martes, 8 de diciembre de 2015

JUAN JOSÉ, ¿MELODRAMA O DRAMA SOCIAL? de Joaquín Dicenta


 


                                                            
Calatayud, 1862 (Zaragoza)- Alicante, 1917
                                            

 
 
 
INTRODUCCIÓN

España desde 1875, fecha de la Restauración Monárquica (Mas, 1982: 14-16) en la persona de Alfonso XII, está dirigida por dos partidos que alternan rigurosamente en el gobierno de la nación: el Conservador de Antonio Cánovas del Castillo y el Liberal de Mateo Práxedes Sagasta.

Este sistema se afianza cuando Cánovas y Sagasta en 1885 institucionalizan el sistema político de los partidos turnantes y sumen al país en la monotonía y en la inoperancia social.

La estabilización política permitió algunos logros económicos y legislativos; pero también generó grandes lacras como la paralización intelectual del país, la corrupción administrativa y sobre todo el caciquismo, principal freno democrático.

En este contexto político inoperante empiezan a surgir los primeros movimientos obreros con el fin de mejorar sus condiciones laborales. Así en 1874 nace el PSOE y en 1888 Pablo Iglesias funda la UGT. La clase trabajadora se organiza, se manifiesta, presenta sus reivindicaciones y en Bilbao se realiza la primera huelga en 1889.

España vive en este final de siglo una de sus crisis más profundas de su historia con dos mentalidades enfrentadas: “idea” y “materia”: conservadurismo, casticismo y nacionalismo (idea), frente a progreso económico, liberalismo y europeísmo (materia); y como telón de fondo la debacle colonial.

El triunfo de la Revolución de 1868 (“La Gloriosa”) debía encaminar a la sociedad española por cauces democráticos y realizar la tan esperada revolución burguesa; pero la ideología conservadora, a pesar de su derrota en el 68, seguiría, en la práctica, detentando el poder, porque la clase media y la burguesía liberal pactaron con los conservadores y le dieron la espalda al pueblo.

Toda esta situación política tendría su reflejo en la producción periodística y literaria. Galdós, por su parte, que escribe desde dentro de la burguesía criticándola y que tiene como objetivo novelar la sociedad presente1 en sus obras,  como Lo prohibido (1884) o Torquemada en la hoguera (1889), en las que, por medio de alianzas matrimoniales, une a la burguesía adinerada con la vieja aristocracia, confirmando el pacto político entre la vieja clase dominante y la burguesía.

Esa burguesía logrera, que había conseguido a bajo precio edificios, fincas y terrenos rurales con las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos y con los negocios de contratas para el abastecimiento del ejército en la guerra carlista, fue la que decoró sus caudales con títulos de nobleza, casando a sus hijos con la aristocracia empobrecida con el trasfondo político correspondiente.

Joaquín Dicenta, a su vez, aparece en Madrid en 1881, como miembro singular de la bohemia literaria finisecular, plena de escritores y artistas en busca del éxito.

En la bohemia de Dicenta tenemos que distinguir dos etapas, la primera llegaría hasta 1895, fecha del estreno de Juan José, llena de miseria y calamidades, coincidiendo con los fracasos de Los irresponsables (1890) y Luciano (1894) y la segunda desde 1895 hasta el final de su vida, en la que vivirá una bohemia más o menos dorada.

Desde luego cuando surge el teatro de Dicenta, el dueño y señor de la escena española es el Premio Nobel de Literatura don José Echegaray (1832-1916), que coloca a nuestro teatro en el pasado. Lo que hizo Echegaray fue ofrecer a la burguesía lo que ella pedía: una tenue adulteración de la verdad, dejando fuera del escenario los temas problemáticos, y ofreciendo un mundo de pasiones intrascendentes que se avenían muy bien con la moral burguesa. Sus melodramas se caracterizan por pasiones vanas, sonoridad retórica y efectismos dramáticos, como se aprecian en El gran Galeoto (1881) y El loco Dios (1900).

Ante este panorama, Dicenta concibe el teatro como un lugar donde presentar las injusticias, los vicios y los problemas que tiene la sociedad moderna con el fin de remediarlos.

La reforma que los autores teatrales finiseculares propugnaban- siendo Dicenta uno de ellos- consistía “en utilización de una escenografía brillante y expresiva, puesta al servicio de la obra (…), abandono de los efectismos melodramáticos en las obras y búsqueda de una mayor penetración psicológica”2.

Además Dicenta rompió con el verso, a medida que evolucionaba del drama romántico al realista, escribiendo en prosa.

