lunes, 25 de enero de 2016

RELACIÓN ILÍCITA en INSOLACIÓN DE E. PARDO BAZÁN




 




 
 
 
 
La posición social de la mujer en el siglo XIX lo mismo en sus funciones de casada, que de soltera no era nada halagüeña; pues existía el control de la sociedad, de la familia y del marido, que reprimían cualquier atisbo que intentase salir de la norma.

No obstante no todas las mujeres eran desgraciadas en tal ambiente, las había conformistas y acomodaticias que se adaptaban a esa manera de vivir sin pensar que en un ambiente libre su vida podía mejorar. También están las que procuran guardar las apariencias y no escandalizar, pero con ciertos deslices; para éstas conculcar las normas sociales no es una tragedia, sino una válvula de escape de su naturaleza debido a las circunstancias. Por último hay otro grupo de mujeres, minoritario, que no se conforma con lo que le rodea y se rebela contra las normas de una sociedad que consideran injusta. Se trataría de un tipo de mujer anticonvencional, que quiere vivir con la libertad que tradicionalmente ha tenido el hombre y están dispuestas a ser libres en el aspecto sexual, a recibir educación, a desempeñar una profesión y mantenerse por sí mismas.

Dentro de este último grupo tendríamos a Francisca de Asís Andrade, la protagonista de Insolación. La marquesa de Andrade se comporta con independencia casi masculina; para ella las normas sociales, los prejuicios tradicionales no son un obstáculo para ser libre, aunque, al final, se evite el escándalo de la transgresión con el anuncio de la boda con Diego Pacheco.

Doña Emilia Pardo Bazán publicó la novela Insolación ( Historia amorosa) en 1889 en la imprenta de los sucesores de Ramírez y Compañía con ilustraciones de José Cuchy y está adscrita a la estética realista.

La marquesa de Andrade, Asís Taboada sufre una terrible jaqueca, producida por una resaca etílica. Francisca Asís es una viuda joven de 32 años que se encuentra, por casualidad, cuando el día de San Isidro iba a oír misa a las Pascuazas, con el joven gaditano, Diego Pacheco, a quien había conocido la víspera en la tertulia de la duquesa de Sahagún. Con una confianza inusitada, pues apenas se conocían, deciden ir a la feria del Santo y almorzar en la pradera. Un sol abrasador (insolación) y la mezcla de bebidas alcohólicas provocan un profundo mareo en la protagonista, que necesitará varias horas para reponerse y regresa a casa de noche.

Pero la insolación no es sólo el conjunto de síntomas físicos que sufre la viuda de Andrade tras su salida a la pradera de San Isidro con Diego Pacheco; sino que representa simbólicamente los escrúpulos, la culpabilidad y la ansiedad de una mujer que se siente juzgada por la sociedad y por sí misma.

Asís Taboada se da cuenta que ha tenido un resbalón con un joven que es un vago y un calavera según la Sahagún. Además comprueba en carne propia la tesis determinista del comandante Gabriel Pardo, según la cual, la conducta de los españoles se vuelve bárbara y sigue los instintos bajo la influencia del medio climatológico (el calor). Pero la condesa de Andrade confiesa para sus adentros la atracción que siente por Diego Pacheco.

Luego realizan una excursión a las Ventas del Espíritu Santo, que culmina con el enfado de la pareja. Decide, entonces, la marquesa marcharse a Vigo; pero llega de visita el comandante Pardo y luego aparece Diego Pacheco; y el comandante se da cuenta de las relaciones del gaditano con Asís Taboada y Gabriel Pardo abandona la casa.

En el capítulo final se hacen las paces. Se entrega la protagonista a su insistente galanteador y se anuncia el compromiso de boda. Desenlace, pues, tan abrupto como el comienzo de la novela.

En la novela Insolación, si bien el narrador es omnisciente y cuenta la historia en 3ª persona, sin embargo del capítulo II al VIII cede la palabra a Asís Taboada, la protagonista, que relata mentalmente los siete capítulos citados en 1ª persona y retrospectivamente.

Un aspecto a destacar de la novela es la competencia lingüística de los personajes. El narrador utiliza un lenguaje culto trufado de algún coloquialismo. Los personajes pertenecen a dos estratos sociales: la clase alta y el pueblo y ofrecen una variada gama expresiva según su procedencia geográfica, cultura y situación económica.

