escritor de cuentos", en Congreso Internacional de escritores castellano-leoneses, hispanoamericanos y portugueses (Actas coordinadas por Gonzalo Santonja), Sociedad del V Centenario del Tratado de Tordesillas, Valladolid, 1995, pp.167-170

11 . Piedra Antonio, "Antonio Pereira, una señal perdida";, en El Norte de Castila, suplemento de Letras, 4/02/1995, p.VII

12 . Pereira Antonio, Me gusta contar, Selección personal de relatos, Taller de Mario Muchnik, Madrid, 1999, pp. 10 y 11

13 . Alonso Santos, >>Pereira<<, en Literatura leonesa actual. Estudio y antología, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1986, p. 111

14 . Pereira Antonio, "Nota con algunos nombres", en Los brazos de la i griega, editorial Niega, Gijón, 1982, p.

15 .El Taller de Edilesa. Revista de Libros (León), núm. 7, 2000, p. 8

16 . Pereira Antonio, Reseñas y confidencias, Breviarios de la calle del Pez, ,Diputación de León, 1985, p. 21

17 . Pereira Antonio, Meteoros, Poesía, 1962-2006, Calambur, Madrid, 2006, p. 355

18 . >>Sabino Ordás entrevista a Antonio Pereira<<, Reseñas y confidencias , A. Pereira, León 1985, p. 9

19 . Rodicio Maribel, "Antonio Pereira" y Las costa de los fuegos tardíos, en Proa, 2/09/1973

20 . Pereira Antonio, "Las otras hojas de Papalaguinda", en Pliegos sueltos de la Estafeta, nº 62, 1974

21 ."Entrevista de Fulgencio Fernández a Antonio Pereira", El Mundo/La Crónica, 19/01/2003, p. 76

22 . Asociación Prometeo de Poesía, (Madrid) >>Correspondencia de Antonio Pereira, 1981-1985<<, 1 carpeta (16 hojas), depositada en la Biblioteca Regional de Madrid “Joaquín Leguina”. Donación de la Asociación Prometeo de Poesía en 2008. Signatura: DP-Arc. 43/4