Dicenta se inicia en el teatro bajo la influencia de Echegaray y estrena El suicidio de Werther (1888), Honra y vida (1888), La mejor ley (1889) y Los irresponsables (1890). Estas obras escritas en verso fluido, ya muestran cierta simpatía por las clases débiles y una crítica hostil hacia los poderosos.

En 1984 estrena Luciano, drama en tres actos y en prosa y ya en 1895 estrena Juan José, dentro de la órbita del teatro social, como El señor feudal, Aurora y Daniel, obras en las que refleja la problemática de los trabajadores con realismo.

Conviene, no obstante, explicar, ¿qué entendemos por teatro social? Pues el autor teatral pretende expresar ante el público una realidad, con objeto de conseguir que el espectador tome conciencia del problema opte por una reforma positiva de esa realidad.

Pues en esta etapa de la evolución teatral de Joaquín Dicenta se produce el estreno de Juan José, obra, objeto de nuestro estudio.



JUAN JOSE

 
 
                                                                     
Juan José (1895-1916) de Joaquín Dicenta
 
 
La génesis de la obra según relata el periodista Ricardo Fuente se produce en un pueblo de Castilla en 1885, donde había ido con Dicenta para participar en una conspiración republicana. Ricardo Fuente dice que estando en una vieja posada, oyeron contar a alguien un suceso que había ocurrido allí. Esa misma noche, Dicenta lo glosa en forma de artículo. El artículo lo convierte en cuento tres años después y lo incluye en su primer libro Espoliarium (1888), titulándolo “Juan José”.

En 1892 Dicenta mencionó en Tinta negra que estaba preparando una novela con el título de “Juan José”, que no publicó y en su lugar creó el drama Juan José.

El estreno de Juan José se produce el 25 de octubre de 1895 en el Teatro de la Comedia de Madrid. Es un acontecimiento insólito, pues rompe con la monotonía teatral imperante y aporta grandes dosis de modernidad.

A finales de siglo el teatro discurría por dos corrientes: la del drama realista con Enrique Gaspar y Benito Pérez Galdós y la del drama social como espejo de la problemática laboral del proletariado con L. Cano, La Pasionaria (1893); y quizá los antecedentes más inmediatos de Juan José son Teresa (1895) de Leopoldo Alas, “Clarín”, drama proletario con claros tintes revolucionarios, no logrado teatralmente y rechazado por el público y El pan del pobre (1894), adaptación que hicieron Francos Rodríguez y Félix González Llana de la obra del teatro social europeo, Los tejedores de G. Hauptmann.

Pero veamos el argumento de Juan José:

Juan José es un albañil, que está enamorado de Rosa, que trabaja en una fábrica y con las tercerías amorosas de Isidra es pretendida por Paco, encargado de la obra, donde trabaja Juan José.

Una tarde, después del trabajo, quedan en una taberna Toñuela y Rosa con Andrés y Juan José, pero éstos van a hacer una chapuza y se retrasan. Paco está en un reservado de la taberna celebrando una francachela e invita a Rosa a cantar, en esto llega Juan José, reconoce su voz y se producen los celos fundados.

Esto trae consigo un enfrentamiento con Paco y le despide de la obra. La pareja pasa necesidad, pues Rosa también había sido despedida de la fábrica y Juan José se ve abocado a delinquir; es apresado y condenado a 8 años de cárcel. Rosa no asistió al juicio, fingiendo que estaba enferma. Ya en la cárcel recibe una carta de su camarada Andrés, en la que le informa que Rosa está viviendo en la misma casa, pero en el principal con Paco, llevando una vida regalada.

Con un compañero de la cárcel, Cano, planea la huida en una conducción y Juan José se presenta en casa de Rosa y Paco. Paco está ausente, pero cuando Rosa siente sus pasos, Juan José sale a esperarlo, le reta y le mata. Rosa pide socorro por el balcón, Juan José le tapa la boca y la sujeta por la garganta e involuntariamente la mata.

Al final entra Andrés y le insta a huir, pero Juan José dice:

“¡Y “pa” que voy a huir? Mi vida era esto (Por rosa), y yo la he matado”…Acto III, escena final.



EL ESTRENO DE JUAN JOSE

El ambiente que rodeó el estreno de la obra fue algo extraño: los murmuradores del saloncillo, las peñas teatrales hicieron sus cábalas: “Es una cosa disparatada. Todo pasa entre obreros: una taberna, una guardilla, la cárcel (…). La cárcel sí; (…) donde antes los salones, los saraos, los duques (…)., ahora los zaquizamíes, las tasca, los tíos y las tías (…). Esto no puede gustar. Esto lo patean”, esto dice Francos Rodríguez del estreno3.