La duquesa de Sahagún y Pacheco son gaditanos, pero mientras la primera muestra en el habla una modalidad estándar, tal vez por sus años de permanencia en Madrid, el segundo habla con los rasgos del andaluz occidental.

La protagonista, Asís Andrade y Gabriel Pardo, a pesar de ser gallegos, también hablan un castellano estándar sin ninguna muestra de galleguismos.

Las gitanas de la buenaventura emplean términos del caló y los demás miembros de las clases populares-los chulos, la chica del figón, las pitilleras- muestran un habla vulgar llena de incorrecciones, como ejemplo: “¿Qué vus pensais? Pus una conocí yo, casáa con un personaje de los más superferolítico… (…) y andaba como caa cuala, con su apaño”1.

También tienen interés la descripción de la feria de San Isidro y la excursión a las Ventas del Espíritu Santo, verdaderos cuadros de costumbres.

La novela fue considerada escandalosa por algunos críticos de la época, que sólo vieron en ella un tema atrevido en exceso. A José Mª Pereda le parece muy mal que la marquesa se vaya a la romería del Santo con un caballero al que ha conocido el día anterior. Luego la dama se mete con él en figones y merenderos y para más “inri” la señora toma jerez y manzanilla y se emborracha.

Clarín, que por estas fechas ya no tenía buenas relaciones con la Pardo Bazán, arremete contra la novela en un “Palique”, donde dice que la obra le parece “la menos digna de encomio de cuantas ha escrito doña Emilia” y más tarde en un “Folleto literario” al hacer la crítica de Morriña, se refiere a Insolación calificándola de “antipático poema de una jamona atrasada de caricias” (O. C. p.16) .

Algunos críticos contemporáneos hicieron una interpretación naturalista de la novela, ya que observaron que el comportamiento de la marquesa de Andrade estuvo condicionado por el medio climático, que provoca una conducta bárbara en las gentes del país, lo cual nivela las clases sociales que actúan de la misma manera, tesis defendida por Gabriel Pardo (cap. II).

Otros críticos actuales (Hesse,1980, Heminway, 1983 y Marina Mayoral, 1987) prestan atención al estudio de la psicología de los personajes y las tesis feministas y tiran por tierra el mito determinista. En efecto surge el deseo amoroso y su voluntaria aceptación por parte de Francisca de Asís, lo cual conlleva un enfrentamiento con su mentalidad y con los códigos sociales establecidos. Lo dice bien claro la protagonista: “No andemos con sol por aquí y calor por allá. Disculpas de mal pagador (…) Mi pecado gordo en frío, sin circunstancias atenuantes y con ribetes de desliz chabacano” (O.C. 47) y más adelante dice la marquesa: “Mareo, alcohol, insolación…¡Pretextos, tonterías!...lo que pasa es que me gusta, que me va gustando cada día un poco más, que me trastorna con su palabrería…y punto redondo (…) y nada que no me desenredo” (O.C. 135).

La marquesa viuda de Andrade participaba en fiestas, saraos y relaciones sociales para hacer su vida más divertida, pero el aburrimiento se había apoderado de ella y sus naturales ganas de vivir ya habían sido reprimidas en su matrimonio desigual. Ante esta situación Pacheco, el meridional, supondrá para ella la resurrección, la juventud, la vida y también la pasión y el atractivo sexual.

Desde el punto de vista de la intimidad amorosa, el feminismo ha defendido la postura de la marquesa como defensora del placer erótico y de la complacencia en el amor carnal. Asís decide entregarse a Pacheco y romper con los tabúes religiosos y sociales. Hay que tener en cuenta que doña Emilia defiende en esta época (1889) la equiparación entre la moral sexual masculina y femenina, siguiendo a los krausistas. Escribió 4 artículos bajo el título, “La mujer española” para la publicación londinense Fornightly Rewiew, que luego aparecería en La España Moderna (1890).

A este respecto de la desigualdad moral entre hombres y mujeres dice el comandante Pardo: “A nosotros nos enseñan lo contrario; que es vergonzoso para el hombre no tener aventuras, y hasta queda humillado si las rehuye”( O.C. 119). Lo cual hoy día 127 años después todavía la sociedad, en cuestiones de moral, utiliza medidas distintas para hombres y mujeres.

Pero ante todo Insolación es una novela de amor (Historia amorosa), que desarrolla como tema fundamental la evolución íntima de Asís Tabeada, el nacimiento de una pasión amorosa que tiene su origen en la atracción física y que acaba transformando la vida del personaje. La marquesa, a pesar de las admoniciones de la voz narradora, tiene todo el derecho a ser feliz con el hombre que le gusta y a enamorarse de un calavera, de un pillo guapo, de un perezoso, ignorante y sensual.