Además de estos temores de las habladurías de las tertulias de café, se dio la circunstancia que la actriz Maria Tubau se negó a representar el papel de Rosa, aduciendo motivos morales para interpretar a una mujer amancebada. El papel fue representado por Juanita Martínez, una actriz primeriza y el consagrado Emilio Thuiller a Juan José.

La tarde del estreno Francos Rodríguez se entrevista con su amigo Dicenta y le pregunta:

-“¿Qué tal?” -“Magnífico” – contestó.

Juan José me salva. Es carne de mi carne, sangre de mi sangre. En él cuajaron los ímpetus de mi temperamento, los rasgos de mi carácter. He aprisionado a la verdad para lanzarla al escenario; allí está clavada por mí, sujeta por mi esfuerzo, para que exprese bien lo que soy y lo que ambiciono”4.



Al estreno acudió el público habitual. Se alzó el telón y apareció una taberna de los barrios bajos, donde antes se veían salones burgueses, con cuatro jugadores de cartas en un velador. Uno de ellos, Perico tiene un periódico en la mano y deletreando con voz firme llena el espacio sonoro:

No… es… posi…ble…sopor…tar en silencio la conducta de un gobierno que así olvida los sacratísimos derechos del ciudadano. Hora es ya de que el noble pueblo español proteste de tan inicuos atentados y salga a defensa de la “libertá” y de la patria escarnecida por los secuaces de la reacción (…). ¡Hay que echarse a la calle y acabar con el hato de granujas que nos oprime! ( I, 1ª)5.



Todo lo que se vio en el escenario era nuevo, como si un ‘viento del pueblo’ hubiera barrido el ambiente hasta entonces cargado de perfumes, coqueteos retóricos y lisonjas dulzonas, lo que allí apareció fue la realidad pura.

La obra tuvo un éxito rotundo, a pesar de las dudas del preestreno y todo ello debido a la valentía de Dicenta, que supo trasladar los problemas de una clase social- digamos la burguesía- al pueblo.

Y en cuanto a la innovación teatral es el introductor del pueblo con una función muy distinta de la que le habían asignado los dramaturgos del Siglo de Oro. Los personajes de Dicenta se rebelan contra unos usos, unas instituciones y un estado vigente, porque tienen conciencia del papel que desempeñan dentro de la sociedad.

Además de incorporar al pueblo- el proletariado- como protagonista, pone de manifiesto, que éste tiene los mismos sentimientos, que la clase aristocrático-burguesa, que hasta entonces había sido la única protagonista.



ESTRUCTURA

Hay en Juan José dos estructuras, que corren paralelas y fuertemente soldadas. Una primera estructura externa, que es la que viene representada por un drama convencional de amor, pasión y celos, que genera parte de la acción dramática.

En efecto Juan José plantea la relación amorosa entre Rosa, joven obrera, aficionada al dinero y a la juerga y Juan José, albañil analfabeto, entregado en cuerpo y alma a su amor. Paco, antagonista, maestro de obra de Juan José, pretende a Rosa, que aleccionada por la “señá” Isidra, se deja llevar. Juan José confiesa a su compañero Andrés sus celos:

“Andrés: Más que tú, que no sabes lo que te pescas, porque estás “encelao”.

Juan José: Sí lo estoy Andrés, y la sangre se me enciende en el cuerpo cuando imagino que Rosa puede dejarme de querer” (I, 4ª).

El triángulo amoroso se tiñe de verdadera rebeldía social. Los celos encierran la impotencia de quien asume la inferioridad y se sabe incapaz de atar a su amada ante los estímulos lujosos que ostenta el rival, observados con fascinación y ansias de emulación por parte de Juan José para retener a su amada Rosa:



Juan José: (…) La otra mañana me fue Rosa a buscar a la obra y Paco se puso delante de ella y empezó a soltarle requiebros y a pasearle por sus ojos los “deos” llenos de sortijas, y a decirle, mirando “pa” mí (…) Que suerte tienen algunos hombres y que mal “ganá”… Yo seguía trabajando (…) y me fijaba en él (…), en mi blusa “remendá” y en su ropa nueva, en el yeso que había en mis manos y en las sortijas que había en las suyas y sentí…No sé lo que sentía entonces (I, 4ª).



Tras un enfrentamiento verbal entre patrón y obrero, Juan José es despedido con el agravante que Rosa también fue despedida de la fábrica, con lo que se colocan al borde de la indigencia. Forzado por la situación, comete un robo que le lleva a la cárcel, de donde se fuga para dar muerte a Paco y a Rosa.

Hay, pues, una venganza de sangre que aplacaría la humillación padecida por Juan José. No obstante es consciente de su última derrota, que él expresa desde una perspectiva emocional: “¡Huir!... ¿Y “pa” que voy a huir?... ¿Qué libro con huir?...¡La vida! ¡Mi vida era esto y lo he matao!” (III, 8ª).

Por otra parte en la estructura interna (el otro motor de la acción dramática) se denunciaban gran parte de las lacras sociales del fin de siglo: el drama social:

a) La inutilidad de los esfuerzos revolucionarios manifestada por los obreros no concienciados, sólo Perico y Juan José tienen conciencia de clase. Esto dice Ignacio:

“Ignacio (con desdén): Palabras, música… el tío del hiqui. Estas revoluciones del quita ese “Pa” que suba yo las aprovechan los políticos, los señores de levita…¿Son “pa” ellos? ¡Que las hagan ellos!” (I, 1ª).

b) La farsa electoral de la época y la compra de votos obreros y campesinos por el cacique:

Ignacio: “¿Por qué partido votaste?

Andrés. ¡Yo que sé!...¡Por el partido de las tres pesetas y una copa, maldito si importa aquello!” (I, 2ª).

c) La jornada laboral agotadora, que distaba mucho de las ocho horas: “de las siete de la mañana hasta “anochecío”:

Andrés: ¿Qué hay?

Juan José: “Lo que hay cuando se trabaja desde la siete de la mañana hasta “anochecío”: mucho cansancio y mucho sueño” (I, 3ª).

d) La situación social y la casi imposible reinserción laboral de un ex presidiario:

Cano: “Al salir de la cárcel vete a “peir” trabajo, acércate a la gente “honrá” y verás lo “güeno”.

Juan José: “¿Qué es lo que voy a ver?”

Cano: “Que nadie da trabajo a un “sentenciao” por robo, que nadie abre las puertas de su casa a un ladrón” (III, 1ª).

e) También se apunta el drama social del analfabetismo:

Juan José: (…) “¡Dios mío!, que desgracia tan grande los que nacen como yo… ¡Ni a leer aprenden!... ¡No les enseñan!.”.. (III, 5ª).

En esta misma línea del teatro social los escenarios y el vestuario de Juan José son un tanto inusuales para la época (taberna, guardilla, cárcel y el principal burgués) e iban a impresionar las conciencias de los espectadores burgueses, de tal forma que Juan José será el drama social por excelencia, drama revolucionario.

Así era el vestuario de Rosa y Toñuela: “mantón de lana, delantal azul, falda corta, pañuelo en la cabeza y manguitos azules en los brazos” (I, 8ª, acotación); lo mismo que Juan José y sus camaradas que vestían: blusa obrera y alpargatas, mientras que el señorito Paco, el capataz, burgués en ascenso: “capa negra y sombrero de ala ancha”.

El público del Teatro de la Comedia era burgués, acomodaticio; los abonados iban al teatro para ver y ser vistos, hacer vida social, salir en las gacetillas de actualidad y para confirmar su pertenencia a la clase social dirigente.

A este público escandalizó más la blusa obrera de Juan José, que el contenido ideológico de la obra; porque las tesis socialistas podían escamotearse y, además, Dicenta no acertó a plasmarlas con exactitud y le sobró apasionamiento romántico.

Pese a que la crítica de forma casi unánime habla de una conciencia social, sólo levemente esbozada; los sectores progresistas aprovecharon el éxito de Juan José como una bandera de sus ideas. Así Eduardo Zamacois, en 1916, propuso que adoptaran Juan José como drama simbólico para celebrar la Fiesta del Trabajo. Esto dice Zamacois:

Últimamente (…) José de Urquía, tuvo la feliz ocurrencia de publicar Juan José el primero de mayo en La Novela Corta6, día consagrado a la Fiesta del Trabajo y la copiosisíma edición que hizo del drama y que dedicaba a los obreros españoles, se agotaba en pocas horas (…) Por qué no celebrar anualmente, en todos los teatros de España, con Juan José el aniversario glorioso denominado La Fiesta del Trabajo7.

Lo que no cabe duda es que Juan José ante el auditorio del Teatro de la Comedia clama por la justicia social y saca a las tablas una clase social no habitual, que reclama sus derechos.



LOS PERSONAJES

Juan José es el protagonista de la obra, caracterizado por su lucha, su valentía y pundonor. Es el personaje que más elementos románticos posee: origen oscuro (hospiciano), impulsivo y apasionado en su comportamiento. La infancia padecida y la soledad crean un héroe muy próximo al melodrama o folletín romántico.