La decisión de casarse, como consecuencia del enamoramiento, la toman los dos amantes en el transcurso de la noche y de forma inopinada, abrupta, sin pensárselo. El hecho de acabar la novela en boda puede parecer una concesión a la moral de la época para lidiar a la censura, pero se acepta. Es cierto que los protagonistas se conocen sólo desde hace cinco días, pero la impresión del lector es la de un periodo mayor.

La idea del matrimonio le ha servido a la autora para cubrirse las espaldas y ofrecernos la escena más atrevida de la novela: Asís abre la ventana de su dormitorio, “despeinada, alegre, más fresca que el amanecer, abre de para en par, sin recelo más bien con orgullo” (…) y se asoma a ella con su amante. “Pacheco está allí también, y los dos se asoman, juntos, casi enlazados, como si quisieran quitar todo sabor clandestino a la entrevista, dar a su amor un baño de claridad solar, y a la vencindad entera parte de boda... Diríase que los futuros esposos deseaban cantar un himno a su numen tutelar, el sol” (O.C. 166).

La marquesa de Andrade se comporta ante el amor y el placer (deseo sexual) con una soltura impropia de una mujer de su época. Pero hay algunas circunstancias que ayudan a esa toma de posición. En efecto, no se trata de una jovencita inexperta, sino que es una viuda de 32 años con independencia económica y goza de libertad sin tener que rendir cuentas a su marido. Además pertenece a la clase alta, y hay más tolerancia que en la clase media. Asís Taboada no se propone subvertir el orden social, no es un revolucionaria, es más bien conformista, pero tampoco está convencida que haya que cumplir las normas sociales al pie de la letra.

Diego Pacheco, el galanteador, invita a la marquesa a la pradera de San Isidro y van a comer a una fonda y esta es la reacción de nuestra heroína: “(…) la idea me asustó; me pareció indecorosa y vi (…) sus dificultades y riesgos. Pero al mismo tiempo, allá en lo íntimo del alma, aquellos escollos me la hacían belicosa, apetecible, como es siempre lo vedado y lo desconocido. ¿Era Pacheco algún atrevido, capaz de faltarme, si yo no le daba pie? No por cierto”(O.C. 69). Hay, por tanto, dos fuerzas dentro de la mente de la Asís Taboada, por un lado la idea de ir a comer con un joven atractivo y simpático es tentadora, pero, a la vez, es transgresora, porque no es la conducta esperada de una dama de su categoría. Para conciliar ambas fuerzas, la viuda confía en el honor de Diego, que es un caballero.

La Asís no busca protección, ni posición económica. Ella es rica y libre. Su matrimonio con un hombre mayor, quizá fue por seguridad, pero ahora es el amor lo que la lleva a conocer a otro hombre y cuando Diego Pacheco le propone pasar la noche juntos, ella no duda y dejando a lado las normas religiosas y sociales, le dice, -“Quédate”. El instinto sexual vence, después de una lucha interna en el alma de la marquesa.

Gabriel Pardo, personaje secundario, liberal, muestra su estrechez de miras cuando comprueba que su amiga Asís Andrade recibe la visita de Diego Pacheco: “me ha engañado la viuda…Yo que la creía una señora impecable” Y más adelante se dice para sus adentros: “¡Se despejó la incógnita¡ Y decir que no hará dos semanas que se conocieron en casa de Sahagún!...¡Mujeres!” (160). Es decir, la reacción del gallego liberal es la típica masculina, que a la hora de la verdad, es tan intransigente como la sociedad que tanto critica por falta de tolerancia. La autora criticará a través de la conducta de Gabriel Pardo a todos esos liberales españoles, cultos, hombres de mundo, que abogaban por una educación para la mujer igualitaria con la del hombre, pero puestos a prueba son tan intransigentes como la sociedad cerrada y estrecha en la que viven.

Doña Emilia nos presenta en Insolación” a una mujer que se burla de la sociedad con su relación prematrimonial, que al final sale premiada con la boda, en vez de castigada por transgresora. Y en el epílogo asegura que el hecho ha sido “una atrevida infracción de todo lo que no debe, ni puede infringirse” (165); y para que no recaigan en el extravío, necesitan la bendición del cura para santificar sus relaciones.