Rosa es el personaje peor tratado de la obra; se mueve a instancias de la necesidad. Su amor por Juan José variará de inmediato cuando surge la adversidad y se ve privada de lo esencial. Ese amor al ser puesto a prueba por Paco e Isidra se tambalea y cesa cuando Juan José está en la cárcel. Rosa es un personaje acomodaticio que busca la seguridad y el confort.

Paco es el antagonista, que basa su superioridad en su poder económico, dejando a su rival en el paro; transgrede la norma, desestabilizando a la pareja ‘estable’, utilizando las tercerías de Isidra. Está presentado con vigor y realismo.

Los personajes secundarios:

Ignacio tiene conciencia social, mientras que Andrés se entrega al alcoholismo y a la inercia política.

Perico cree inocentemente en la redención de la clase trabajadora, frente al cinismo del tabernero, que para que marche bien su negocio se ha de llevar bien con obreros y patronos.

Toñuela, amancebada con Andrés, es abnegada y diligente, dispuesta a sacrificarse por su pareja, frente a la frivolidad y el materialismo de Rosa, que no está dispuesta a sufrir por nadie.

Isidra encarna el prototipo de la vieja alcahueta.



ESTILO Y LENGUAJE

El lenguaje utilizado es el más adecuado para la obra, ya que está en función de la clase popular iletrada y puesto al servicio de la sociedad.

Dicho lenguaje está dotado de realismo y naturalidad, sin retórica ni pedantería. La lengua que utiliza Dicenta en Juan José es la de la calle. Hay giros populares, refranes, coloquialismos, abreviaturas, deformaciones y cierta comicidad.

Con lo cual el autor conoce bien el lenguaje popular, sin caer en excesivos casticismos. Esto supone, también, innovación lingüística, porque será el primer autor que utiliza este tipo de habla popular, y, a partir, de Juan José, surge una larga tradición, que llevará a sus últimas consecuencias, Carlos Arniches en sus sainetes, con el madrileño castizo achulapado.

La prosa de Juan José, tan real, está sacada del mismo ambiente en que viven los personajes, lo que demuestra la gran capacidad de observación y asimilación del autor.



CRÍTICA DE LA ÉPOCA

Después del exitoso estreno de Juan José, la crítica tanto conservadora como la progresista fue unánime en valorar positivamente la obra.

Pero pasados unos días la crítica tradicional empezó a mostrar su oposición a Juan José, a pesar de que seguía siendo aplaudida por el público. Esta crítica reaccionaria analizaba la obra ciñéndose a su estructura externa: amor, celos y amancebamiento. Esto dice Eneas en El Correo Español:

No queremos que el teatro sea precisamente escuela de buenas costumbres, pero al menos no lo sea de malas. Que no se ensalce el concubinato, no cohoneste el robo, ni vaya a buscar belleza en los lupanares y en los presidios8.



Y la crítica progresista se pronunciaba así:

El drama del señor Dicenta es bueno artísticamente por revelar la esencia de la virtud social de hoy en uno de sus aspectos, por ser resplandor de la verdad, por revelarnos la honda significación de un mundo. No es bueno por tener tesis socialistas, sino que tiene tesis socialistas por ser bueno9.



José Martínez Ruiz, el futuro “Azorín” dice:

Juan José, el protagonista, es el símbolo, la encarnación justísima de todo un pueblo, es el más de toda una clase que sufre la esclavitud del patrono (…), que trabaja para que otros no trabajen, que se deja la salud y la vida en la fábrica, en las minas, en los campos10.

Juan José -dice Martínez Ruiz en otro artículo- es el drama de nuestros días. Es la encarnación, el símbolo de esta sociedad fin de siglo (…), y porque es un drama que vivimos todos, algo que respiramos todos los días (…). Juan José será siempre aplaudida y considerada como una de esas obras que sintetizan toda un época. Joaquín Dicenta de ganó (…) las simpatías del pueblo, que trabaja y lucha, los aplausos calurosos de la juventud, que suspira por la verdad. Ese será el camino11.



CONCLUSIÓN

A pesar de que una parte de la crítica ha querido ver en Juan José un simple drama de amor, celos y venganza con elementos folletinescos (protagonista hospiciano, explotado de niño y analfabeto) y con la presentación novedosa de los ambientes populares (taberna, guardilla, cárcel), todo ello tratado con la misma seriedad que la burguesía en el teatro convencional y con leves atisbos de crítica social; nosotros creemos que Juan José es un drama social plenamente, ya que la circunstancia económica actúa como primera causa del desarrollo de la trama teatral.

Así Juan José es despedido por su patrón por motivos personales, no laborales, con el agravante que Rosa también es despedida de la fábrica. Incluso los personajes secundarios como Isidra, que se afana en su papel de celestina por dinero y el Tabernero, que se abstiene de opinar a favor de su negocio. Hasta Andrés, que bebe para olvidar las penas que derivan de su pobreza.

Esta problemática social se manifiesta en los siguientes puntos:

1. Los celos fundados de Juan José y la pobreza.

2. Agresión del antagonista (flirteos de Paco y Rosa) con la pérdida del trabajo de Juan José y de Rosa, que es despedida de la fábrica junto con su amiga Toñuela.

3. Superación de la agresión por parte de la víctima, que se convierte en agresor; primero la cárcel y luego la venganza: el crimen pasional.

En este sentido podíamos destacar la perfecta imbricación de la estructura externa (amor, pasión, celos, violencia y crimen) con la estructura interna (enfrentamiento entre clases sociales, sociedad injusta, paro y necesidad) que son los motores de la trama teatral en desigual medida, sino la obra no hubiera tenido tan larga aceptación y se hubiera quedado en el éxito del momento.

Pero, además, hay una serie de aspectos externos de la obra que le dan ese pretendido carácter social, a saber:

- El rechazo de la afamada actriz María Tubau a representar a Rosa, aduciendo motivos morales que le impiden llevar a las tablas al personaje, porque Rosa está amancebada. Si se hubiera tratado de cualquier comedia frívola, la Tubau no hubiera tenido ningún problema en representar el papel de protagonista.

- La expectación en los ensayos: “Es una cosa disparatada”. “Todo pasa entre obreros: una taberna, una guardilla, la cárcel. Esto no puede gustar. Esto lo patean”.

- La acotación de Dicenta debajo del Reparto: “Otra”: “Cuiden los actores que representan esta obra de dar a los personajes su verdadero carácter, son obreros, no chulos, y por consiguiente, su lenguaje no ha de tener entonación chulesca de ninguna clase.”12.

- En el banquete en honor de Dicenta por el éxito de Juan José, al que asisten más de 150 hombres de letras, alguien le sugiere que no fuera acompañado de su amante, la cantante gitana Amparito de Triana y él haciendo caso omiso a la sugerencia lee el soneto “No”, que transcribo y que refleja el temple moral de Dicenta:



Cuanto sufrí, y ¡qué solo!...Ni un amigo/

ni una mano leal que se tendiera

En busca de la mía; ni siquiera/

el placer de crearme un enemigo.

De mi angustia y dolor solo testigo, /

de mi penosa vida compañera

Fue una pobre mujer, una, ¡cualquiera!/

que hambre, pena y amor partió conmigo.

Y hoy que mi triunfo asegurado se halla, /

tú, amigo por el éxito ganado,

Me dices que la arroje de mi lado/

que una mujer así deshonra. ¡Calla!

Con ella he padecido y he triunfado./

El triunfo no autoriza a ser canalla.13



- El artículo, ya citado, que Eduardo Zamacois publica en El Liberal (9/5/1916), en el que encomia la labor de José de Urquía al publicar Juan José en La Novela Corta, titulado: “Juan José para Emilio Thuiller”, en el que dice:

Este hecho, que acredita una vez más la inmarcesible juventud de esta obra, me sugiere la siguiente idea, que ofrezco a todos los comediantes españoles, y muy particularmente al insigne autor Emilio Thuillier: por qué no celebrar anualmente, en todos los teatros de España, con Juan José, el aniversario glorioso denominado la Fiesta del Trabajo”.


Esta propuesta fue bien acogida por actor E. Thuillier y en El Liberal de Madrid, 17/5/1916 aparece “Una carta” del actor publicada por Zamacois, en la que dice que se presta gustoso a la iniciativa.

Poco a poco esta propuesta fue calando entre los actores, como demuestra un artículo del actor Miguel Muñoz publicado en El Liberal, 8/6/1916, en el que manifiesta: “Todos los primeros de mayo- me halle donde me hallare en teatros de España o América- aportaré a este gran homenaje el óbolo modesto de mi cooperación”14.

De este modo se logró que Juan José se representara todos los primeros de mayo en España hasta 1939 y después de esta fecha en el sur de Francia por los exiliados españoles y en Hispanoamérica.

- El contenido de la carta manuscrita que Joaquín Dicenta envía a José de Urquía, autorizando la publicación de Juan José en La Novela Corta y que Urquía publicó a modo de prólogo y cuya lectura resulta dificultosa por la caligrafía de Dicenta. Esto dice l carta:

 
 
 
 
                                                                              
Carta manuscrita de Joaquín Dicenta a José de Urquía
 
 
 
 
Me pide usted autorización para publicar Juan José en La Novela Corta y dedicar el número (…) a los obreros españoles (…). Entre ellos escogí modelos para personajes de mi obra; ellos con sus dolores, con sus ignorancias, con la pobreza material y moral a que les reducían la codicia, el egoísmo y la crueldad de explotadores y viciosos, trajeron a mi corazón primero que a mi inteligencia el trágico poema de los desheredados, al cual quise dar vida en Juan José.