Insolación es una buena muestra de un feminismo incipiente. La viuda de Andrade se toma más libertad de la que su sociedad le ofrece. Y al igual que el hombre disfruta del amor.



José Lázaro Galdeano
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En cuando al fondo autobiográfico de Insolación podemos decir que a finales de mayo de 1888 doña Emilia visitó la Exposición Universal en Barcelona, unos días después de que Benito Pérez Galdós, compañero sentimental de la autora, hubiese concluido su visita a la Exposición. Acompañaba a la condesa Narcís Oller, quien le presenta a José Lázaro Galdiano, once años más joven, navarro, refinado y culto, que logra seducir a la novelista gallega y ésta abandona a sus amigos catalanes Oller, Ixart y Sardá con quienes mantenía correspondencia.

Así las cosas, doña Emilia y Lázaro Galdiano realizan una excursión a Arenys de Mar y comienzan una relación íntima. Dice Oller: “Alguns volgueren suposar després que Insolación n‘ és un reflex” (Memories Literaries. Aedos. Barcelona, 1962).

A partir de este episodio la amistad entre doña Emilia y Oller se enfría por parte de ella, deja de escribirle con la asiduidad acostumbrada. Pues bien la relación de la gallega y el navarro era del dominio público en el mundillo literario, mientras que su relación con Galdós la llevaba muy en secreto (gracias a Galdós según puede comprobarse por las cartas). El propio Oller parece ser que fue quien informó a Galdós del affaire de Arenys y doña Emilia con valentía confiesa su desliz y le pide perdón en una carta:

Hoy 26-A media noche: “mi infidelidad material no data de Oporto, sino de Barcelona, en los últimos días del mes de marzo-tres días después de tu marcha. Perdona mi brutal franqueza (…) no me resolví a perder tu cariño confesando un error momentáneo de los sentidos, fruto de circunstancias imprevistas. Eras mi felicidad y tuve miedo a quedarme sin ella. Creía yo que aquello sería para los dos culpables igualmente transitorio y accidental. Me equivoqué: me encontré seguida apasionadamente querida y contagiada.(…) Deseo pedirte de viva voz queme perdones2.

La novela Insolación reproduce en su esquema argumental el lance de amor entre doña Emilia y Lázaro Galdiano: una viuda aristocrática, de 32 años, conoce a un joven en una tertulia y al día siguiente se van con él a la romería de San Isidro. El sol y el jerez trastornan su comportamiento habitual e incurre en una serie de ligerezas que comprometen su honor a los ojos de la pacata e hipócrita sociedad de la Restauración. Y en vez de cortar la relación, llevada primero por la curiosidad y después por el atractivo de su pretendiente, la dama sigue la relación hasta que acaba enamorada de él y anuncian su boda.

La novela esta dedicada “A José Lázaro Galdiano, en prueba de amistad”. LA AUTORA. Esta valentía de doña Emilia al dedicar la novela a su amigo, recuerda un poco el gesto de de la protagonista de Insolación, cuando abre la ventana de su dormitorio y se asoma con su amante para que todos puedan verlos juntos: “y los dos se asoman juntos, como si quisiesen quitar todo sabor clandestino a la entrevista”(166). El gesto de doña Emilia es mucho más valiente, porque la marquesa protagonista en ese momento anuncia su boda, y en la Pardo Bazán hay un gesto de independencia y de desafío a la sociedad hipócrita que la rodea.

La novela ha sido considerada como un posible trasunto autobiográfico de su relación amorosa con José Lázaro Galdiano, aunque ya estaba comenzada en junio de 1887, por lo tanto no fue la excursión a Arenys la génesis de Insolación; pero parece ser que la corrección de las galeradas, realizada en fecha reciente a la relación, liga un poco la novela a relación amorosa entre la autora y el futuro bibliófilo coleccionista y editor don José Lázaro Galdiano.

Doña Emilia, superado este affaire amoroso, logró madurar una relación amistosa duradera con José Lázaro, compartida con su entorno familiar y fue asesora y colaboradora, en los primeros tiempos, de la revista La España Moderna, que fundara en enero de 1889 don Lázaro.

CONCLUSIÓN:

.

El título de la novela de Doña Emilia Insolación es confuso o irónico, porque si bien se produce la insolación en la pradera de San Isidro por efecto del sol, vemos después que hay un firme deseo amoroso por parte de la protagonista, es decir se produce la relación ilícita deliberadamente.