Mucho ha progresado el obrero español desde que escribí la obra; pero la médula de mi drama subsiste, subsistirá mientras la mujer pueda ser empujada a la prostitución y el hombre honrado al crimen, por la miseria, por el abandono y por las explotaciones sociales.

Dedicando usted, querido Urquía, mi drama a los obreros en la fecha 1º de Mayo, satisface mi deseo más firme. (…)

Joaquín Dicenta.

- Otro aspecto, no ya externo a la obra, sino referido a la personalidad de J. Dicenta, debemos destacar: cuando está a punto de morir en Alicante en 1917 pide que le entierren en el Cementerio Civil y manifestó al doctor que le atendía: “Cónstele a usted que ha llegado el fin de mi vida y que muero fuera de cualquier confesión religiosa, manteniendo mis ideales y mirando cara a cara a la muerte”.15

Estas palabras de Dicenta sugieren al crítico argentino Alberto Ghiraldo este comentario:

Así, airosa, serena, gallarda, altivamente, con un gesto certificado de su carácter irreductible, acaba de entrar en la región del misterio quien luchó durante toda su existencia por el advenimiento de una Humanidad organizada de forma más fraternal, más noble, más en armonía con las leyes naturales regidoras de los seres y las cosas”16.

-Juan José mostró un carácter nuevo, revolucionario para su época y del gran éxito inicial pasó a la posterior prohibición por parte de algunos alcaldes de ciudades como Palma de Mallorca, Mahón, Zaragoza y también sufrió la desaprobación de muchos obispos en sus diócesis.

Por todo lo expuesto creemos que Juan José es un drama netamente social.

Juan José, como era habitual entonces en las obras de éxito, generó parodias, imitaciones y derivaciones, así tenemos:

Pepito de Celso Lucio y Antonio Palomero (18945), que se estrenó en el Teatro de la Comedia, 27 días después del estreno de Juan José.

La noche del estreno de Juan José (1915), relato.

Don Juan José Tenorio de J. Silva Aramburu y Enrique Paso (1931)
(*)Juan José, drama lírico popular, en tres actos de Pablo Sorozábal (ópera), 1968. Estreno en concierto, San Sebastián, 2009; estreno absoluto, en versión escénica, Madrid, 2016.

      En cuanto a las ediciones de Juan José, tenemos la primera edición:

Dicenta Joaquín, Juan José, Florencio Fiscowich. El teatro. Colección de obras dramáticas y líricas, Madrid, 1895.

Otras ediciones.

- Sociedad de autores españoles, Madrid, 1912

- José de Urquía en La Novela Corta. Edición conmemorativa del 1º de Mayo de 1916.

- Juan José, El lobo, Sobrevivirse. Teatro selecto. Edit. Cisne, Barcelona, 1935.

- Edición de Jaime Mas, Cátedra, Madrid, 1982

- Juan José y Los Semidioses, Edición de Antonio Fernández Insuela. Col. Arriba el telón. Biblioteca Nueva, Madrid, 1998

- Edición de Fidel López Criado, Mare Nostrum, Madrid, 2005.
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(*) Pablo Sorozábal (San Sebastián, 1897- Madrid, 1988): Músico, director de orquesta y compositor de zarzuelas y óperas. Fue uno de los últimos  compositores de zarzuelas, en una época que el género empezaba a ser anacrónico; entre ellas tenemos: Adiós a la Bohemia (1933), La tabernera del puerto (1936), La del manojo de rosas (1942), Don Manolito (1943).
Operas: Katiuska, la mujer rusa (1931), Juan José (1968).
Pablo Sorozábal asistió como espectador, con apenas 13 años, a una de las múltiples reperesentaciones de Juan José de Joaquín Dicenta y quedó impresionado por el drama social de Dicenta.
Muchos años después se propondría hacer de Juan José un drama lírico social sin folclorismo con dimensiones de ópera. Él mismo denominó Juan José, drama lírico popular, en el sentido de proletario y no folclórico.
Para la adaptación del texto, sobre todo para los diálogos, contó con la ayuda de Aurora Dicenta, hija de Joaquín Dicenta.
Terminó la composición de la ópera en 1968. Intentó estrenarla en 1979 en el Teatro de la Zarzuela, pero no lo logró, por desavenencias con el Ministerio de Cultura.
Por fin en 2009 se estrenó Juan José, en versión de concierto, en el Kursaal de San Sebastián por la Orquesta Sinfónica de Musikene, bajo la batuta de José Luis Estellés. Estreno, pues, póstumo de la obra, que fue obsesión de Sorozábal hasta su muerte en 1988.
Y ahora, el 5 de febrero de 2016, se produce el estreno absoluto, en versión escénica de Juan José, en el Teatro de la Zaqrzuela de Madrid, bajo la dirección musical de Miguel Ángel Gómez Martínez y la dirección escénica de José Carlos Plaza.
Sorozábal considerana a Juan José su obra cumbre, hecha por el pueblo y para el pueblo, con este propósito comentó: "Soy un músico del pueblo y he compuesto con sentido humano. Mi música y mi teatro lírico van dirigidos a las gentes del pueblo".