En Insolación el nombre de la protagonista Francisca de Asís Andrade, solo el segundo apellido delata su procedencia gallega, si acaso las muestras de ‘caridad franciscana’ serían los encuentros y devaneos con Diego Pacheco. Gabriel Pardo, en cambio, es gallego, liberal y lleva el primer apellido de la autora (Emilia Pardo) y es el portavoz del naturalismo en la novela.

Doña Emilia en Insolación plantea una novela convencional, y si acaso la innovación técnica más notable es el cambio de punto de vista del capítulo II al VIII, narrados en 1ª persona por la protagonista y el resto está contado en 3ª persona por un narrador omnisciente. Abandona los temas del sacerdote enamorado, el adulterio, la crisis religiosa o la sociedad del “quiero y no puedo”, que son lo tópicos característicos de la novela de la segunda mitad del siglo XIX, y opta por el tratamiento de la relación ilícita, quizá porque ya se estaba agotando el tema del adulterio femenino y nos ofrece una novela de amor con transgresión.

Se trata de una novela urbana basada en la sociedad madrileña de la Restauración, tal como venía haciendo Galdós: novelar la sociedad madrileña. Los personajes son de clase alta con ligera participación de personajes populares. Espacio, pues, madrileño y tiempo reducido.

.En Insolación se da la relación ilícita, porque la marquesa de Andrade y Diego Pacheco no están casados; y también se nota la iniciativa de Francisca de Asís o la sinceridad reconociendo que le gusta, que le atrae el gaditano, aunque todo se intente remediar con el sacramento del matrimonio.

El trasfondo autobiográfico de doña Emilia en Insolación, ya vimos que refleja el lance de amor de doña Emilia con José Lázaro Galdiano y si bien doña Emilia se puede ver representada en la marquesa de Andrade, de ninguna manera podemos comparar a José Lázaro, bibliófilo, editor, anticuario y coleccionista con el personaje Diego Pacheco

¿Se produce alguna sanción involuntaria en Insolación? Podemos considerar que Diego Pacheco se ve obligado, con el anuncio de la boda a sentar la cabeza, como era el deseo de su padre y en este sentido le supondría una pérdida de libertad. Diego Pacheco ya anuncia que se va a presentar a diputado por Vigo con la ayuda del futuro suegro y ya tendríamos a un haragán convertido en útil presupuestívoro.
                                         ***                           ***                                ***

Recientemente (del 10 de diceimbre de 2015 al 24 de enero de 2016) Insolación ha sido llevada a las tablas con una magistral adaptación de Pedro Víllora, bajo la dirección de Luis Luque en el "Teatro María Guerrero". Asís Toboada reperesentada por María Adánez y Pedro Pacheco por José Manuel Poga con gran éxito de público.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA:

Acosta de Hess, Josefina. Galdós y la novela de adulterio: Edit. Pliegos. Madrid, 1986

Bravo Villasante. Biografía de doña Emilia Pardo Bazán. R.de Occidente. Madrid, 1962

Cook Teresa. El feminismo en la novela de la Condesa de Pardo Bazán. Diputación de La Coruña, 1976.

Jiménez Pérez, Elena “Breve acercamiento a Insolación”, en Esfera, nº 1, 2009

Pardo Bazán Emilia. Cartas a Galdós (1889-1890). (Prólogo y edición de Carmen Bravo Villasante). Edit. Turner. Madrid, 1978

-Insolación (Introducción de Marina Mayoral). Espasa-Calpe. Madrid, 2007

Soberano, Gonzalo. Forma literaria y sensibilidad social. Edit. Gredos. Madrid, 1967

Zecchi, Bárbara, “Insolación de Emilia Pardo Bazán”, en MNL, vol 122, nº 2, marzo, 2007















   











 
1 . Pardo Bazán Emilia, Insolación, (Introducción de Marina Mayoral), Espasa-Calpe, Madrid, 2007, p. 147
2 . Pardo Bazán Emilia. Cartas a Galdós (1889-1890) (Prólogo y edición de Carmen Bravo Villasante. Turner. Madrid, 1878 (pp. 23-24)

lunes, 18 de enero de 2016

ELOGIO DE LA CRÍTICA URGENTE





                               Yo diría que la crítica literaria enriquece la literatura

                                                         JORGE LUIS BORGES





La labor del crítico literario consiste en informar sobre la obra que juzga; tiene que interpretarla: cuál es su mensaje, qué nos transmite, cuáles son las innovaciones formales y por último valorarla.

Si seguimos el criterio de Dámaso Alonso (Poesía Española, Gredos, 1993), dice que el primer conocimiento de la obra literaria es la intuición del lector.

Las obras literarias no se escriben para los comentaristas y para los críticos, sino para el lector; y continúa Dámaso Alonso: a ambos lados de la obra literaria hay dos intuiciones: la del autor y la del lector.

Pero hay un segundo conocimiento de la obra, el del crítico, que es un lector con una capacidad de lectura muy intensa. Sería, pues, el lector excepcional que tiene una capacidad intuitiva, totalizadora sobre la obra que lee; y, además, tiene una gran capacidad expresiva, comunicativa y de escritura de esas intuiciones y las transmite. Así pues, informa, interpreta y valora y su juicio sirve de guía para los lectores.

El crítico es ese lector ideal, que frente a una obra literaria auténtica, llegará a una intuición semejante a la que expresó el autor; y frente a una obra inauténtica descubrirá, en seguida, la falta de intuición artística por parte del creador. La misión del crítico consistirá en discernir entre una obra literaria y un producto meramente editorial. Pero, ¿cómo tiene que ser el crítico, ese lector ideal? Pues, lógicamente, tiene que tener una sólida formación literaria y un abundante caudal de conocimientos y un gusto literario muy educado.

Todos los teóricos de la crítica literaria urgente manifiestan, que el crítico no tiene que perder la ingenuidad del lector (la intuición de D. Alonso), la primera impresión de lectura y a partir de ahí enriquecerla con razones críticas y técnicas y adentrarse en la complejidad de la obra literaria.

El crítico no debe ‘contar’ la obra, sino analizar su estructura, sus rasgos literarios nuevos y hacer un juicio valorativo final.

Por otra parte, el crítico tiene que ser un buen escritor, tiene que transmitir con claridad técnica la valoración crítica, sin jergas.

Otro asunto que nos interesa dilucidar entre las funciones del crítico sería primordialmente separar el grano de la paja, es decir, las obras literarias de los productos editoriales. Debe prevenir al lector de la publicidad de las editoriales, que incluso en colecciones de prestigio, colocan un éxito de ventas.

A veces el enfoque interpretativo de una obra literaria varía mucho de un crítico a otro y ello ha dado pie a la corriente de las lecturas múltiples, tantas como lectores, no todas las lecturas, ni las interpretaciones son igualmente aceptables.

La función del crítico tiene un alcance social, por lo tanto prodigar elogios a diestro y siniestro para no crearse enemigos, perjudica a las obras de calidad y borra toda jerarquía estética. Tampoco es cuestión que el crítico se dedique a repartir mandobles por doquier, sino que debe mantener unos postulados estéticos e ideológicos y ser ponderado en sus juicios.

Otro aspecto importante de la crítica son las publicaciones en las cuales el crítico ejerce su función orientadora, que normalmente son los suplementos literarios o culturales de los periódicos (ABC, EL CULTURAL, BABELIA, LA RAZÓN, LA VANGUARDIA), y aquí ya topamos con los intereses de los grupos editoriales, diarios que pertenecen a un grupo editorial o la dependencia de los contratos de publicidad, la competencia entre editoriales etc.; por lo tanto el primer crítico es la redacción del periódico aceptando o silenciando una obra.

También hay que tener en cuenta que estos suplementos trazan el panorama de las novedades semana a semana, con lo que la labor del crítico se ve sometida a plazos muy breves, de ahí crítica urgente, también llamada militante.

Esta crítica también se ejerce en las revistas culturales, donde con algo más de calma se escriben reseñas y críticas de libros, destinadas a un público menos numeroso. Estas revistas son, entre otras: Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Ínsula, Quimera, Archipiélago.

El crítico tiene que ser exigente con los escritores de prestigio. Debe desmitificar a los escritores, cuyo prestigio de debe a razones extraliterarias y distinguir entre obras buenas o menos buenas de un escritor consagrado.

Sin embargo con los escritores que empiezan debe ser exigente, pero benévolo, no vale la pena hacer críticas muy negativas. Todo creador merece un respeto, aunque solo sea por aspirar a saltar la gran muralla que lleva a la literatura de calidad.

Por último la profesión de crítico no se estudia en ninguna facultad, el crítico es autodidacta; aunque una sólida formación académica es muy importante; pero serán las lecturas, la intuición y el buen gusto literario, los que le llevarán a escribir buenas críticas.