 
BIBLIOGRAFÍA

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- Edición de Jaime Mas, Cátedra, Madrid, 1982

- Edición de Antonio Fernández Insuela, Col. Arriba el telón, Biblioteca Nueva, Madrid, 1998

Edición de Fidel López Criado, Mare Nostrum, Madrid, 2005

Forgas Berdet, Esther, “Ideología y recepción teatral, “Lo social” en el teatro de Joaquín Dicenta” (1990), en revistas.um.es/anales/fh

Francos Rodríguez José, “El estreno de Juan José”, publicado en La Esfera, enero de 1928 (del libro Contar vejeces, que acaba de publicar el escritor), p. 12.

Mainer José-Carlos, Literatura y pequeña burguesía en España, notas (1890-1950), Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1972.

Mas Ferrer, Jaime, Vida, teatro y mito de Joaquín Dicenta, Instituto de Estudios Alicantinos, Alicante, 1978.

Peral Vega Emilio, “Entre denuncia y melodrama: Juan José y el teatro social de Joaquín Dicenta”, en Revista de Literatura, enero-junio, Madrid, 2008, (pp. 67-84), digitalizado en : revistadeliteratura.revistas.csic.es.

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Severa Bano José y Trapero Patricia, “Sentido y estructura de Juan José”, en e.espacio.uned.es/fez/PDF.





 



  




                                                     
                                                        



1 . No hay que olvidar que el discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua de Galdós se titula: La sociedad presente como materia novelable, leído el 7 de febrero de 1897 con la contestación de don Marcelino Menéndez y Pelayo, Edición de la RAE, Biblioteca Nueva, Madrid, 2014

2 . Mainer José-Carlos, Literatura y pequeña burguesía en España, notas (1890-1950), Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1972, p. 30

3 . Francos Rodríguez José, “El estreno de Juan José”, publicado en La Esfera, enero de 1928 (Del libro Contar vejeces, que acababa de publicar el ilustre escritor)

4 ..Ibidem, p. 12.

5 . Dicenta Joaquín, Juan José, edición de Jaime Mas, Ediciones Cátedra, Madrid, 1982, p.73

6 . Dicenta, Joaquín, Juan José (1895-1916), 10 cts. La Novela Corta, revista semanal literaria, Madrid, 1 de mayo de 1916. Joaquín Dicenta autorizó la edición con una carta manuscrita que José de Urquía publicó al principio de Juan José.

7 . Zamacois Eduardo, “Juan José para Emilio Thuiller”, en El Liberal, Madrid, 9 de mayo de 1916.

8 . Eneas, “Juan José”, en El Correo Español, 12 de noviembre de 1895.

9 . Unamuno, Miguel de, “Juan José”, en La Lucha de Clases, 7 de diciembre de 1895

10 . Martínez Ruiz José, “Avisos del Este”, en El Progreso, 10/XI/ 1897

11 . Martínez Ruiz José, “Crónica”, en El País, 30/XII/ 1896

12 . Dicenta J., Juan José, edición de Fidel López Criado, Mare Nostrum, Madrid, 2005, p. 36

13 . Texto tomado de Dicenta Joaquín, Juan José y Los Semidioses, Introducción de Antonio Fernández Insuela, Col. Arriba el telón, Biblioteca Nueva, Madrid, 1998, p. 27.

14 . Nota tomada de Juan José, Cátedra, Madrid, 1982, p. 60.

15 . Mas Ferrer, Jaime, Vida, teatro y mito de Joaquín Dicenta, Instituto de Estudios Alicantinos, Alicante, 1978, p. 31

16 . Ibidem, p. 31. Texto procedente de Ghiraldo Alberto, “¡Y murió Dicenta!, en Dicenta Joaquín, La promesa, Sucesores de Hernando, Madrid, 1917.